Capítulo 42.
{Fin de una etapa.}
William.
Javier estaba sentando en el patio del colegio mientras repasaba el teórico de química. Yo jugaba con mi celular. A un juego de un piano, me estresaba tener los dedos tan grandes que hacen que toque dos teclas y pierda.
— ¡Me rindo! ¿Quién carajo invento los enlaces covalentes? — pregunta frustrado.
— Nadie los invento, solo los descubrieron — dije obvio. Me miro con mala cara.
— Odio química — se lamenta. — ¿Por qué la estudiamos si no la necesito? Es obvio que seré un modelo o me casare con una mujer millonaria.
Lo miro con una ceja enarcada.
— ¿Qué? — cuestiona.
— ¿En serio quieres eso?
— No lo sé, no todos somos ustedes. Que ya viven juntos, cuidan a su hija, saben que hacer de su vida y todo con 18 años. Y después estoy yo…
— ¿Vos?
— Yo que no sé qué corno quiero de mi vida. O si quiero enamorarme o estudiar o hacer lo que sea.
— ¿Sabes que no tienes que decidir qué hacer con tu vida ahora solo porque Yull y yo lo hicimos? — le pregunto lentamente.
— No hables como si fuera estúpido — se queja y me tira con una goma.
—No tarado, quiero hacerte entender que tenés el resto de tu vida para elegir que queres ser. Quien queres ser. Todo el mundo pensó que iría a la facultad y seria ingeniero. Y no voy a ir a la facultad por ahora. Todo el mundo creyó que Yull no iría a la facultad y está estudiando para ser maestra. A lo que quiero ir, es que podes ser modelo, doctor, stripper o mantenido. Mientras seas feliz ¿Qué más da?
Él se queda unos momento pensando.
— ¿Entonces ser mantenido no es muy descabellado? — pregunta serio. Suelto un bufido. — Na joda hombre, joda. Pero gracias hermano.
— De nada tarado, solo no te estreses.
Él estaba por decir algo. Pero fuimos interrumpidos por un grito feliz. Yull corre hacia nosotros y se sienta en el suelo.
— ¿Mataste a Hello Kitty? — pregunta Javier.
Ella frunce el ceño.
— ¿Qué? — pregunta Yull.
— Digo vienes tan feliz.
Ella le saca la lengua. Entonces Javier pasa su brazo sobre mi cuello y me atrae.
— Si me sigues peleando te lo robo — dijo en un tono bastante afeminado.
— Oye, deja a mi novio — dice ella tomándome con más fuerza y acostándome a su lado.
— Soy un ser humano, no un objeto — me quejo.
— Ya sé, pero Javier no me deja hablar — al ver que ambos nos quedamos callados esperando a que ella hable. — Bien, vieron que tenía baja matemáticas. Acabo de levantarla con 10 — ella me da un beso en los labios. — gracias a vos mi vida.
— Oww cuanto amor — dice Javier. Poniendo sus manos en su cara, como hace Azucena. — Me dan asco — dice serio. — Na joda, son muy tiernos.
— Ya encontraras a alguien. Que te amé tanto. Como te amas a vos mismo.
El comentario de Yull me hizo reír e hizo que Javi se enojara.
— Ninguno de los dos me simpatizan.
***
— William ¿Terminaste de cambiar a Azucena? — grito Yull.
Yo tenía la camisa desabotonada. Y a una pequeña muy enojada con su vestido.
— No quedo dosa — se queja. Mirando el nuevo vestido que Yull le compro.
— Pero princesa, te verías muy hermosa con este color.
— No.
— Su.
— No.
— Azu.
— No.
— Azucena.
Ella me mira sorprendida. Nunca le digo Azucena a menos que se esté portando mal.
— Papi — hace un puchero, el cual casi logra convencerme.
— No Azucena, usaras el vestido rosa. Porque tu mami lo eligió y te verás hermosa. Aparte mira serás una princesa con tu corona de flores.
Ella se mira en su espejo. Lo está meditando.
— Bueno papi.
Doy gracias a Dios y a toda divinidad cósmica. Porque sinceramente. Podríamos estar un día entero peleando por qué se va a poner.
Una vez que esta vestida. Le pongo sus zapatitos. Y le acomodo su bien su corona.
Hoy es nuestra entrega de diplomas. Al fin terminábamos el secundario, una etapa que no fue un lecho de rosas. Pero sin duda fue el mejor lugar, ya que gracias a un tonto trabajo de historia. Me enamore del amor de mi vida.
— Estas preciosas.
— Ya se — dice mientras se mira en el espejo.
Digna hija de su madre. No puedo evitar reírme, lo que hace que me mire con mala cara.
— ¿Cómo me veo? — pregunta una voz detrás de mí.
Me doy vuelta y veo a Yull. Me había quedado sin palabras.
— ¡Wow que bonita!
Mi hija tiene toda la razón Yull esta hermosa, siempre se ve hermosa. Pero hoy se pasó.
Tiene el peli en una hermosa trenza que cruza por su cabeza, como si fuera una vincha. Su maquillaje resalta más su belleza. Trae un vestido celeste ajustado a su cuerpo. Con escote que me deja una vista perfecta de su pecho, algo que disfrutare más tarde.
— ¿Te comió la lengua el ratón?
Me acerco hasta ella, casi emboado e hipnotizado. Pongo una mano en su mejilla, ella se recuesta y me mira. Sus ojos azules son divinos, tienen un brillo que me encanta.
— No, es que sos tan hermosa. Como una pintura o un paisaje, me tengo que tomar un tiempo largo para admirarte.
Ella se sonroja. Me siento un ganador, ya van varias veces que logro hacer que se sonroje.
— Eres un poeta, tengo a mi propio Nicholas Parks.
Solté un risa. Ella se tomó el tiempo para acomodar mi camisa. Miraba como sus dedos iban subiendo por los botones, ojala el proceso fuera al revés.
— Tengo que ir por mi mamá y los chicos.
— Perfecto, yo iré con Su y mi tíos. Nos vemos halla.
Antes de que llame a la pequeña, que esta con mi celular. Me besa con una sonrisa en sus labios.
— Sabes, nunca creí que viviría esto. Nunca pensé que sería así de feliz. Nunca pensé en que terminaría el secundario.
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Editado: 26.01.2022