Falta cinco minutos para el receso, y todas las malditas horas de clases he estado meditando si ir o no ir al cuarto de limpieza.
Paso mi mano por mi cabello, mis manos me sudan, Bastian es capaz de decirle a mamá que ando con Stefan.
Escucho el maldito timbre de salida. Guardo mis cuadernos con lentitud esperando que Bastian salga del salón, pero no lo hace. Algunos de mis compañeros han salido mientras otros están arreglando sus pertenecías o hablando.
Mis piernas me tiemblan. Agarro mi último lapicero y lo guardo. Siento una mano encima de la mía, me sobresalto, pero al ver quién es mi corazón se calma.
—¿Qué te pasó? —pregunta Stefan.
—Na... Nada.
Stefan me agarra de la cintura y me acerca a él. Mi corazón se acelera porque sé que me va a besar y Bastia nos va a ver.
—No hay profesores, ahora si podemos besarnos.
Comienza a bajar su rostro a mi altura, cierro mis ojos dispuesta a corresponder a su beso.
Bruscamente, me agarran del brazo arrebatándome del agarre de Stefan. Él mira con el señor fruncido a Bastian y este lo mira igual.
—Suelta a mi novia —pide y se escucha enojado.
—Oblígame —Bastian me pega a su cuerpo, provocando a Stefan.
Stefan me agarra de mi brazo libre y me jala hacia él, pero Bastian me tiene bien agarrada.
—Audrey, necesito hablar contigo —dice Bastian.
—¡No tienes nada que hablar con ella! —manifiesta Stefan.
—Tengo mucho de que hablar con ella, imbécil.
—Para tu desgracia ella es mi novia, y tú solo eres su odioso vecino.
Bastian aprieta con fuerza su mano lastimándome, pero le sonríe con burla.
—No sabes nada, inepto cabrón.
Mis ojos casi se salen del lugar.
—¡Ya me tienes harto!
Stefan se le va encima a Bastian, él me hace a un lado y le responde los golpes a Stefan. Mis compañeros hacen barras.
—Vamos Bastian, pártele el hocico —grita Stacy y al darle una mirada asesina se calla.
—¡¡Bastian déjalo!! —exclamó.
Braulio y otro compañero se meten separándolos. Braulio tiene bien agarrado a Stefan, Bastian le da una mirada y él nada más asiente.
—¡¡Suéltame!! —Bastian se libra del agarre de nuestro compañero, me agarra de la mano y me saca casi a rastra del salón.
Bastian camina muy rápido y por más que trató de detenerlo no puedo. El camino se comienza a hacer desolado y lo que tanto temo mis ojos los visualizan, el cuarto de limpieza.
—Bastian.
Bastian no me hace caso, él abre el cuarto, entramos y me suelta.
Bastian cierra la puerta con seguro, se da la vuelta y sus músculos están contraídos de la rabia.
—¿Por qué ibas a corresponder a su beso?
—Es mi novio, es algo normal.
—¿Novio? —se me acerca con una mirada peligrosa—. Eso no parecía ayer, o te recuerdo como gemías cuando te hacía el oral.
Me trago todas las palabras que iba a decir... Aunque en realidad no tengo palabras. Bastian relaja su rostro, y me mira con dulzura.
— Audrey, deja de estar enojada.
—Deja de estar enojada —lo imito—. Me mentiste idiota, sigues acostándose con la jirafa de Tiffany.
—¿Estás celosa? —pregunta con media sonrisa.
—¡No estoy celosa! Estoy feliz, mírame que hasta rio de la felicidad —me rio falsamente.
—Yo no me he acostado con nadie desde el día en que nos besamos por segunda vez —asegura.
—No te creo nada, yo vi los mensajes cuando te invitaba a su casa.
—Ni siquiera le respondí, inclusive la bloqueé.
Mi corazón brinca de la felicidad, pero no por mucho.
—No confío en ti, pero no me importa, puedo pasarla mejor con Stefan.
Su mirada se oscurece, me agarra del brazo y me pega de un solo movimiento a la pared. Su cara está muy cerca de la mía y sus labios está a una distancia muy pequeña, se podría decir a un centímetro.
