Capítulo 25:
{Vivir en un mundo de mentiras.}
Yull.
Termino la última estrofa de Las ruedas del autobús. Hoy tengo clase con infantes de entre tres y cinco años. No son muchos, son seis niños. Entre los cuales se encuentra la pequeña Azucena.
Quien entablo amistad con un niño ciego un año mayor que ella, Rusel. Ella es demasiado pequeña para entender que Rusel no puede ver su osito de felpa. Pero ambos parecen encantados de estar jugando con el animalito de peluche.
Todavía no entiendo porque mi tía me la dejo. Tenemos un trato, cree que cambiare de opinión solo por pasar varios días con ella.
— ¿Cómo la están pasando? — pregunto a los niños.
Algunos responden un “Bien” con mucho entusiasmo. En su mayoría son los de cinco años, dos niños. Máximo y Estefan. Quienes son los más tranquilos del grupo.
Por otro lado se encuentra una niña de cuatro años, Sofía. Ella es una de mis alumnas favoritas, es tan dulce. Pero demasiado inquieta y juguetona.
Por ultimo me queda Sam, un pecoso niño pelirrojo. Quien se queda callado, escuchando sonidos.
— Quedan pocos minutos antes de terminar. Pondré una última canción — tomo mi celular y selecciono la canción, que rápidamente empieza a sonar por los parlantes.
Los seis niños se quedan quietos al escuchar las primeras estrofas de Pin pon es un muñeco. Empiezo a cantar al mismo tiempo. Haciendo que Sam y Sofía intenten decir algunas palabras.
Azucena canta con su dulce vos infantil.
— Pin pon — chilla.
Máximo se ríe y sigue la canción.
— Es un muñeco muy guapo y de cartón — canta con una voz dulce.
— Eso Maxi — lo aliento. Azucena me mira y se ríe, mostrando sus pequeños dientes. Haciéndome reír y devolverle la sonrisa. — ¡Muy bien pequeños!
Los felicito cuando todos aplauden al terminar la canción. Azucena ríe a carcajadas mientras aplaude feliz. Haciendo que Rusel sonría de la misma forma.
Mi corazón se acelera y se entibia al verla reír. Ella me mira y gatea hacia mía. Se sienta a mi lado, la tomo en brazos y la siento sobre mis piernas flexionadas.
— Yuyu — me llama. Sus regordetas manitos rodean mi cara. Beso su mano cuando esta está sobre mi boca.
Escucho a Rusel quejarse.
— Susu — masculla. Tocando el lugar en donde antes estaba la pequeña pelinegra.
— Aquí está Rusel — digo haciendo ruido con mi mano. Él pequeño se levanta ya camina hasta donde estoy yo. Tomo su mano pequeña y la guio hasta la cara de Azucena. Quien mira atenta a Rusel.
El pequeño castaño palpa la cara de mi pequeña.
— Susu — dice animado.
— Ru — chilla ella tocando con su dedo la punta de su nariz.
Ambos niños son una ternura.
Miro el reloj en la pared. La clase acabo hace diez minutos. Con cuidado saco a los niños de encima de mí y voy hacia la puerta. En donde cinco pares de padres me esperan con una sonrisa.
— Disculpen la demora. A los niños le entretienen demasiado las canciones — me disculpo con los padres. Quienes me miran con una gran sonrisa en los ojos.
Hago espacio para que pasen, casi siempre vienen los padres de Sam, Sofía, Estefan y Rusel. Pero esta vez me sorprendo cuando veo que la mama de Máximo no viene sola. Sino que viene acompañada de un hombre alto y fornido, con una barba en su cara, el pelo oscuro y rizado.
Siento como el miedo apoderarse de mi otra vez. Mi cuerpo reacciona de la misma forma, siento el bello de mi piel erizarse. Mi corazón latir con fuerza en mi pecho, el nudo formándose en mi garganta.
De pronto los moretones que casi desaparecen de mi cuerpo. Empiezan a arder de vuelta. Ya que él hombre que lo ocasiono esta parado frente a mí. Tomando la mano de su muy sonriente esposa. Viniendo a recoger a su hijo.
Como si fuera un padre normal. Como si fuera un hombre decente, alguien bueno que cuida y ama su familia. Pero es todo lo contrario. Un maldito abusador que paga por tener sexo con una chica mucho más joven que él.
Siento el mi estómago revolverse quiero vomitar. Pero me contengo, no puedo hacer una escena.
<<Finge, haz lo que siempre haces. Mentir y fingir. >>
— Bien, les daré el informe a cada uno de sus hijos — informo. — Me acerco a los padres de Sofía. Es notable el parecido de madre e hija, ambas pelinegras de ojos cafés. — Sofí tuvo un avance notable en distinguir sonidos. Es fácil para ella distinguir animales, pero todavía no sabe ubicarse en el espacio. Pero eso es normal, pero no por eso la dejaremos estar. Asique acá tienen unos ejercicios que pueden hacer con ella.
Ellos miran lo que les entrego. La señora Padano me abraza con fuerza.
— Eres un ángel Yull — dice feliz. — Haces tanto por mi pequeña. Vos y tu fundación son como el cielo mismo. Sin tus consejos y ayuda jamás hubiéramos podido con la discapacidad de mi pequeña.
Siento las lágrimas amenazar con salir de mis ojos. Las retengo, no quiero llorar. Con un nudo en la garganta le agradezco a ella y a su esposo por depositar su confianza en mí.
Sigo con todos los niños. Diciendo sus avances y entregándoles tarea para la semana que viene. Ya que los niños de esta edad solo vienen los sábados.
Pero sin poder evitarlo, al final me quedaron los padres de Máximo. Miro de forma seria al padre del niño. Quien me escruta sin ningún disimulo. Su esposa lo observa disgustada, luego me mira. Cambiando su gesto a uno amigable, intento hacer lo mismo.
Maxi estaba a mi lado. Le tiendo mi mano, él la estrecha con toda la fuerza que un niño de cinco puede ejercer.
— Como pueden ver Máximo empezó a darse cuenta de las cosas a su alrededor. Ya es capaz de percibir ciertas cosas. Conoce los conceptos de izquierda y derecha. Les tengo unos ejercicios para hacer en casa. Y si todo va bien, el año que viene él podría ir al colegio.
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Editado: 26.01.2022