Mi Nota de Suicidio.

Capítulo 2 (Final).

Desperté en una camilla de hospital, mi padre estaba llorando en el sillón de al lado.
Cuando me vio, se acercó rápidamente.

-¡Es tu culpa! -Me gritó mientras lloraba- ¡Tu madre está muerta! Si no te hubieras peleado en la escuela.

Al instante, llegó un doctor a calmarlo. Yo estaba temblando mientras lloraba. ¡Mamá había muerto! Todo fue mi culpa, por no haberle dicho desde el principio, no me lo podía creer que yo hubiera tenido la culpa de una muerte, es como si yo hubiera matado a alguien, no solo a alguien, si no al ser que más quería en toda mi vida, a mi madre, que siempre me cuidó, me curó y me alimentó, madre... Lo siento. Esa verdad me atormentó toda mi corta vida, la verdad que durará en mi cabeza para siempre. Al pasar una semana y llegar a casa, al instante mi padre me comenzó a golpear.

-¡Tu culpa! -Me decía mientras olía a alcohol- ¡Todo es tu culpa!

Me lanzaba al sofá y me golpeaba con su cinturón, con la mano, hasta con una soga de cuero, mi cuerpo ya era débil y magullado, varios días no podía abrir un ojo, mi padre casi me quebraba mis huesos de que me aventaba a las escaleras y me tiraba patadas sin piedad, me quemaba con sus cigarrillos, eh incluso, también las mujeres que llevaba a la casa me decían perdedor, me mandaban como si fuera un mayordomo, siempre odié a mi padre.

Una vez me lanzó una botella con tal fuerza que si me golpeaba me hubiera dejado inconsciente, pero impactó en la pared detrás de mí. Los cristales rotos estallaron por todos lados y se me habían enterrado en la espalda, yo lloraba pero mi padre reía mientras tomaba más y me vaciaba su botella de alcohol en la espalda lastimada, no me dio dinero para el doctor o algo para curarme, de hecho, nunca me daba dinero, reprobaba en la escuela y los profesores me regañaban y también me molestaban.
Ya tenía 9 años, tenía marcas de cortadas y moretones por todo el cuerpo.
Un día llegó un compañero nuevo al salón, era Roger. Quién se convirtió en mi mejor amigo, eh incluso, mi único amigo.

-Siempre estaré contigo –Me decía mientras me miraba con ojos de comprensión- Si necesitas algo, pídemelo. No me interesa que me dejen de hablar los demás por juntarme contigo, cuentas conmigo, Robb

Robb... Así me llamaba él, me lo decía de una forma que hacía que me sintiera bien, mi padre nunca me decía hijo o me llamaba por mi nombre, me decía Imbécil, Estúpido, Bueno para nada, y de muchas más maneras.

Nadie se juntaba conmigo, pues sabían lo que mi padre me hacía, como me golpeaba y decía muchas veces frente a ellos.
Roger miraba todo de la manera más positiva y siempre me daba consejos, que a fin de cuentas nunca servían de nada.

 

 

Una noche cuando tenía 10 años, papá aún no había llegado de la cantina. Acababa de llegar yo de la escuela, era un día de educación física, por lo que llegué cansado y sin fuerzas, en la escuela nos tenían corriendo y haciendo lagartijas. Me sentía a salvo, pues mi padre no estaba y no me estaba golpeando. Me preparé algo de cenar y me fui a acostar para dormir y no despertar hasta mañana, a otro día peor  o igual de malo.
Padre llegó casi a las 3 de la mañana, llego haciendo un ruido exagerado, parecía más borracho que de costumbre, llego y golpeó la puerta de mi cuarto, hubiera deseado que no llegara, entró a mi cuarto y me golpeó fuertemente en la cara, no tuve tiempo ni de levantarme, llegó y descargó su brazo en mi mejilla, casi quedé inconsciente. Yo estaba tumbado en la cama cuando... Mi padre se empezó a desnudar mientras reía, no entendía que pasaba, estaba mareado y... Mejor no quiero explicarles lo que me hizo.

Terminó de hacer sus porquerías de inmediato, pero yo quedé tumbado en la cama, inmóvil, traumatizado de por vida, mi dignidad, la poca que me quedaba, estaba en el maldito drenaje. No sabía que hacer... Me sentía inútil, usado, como un juguete. No me podía creer lo que me hizo, ¡Él! Mi propio padre, a su propio hijo, a mí, me había tomado como a una de las prostitutas que llevaba a casa todos los días.
Abusó de mí hasta los 18 años que aprendí a asegurar una puerta perfectamente gracias a la ayuda de Roger. Me dijo que metiera un seguro o pedazo de madera en el cerrojo de la puerta y en las bisagras. Veía a Roger cuando él salía de la preparatoria ya que yo deje de estudiar desde la primaria. Trabajaba limpiando zapatos todo el día para que al final él me quitara el dinero en la noche.  Yo siempre me guardaba al menos 15 pesos para mí, para surtir para más tintas y gasas para los zapatos, y también de vez en cuando para comprarme algún pedazo de pan.

Mi padre es y siempre será la cosa que más detesto en toda mi miserable vida, quisiera poder terminar con su vida yo mismo, pero no, eh leído la biblia, quiero ir al cielo, no quiero ni siquiera ensuciarme las manos con ese bastardo a quien una vez le dije "Papí" Pero juro que me arrepiento y me arrepentiré durante el resto de mi vida, y de mi ausencia, eh incluso, lo recordaré a donde sea que vaya...

Juro que algún día, en vida o muerte, me vengaré de ti.

 

 

Hoy 22 de septiembre de 2017, estoy aquí escribiendo esto sin razonar bien. Mi cuarto está degradado, mi cama deshecha, el piso sucio, un olor inquietante y putrefacto. Mi padre no tardará en llegar. Es tarde, siempre llega a esta hora.

¡No pienso seguir así! Eh conseguido comprar un arma y acabar con mi sufrimiento, sé que prometí que me vengaría de él pero... La realidad es, lamentablemente, otra muy diferente. No puedo seguir así... Ya estoy cansado de lo mismo. Espero y las lágrimas no degraden la tinta en la hoja. Sé que me hace falta mencionar mucho sobre por qué lo hago, pero el tiempo se me acaba. Mi padre ayer logró entrar... Debo terminar ya... Con todo esto.

Aquí a las 2:30 am, con un ojo hinchado y morado. Con mi cuerpo adolorido y mi dignidad por el drenaje. Eh decidido suicidarme.



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En el texto hay: tristeza, tristeza y dolor, suicidio

Editado: 07.10.2020

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