—Así que Stefan —está furioso, su voz lo dice todo —. Déjame decirte que tu noviazgo no durará mucho —asegura.
Sonrío de lado.—¿Le vas a decir a mamá?
—Obvio que sí.
—Eres un tonto, porque voy a convencer a mamá hasta que acepte a Stefan y podré invitarlo a mi casa —quiero que sienta celos—, exclusivamente a mi habitación y pasaremos encerado jun...
Tapa mis labios con una de sus manos y la otra va a mi muslo derecho. Comienza a subir su mano lentamente y mi braga se humedece porque estoy bien caliente.
Resiste Audrey, no caigas antes los encanto de Bastian.
—El único que puede entrar a tu habitación soy yo —me dice mirándome a los ojos.
Su cálido aliento me hace aumentar el deseo de besarlo. Mi respiración está pesada, que manera más cruel de torturar.
Quita su mano de mi boca, su otra mano llega a mi vagina y acaricia sobre mis bragas haciéndome gemir de lo excitada que estoy.
—No creo que Stefan te haga mojar tan rápido la braga —dice mientras sonríe con arrogancia.
—Bastian te odi... —se me escapa otro gemido.
No sé cómo paso, pero su mano está en mi vagina y sus dedos me están haciendo sentir maravilla.
—Me encanta cuando gimes, y más cuando dices mi nombre, Audrey.
Esos masajes en mi clítoris me hacen perder el control de mi misma. Mis jadeos hace eco en mis oídos y su mirada lujuriosa me pide a gritos que diga su nombre, especialmente que deje a mis gemidos fluir. Muerdo mi labio inferior para evitar gemir, aunque no sé cuanto resistiré, porque Bastian me está torturando exquisitamente.
—Vamos, no te resista, deja a tus gemidos ser libres —mueve más sus dedos.
No puedo, los gemidos se me escaparon. Siento que me desmayo, cada maldito segundo es una ola de deliciosas sensaciones que viajan por todo mi cuerpo haciendo navegar sin querer para.
Pasan los minutos y mi cuerpo ya no puede aguantar más, se contrae, estoy a punto de llegar a la cima del placer.
—Ba... Bastian, ¡te odio! —digo y con esas palabras y un majestuoso gemido dando a entender que he llegado a la cima del placer.
Bastian se aparta un poco de mí y me sonríe muy contento. Mi pecho sube y baja, y esa sonrisa arrogante en vez de enfurecerme más me calienta. Él me enseña los dedos con lo que me torturó y se lo lleva a su boca lamiéndolo muy sensual.
—Eres tan deliciosa Audrey.
Me quedo quieta. Bastian se vuelve a acercar a mí, me agarra del brazo y me da la vuelta, mis manos y cara quedan contra la pared. Siento su respiración en mi cuello y piel se eriza, él muerde el lóbulo dé mi oreja haciéndome quejar del placer.
Jadeo al sentir su bulto en mis nalgas, trago grueso cuando sus manos aprieta mis nalgas y sube mi falda. Bastian baja mi braga hasta medio muslo, dejando mis nalgas al descubierto.
Vamos Audrey, relájate, cálmate, tranquilízate, piensa en la biblia.
Trato de controlar mi respiración, pero se altera más cuando lo escucho bajar el cierre de su pantalón.
—¡Bastian!
He lamido su pene, pero esto ya es diferente, talvez él quiera llegar más lejos y yo no estoy lista todavía.
—Yo también merezco llegar a la cima — no sé lo que va a hacer, pero tengo un poco de temor.
Mi respiración se corta cuando siento su miembro recorriendo mis nalgas. Trato de ver, pero no me deja.
—Todavía no lo vas a conocer, solo lo vas a sentir, imagínatelo como es Audrey —excitación nivel Dios.
Cierro mis ojos y me lo imagino. Siento algo redondo y eso es la cabeza de su amigo, muerdo mis labios por mis sucios pensamientos. Escucho un extraño sonido y eso me da entender que se está masturbando, muero por ver sus gestos al hacer eso.
Llevo el dedo índice a mi boca y comienzo a jugar. Después de unos minutos lleno de deseo y tensión sexual siento como se corre en mi trasero.
