Estoy incomoda , no me atrevo ni a mirarlo, no puedo creer que me pida explicaciones por evitarlo, cuando para él no significó nada lo que pasó. Para mi es incluso mejor, así menos complicaciones, pero estar ahora cerca de él me provocan sensaciones que me remueven.
—Así que ahora la mocosa también es una entrometida.— sus palabras hacen enfurecerme aun más.
—Para nada, no soy una entrometida, os escuche sin querer y ahora ya aclarado el tema empezamos o me voy.— me giro y lo veo que se ha recostado, su sonrisa me hace ponerme nerviosa, está logrando provocarme.
—¿Cual es tu canción preferida de los rollings? o me vas a decir que tu también vas a la moda.— Se a que se refiere me miro la camiseta con la lengua de la banda de música que mi padre me inculco desde pequeñita con sus canciones y se que ahora se las chicas se las ponen sin siquiera saber que pertenecen al mítico grupo de rock de los 60.
— ¿Tu crees que soy de las que va a la moda?— le digo mientras a mi mente llega la imagen de mi padre cantándome la canción que según a él le recordaba.
—Para nada, para mi estás siendo toda una caja de bombones, no se que esperar de ti, me sorprendes a cada cosa que conozco de ti—Me sorprenden sus palabras no esperaba que dijese eso, noto como mis mejillas se tiñen de rojo y se que él también lo nota por que me sonríe y me pide con la mano que me siente a su lado.
Me siento a su lado un poco avergonzada por la profundidad de su mirada, quiero alejarme de él y a la misma vez poder sentirle, si sigo así terminaré volviéndome loca.
—She´s a rainbow, no es de las mejores, pero me hace recordar a mi padre, para él esa canción estaba escrita para mí, decía que yo era su arco iris.
—Sabía que tendrías buen gusto musical— me sonríe y me relajo, para mi no es fácil contar tu padre tenía toda la razón das luz a quien tienes alrededor.— sus palabras hacen que una lagrima se deslice por mi mejilla, me toco nerviosa las manos y mis ojos no pueden ver que hace hasta que no noto su mano deslizándola sobre el rastro que ha dejado la lagrima.—No me gusta que llores mocosa, lo siento si te ha molestado algo de lo que te he dicho.
—No ha sido nada de lo que me has dicho, solo he pensado en mi padre, creo que me voy a ir otro día haremos la clase los tres.
—Vuelve a aparecer la reina del hielo, ya tardaba mucho en hacerse de notar—subo la vista y lo noto enfadado, sus ojos se han oscurecido, veo como se muerde el labio, síntoma de que también está nervioso— ¿Isabella porque tienes esa coraza que te hace cerrarte a la gente?—Se levanta y se va a coger los cascos.
— Porque odio que me juzguen y tampoco me hace gracia que se rían de mi.
—Isabella nunca he querido reírme de ti eso tenlo claro, y no me mires con esa carita, no sabes las ganas que tengo de besarte— se acerca a mi y se agacha de cuclillas quedándose a centímetros de mi.
Me separa los mechones y me coge la cara con delicadeza, me fijo en sus labios están carnosos y se nota que lo que dice es cierto, está un poco nervioso al igual que yo, la tensión que surge entre nosotros cada vez que estamos cerca es inevitable pero aun así no puedo ablandarme cada vez que estoy cerca de él.
Su respiración se va agitando a cada segundo que pasa, lo noto cada vez más cerca y no me puedo ni mover, me he quedado paralizada, tengo ganas de salir corriendo pero a la vez me invaden las ganas de besarle.
—Esa frase te valdrá con otras, yo no soy tan fácil de convencer.— Le susurro con voz entrecortada por la tensión.
—Hay mi mocosa se quiere hacer la fuerte pero se que tienes las mismas ganas que yo.—Me roza su nariz con la mía haciendo que mi respiración se acelere aun más.
—No es verdad, me gustaría estar lo mas lejos de ti.
—Pues sepárate de mi o es que te has quedado paralizada.—su sonrisa me provoca, se que está jugando conmigo pero no lo puedo evitar estoy rendida a su encanto.—A mi no me engañas mocosa.
Sus labios se acercan a los míos hasta que se rozan, mis ojos se cierran automáticamente y no me muevo ni un milímetro, su beso se hace más intenso llegando a morder mi labio inferior, cosa que hace que en mi interior se expanda una sensación placentera, pero cuando me decido a besarle yo con mayor intensidad se separa de golpe y rompe la atmósfera que se había creado.
—Ahí tienes la prueba de que que pasa algo entre ambos, no lo puedes negar por mucho que quieras.— Mi cara se enrojece, su sonrisa en la cara hace que me hierva la sangre y que me entren unas ganas de abofetearlo.
—Eres un imbécil, por eso mismo no quiero acercarme a ti, no dejas de ser un niñato que quiere conseguir todo lo que se propone a cualquier precio.— El parece afectarle lo que le digo se separa y se vuelve a levantar poniendo distancia entre ambos.