Capítulo 24
{Sobre la superficie.}
William.
Mi semana consistió en más de lo mismo. De día escuela. Tarde entrenamiento o trabajo. Noche estudiar y ayudar a mama con la entrega de sus pedidos. Los cuales han ido muy bien, para ser la primera semana.
Pero no todo va así de bien. Yull no apareció en toda la semana, no eh sabido de ella. No responde a mis llamadas, ni siquiera a los cientos de mensajes que deje en su celular.
Estuve a punto de preguntarle a Zack si sabía algo de ella. Pero no quería armar una pelea.
Así que tuve que quedarme sin saber nada de ella. No quería invadir su espacio personal e ir a buscarla a su casa.
Pero lo último que supe de ella es que se iba a la fundación el lunes. Hoy es viernes, no tengo noticias de ella. Creo que no es exagerado estar en su edificio a las cinco de la tarde.
Solo quiero ver que este bien.
Aunque muy en el fondo, mi inseguridad me dice a gritos. Que ya se cansó o se arrepintió y simplemente me está evitando.
Pero aunque ese sea el caso, espero que no, solo quiero cerciorarme de que este bien. De que no le haya pasado nada.
Vuelvo a marcarle a su celular, pero me mando a la contestadora.
Tomo aire por la nariz y suelto por la boca, armándome de valor. Admito que mis inseguridades intentan ganar la batalla. Pero las ignoro.
No tardó mucho en llegar al departamento de Yull. Tenía nervios, demasiados.
Con mi mano un poco temblorosa, golpeo la puerta dos veces seguidas.
Listo, lo hice.
<<Ahora corre. >> Muy madura mi conciencia.
La puerta se abre, dejando ver a una muy sorprendida Yull. Tenía su pelo negro atado en una trenza algo despeinada. Lleva puesto un suéter de lanilla largo y holgado, de color lila. Y una un pantalón de jeans negro. Y en sus pies unas pantuflas negras peludas.
— Will ¿Qué haces aquí? — pregunto sorprendida. Ella cierra la puerta, para que solo se vea su cuerpo y nada más.
Esa actitud es extraña ¿Qué me está ocultando?
— Quería ver como estabas. Desapareciste una semana entera, no fuiste al colegio. Tampoco me llamaste o respondiste alguno de mis mensajes — hablo rápido.
— ¿Y qué tiene que no responda los mensajes? — pregunta algo cortante. — Es mi vida, pedo hacer lo que quiera y no tengo porque decirte.
Sus palabras me dolieron.
<<Sabias que la Yull dulce no iba a durar. >>
Trato de ignorar la punza en mi corazón.
— Solo quería asegurarme de que estuvieras bien. Me había preocupado — digo mirándola a los ojos. — Lo siento si te incomode.
Al decir eso. Creo que debería marcharme, no soportaría que ella fuera cortante y fría conmigo.
Decidido intento darme media vuelta. Pero siento que me toman del brazo. Giro mi cabeza para verla.
— ¿Qué pasa? — pregunto dudoso.
Ella suspira, desliza su mano por mi brazo. Hasta llegar a mi mano, en donde sus dedos se entrelazan con lo míos.
— ¿Viniste solo porque te preocupaste por mí?
Su vos era algo temblorosa. Como si no supiera como manejar este momento.
—Sí, pero veo que fue un error — comento mirando hacia abajo.
— Lo siento, es que no entiendo porque te preocupaste. Si ya eh faltado varias veces al colegio y nunca te has preocupado.
— Si lo notaba. Pero no éramos amigos. No podía ir y simplemente preguntarte — espeto.
— ¿Cuál es la diferencia ahora? — pregunta. Puedo notar cierta irritación en su voz. La cual me confunde gravemente.
— La diferencia es que somos novios. Y los novios se preocupan, si sus novias. No van a la escuela, no atienden sus llamadas. Sé que estamos recién empezando, tratando de ganarnos la confianza uno en el otro — digo. Pongo mis manos en sus mejillas. — Pero quiero que sepas que cualquier cosa que pase y tenga que ver contigo me importa. Y si esta en mí el poder ayudarte. Ten por seguro que lo hare.
“Te quiero Yulliana, y siempre estaré allí para ti. Aunque quieras alejarme con palabras cortantes y con tu actitud fría.”
Ella pestañea varias veces. Sus ojos se ponen brillosos.
Sus manos se ponen arriba de las mías. Noto que sus dedos se encuentran fríos. Así que enredo mis dedos con los suyos. Guio nuestras manos a mi boca. Deposito un beso en sus nudillos y soplo para calentar sus manos.
— Chica ¡Tienes los dedos congelados! — dije riendo. Haciendo que ella ría también.
— Tienes razón, debía haberte contestados aunque sea alguna llamada.
— Si, eso debiste hacer.
Ella me lanza una mirada fulminante. Yo me limito a darle calor a sus manos.
— Nunca tuve un novio. Desde hace mucho tiempo que no le rindo cuentas a nadie. Avecés me encierro en mi mundo y no dejo entrar a nadie — me explica. — Porque nunca tuve a nadie que me importe tanto como para dejarlo entrar.
Ella me da una sonrisa triste.
Intento analizar sus palabras. Siento una gran necesidad de mostrarle que soy alguien en cual ella pueda confiar. Mostrarle que estoy, que me importa.
— ¿No te es difícil mantenerte siempre dura?
— Eh pasado tanto tiempo siendo así. Que ya no noto la diferencia.
En ese momento me di cuenta de que Yull. Es alguien con demasiadas capas, y tengo suerte de que ella me deje rondar por sobre la superficie de lo que en realidad es.
Pero tengo una meta. Estrellarme contra esa superficie, romperla hacerla añicos. Caer en lo más profundo de su ser. Mostrarle que no voy a lastimarla.
— ¿Yuyu? — pregunta una voz aniñada.
Giro mi cabeza hacia la puerta. La cual se encuentra completamente abierta, dejando ver una pequeña de unos tres o cuatro años. Tiene su cabello negro atado en dos trenzas. Viste con un lindo enterito con estampados florales. Trae consigo una mamadera llena de lo que creo que es chocolatada.
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Editado: 26.01.2022