—No te muevas —ordena.
—Ok —escucho sus pasos, y seguido hay silencio.
Oigo el cierre de su pantalón subirse. Escucho nuevamente sus pasos, se pone detrás de mí y comienza a limpiar su semen. Otra vez me excito, ya que aprovecha para apretar mis nalgas.
—Date la vuelta —hago caso omiso.
En su mano tiene un rollo de papel. Bastian me sonríe y comienza a acuclillarse.
—Bastian
—Te voy a limpiar
—Yo puedo hacerlo sola —su mirada oscura hace que mis piernas tiemblen.
—Lo haré yo... No es la primera vez que te veo, además he guardado cada parte de ti en mi cabeza y cada vez que masturbo es pensado en ti —siento mi cara arder.
Comienza a limpiar mis partes íntimas con delicadeza, pero me derrito a cada segundo. Bastian me termina de limpiar, sube mi braga y deja un beso en mi vagina.
—Eres mía, Audrey.
Solamente tuya, Bastian.
Se pone de pie y mi respiración no se controla. Posa su mano en mi cintura y me acerca a él, se acerca a mi oído y muerde el lóbulo de mi oreja. Muerdo mis labios porque este hombre me vuelve loca.
—Grábate esto en la cabeza, Audrey Montesinos: nadie puede tocarte como yo te toco —susurra y me mira—, absolutamente nadie.
Sus labios devoran los míos con intensidad, Bastian me tiene en sus manos. Correspondo a su beso, él me pega contra la pared haciendo quejar, pero de la excitación. Alza mi pierna derecha y su mano comienza a bajar.
El timbre para volver a clase suena, Bastian deja mi pierna y corta el beso. Me da una mirada que te hace 10 hijos.
—Te espero a la 5:30 pm en mi casa.
Bastian no me quiere para nada serio, él solo quiere disfrutar de mí, y no puedo seguir haciendo este tipo de cosas con Bastian, es malo para mi corazón porque él no ha de querer nada duradero conmigo.
Yo quiero ser su novia, quiero que tengamos algo bonito, con esa mezcla de amor y deseo, pero Bastian no se esmeran en nada.
—No puedo, tengo que hacer algo —me recorre con la mirada y me da una sonrisa torcida.
—Solo dime que tienes miedo de lo que puede pasar, a mí no me mientes Audrey, te conozco más de lo que crees —asegura.
Eso es lo que tú piensas, Bastian, si me conociera sabrías que quiero ser tu novia.
—Bastian, ¿quiere que no te mienta? Bien, tengo una cita con Stefan, con mi novio —recalco y él tensa la mandíbula.
—Stefan, está bien, vete con él, salúdalo de mi parte y en tu cita cuéntale todo lo que hemos hecho —está celoso.
—¿Por qué se lo diría?, ¿para qué mi noviazgo termine? Nada que ver, tú y yo no somos nada...
Aunque yo contigo, Bastian quiero ser más que simples vecinos.
—Audrey —me nombra enojado.
—Me voy al salón, Bastian.
Me suelto de su agarre y salgo del cuarto de limpieza. Voy rápido al salón. El profesor no ha entrado, voy a mi asiento y Stefan se pone frente a mí.
—¿A dónde te metiste con Bastian?
¡¡Piensa en algo Audrey!!
—Fuimos a la cancha, ¿por qué?
—¿Por qué demoraste tanto con él?
—Yo solo hablé 5 minutos con Bastian.
—¿Y demoraste tanto para regresar?
—Es que fui al bar, luego fui al baño y estaba lleno, me tocó esperar porque la vejiga se me reventaba.
Bravo Audrey, te llevas el premio a la mejor mentirosa. Si supiera que revente del placer que me dio Bastian.
Se acerca a mí para besarme, pero una voz peligrosa hace que se aparte de mí.
—Permiso, que voy a sentarme.
Stefan se aparta y Bastian toma asiento. Está furioso, pero que se trague su furia.
—Buenos días —dice el profesor de idiomas.
Stefan se va a sentar y el profesor comienza a dar clases. Veo la espalda de Bastian y recuerdo todo lo que hicimos en el cuarto de limpieza.
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Editado: 12.07.2022