Al abrir los ojos sentía el dolor esparcirse desde mi cuello hacia toda mi espalda. Mis brazos colgaban y a la vez estaban atados con cadenas.
El olor a agua estancada mezclado con humedad, a mi alrededor el lugar era tétrico y oscuro. Solo una vieja luz y el sol en el atardecer que se veía desde la ventana.
— ¿Dónde estoy? —dije tirando de mis manos— ¡Sáquenme de aquí por favor!
Mis ojos llorosos y mi ropa toda sucia, mis muñecas dolían de la presión de las cadenas.
— ¿Despertaste princesa? —un tipo alto y delgado entro a la habitación.
El tipo se inclino hacia mi y me tomo de la barbilla. Sus ojos eran celestes y su pelo oscuro, y una cicatriz que cruzaba desde la ceja y la mejilla.
— ¡Suéltame! —dije apartando su mano.
Mire hacia uno de los estantes y una cubeta, lo mire fijamente y lo lance sobre él.
— ¡Eres una desgraciada! —grito apartando la cubeta.
El hombre se levantó y salió de la habitación enojado. Mire las cadenas y observe fijamente, observando a mi alrededor buscando algo que pudiera abrir los candados.
Sobre la mesa de laboratorio al lado una maceta con una pequeña plantita. La mire fijamente tomando mi poder y atrayéndola hacia mí, la planta comenzó a crecer y cada vez se hacía mas larga, las ramas tomaron vida y se introdujeron dentro del candado.
Mis manos quedaron libres de las cadenas y mis brazos cayeron a mis costados, tomé fuerzas y me puse de pie, sali de allí y me encontré en un pasillo antiguo hecho de piedra, oscuro y sin ninguna salida.
Empecé a correr mirando hacia todos lados, pero de golpe sentí que me tomaron de los pelos por detrás.
Mi cabello era largo que llegaba hasta mi cintura, las finas mechas rojas resaltaban, pero el dolor del agarre se esparcía por todo mi cuero cabelludo.
— ¿A dónde crees que vas niña? —la voz era de una mujer.
— ¿La dejaste escapar? —a lo lejos los gritos de un hombre— ¡Maldito idiota Forec!
La mujer me tiro hacia atrás haciéndome caer de espaldas con sus fuerzas me empezó a arrastrar por el suelo.
— ¡Ah suéltame! —con mis manos trataba de separar la mano de la mujer.
Me di vuelta y me abalancé hacia la mujer haciéndola caer hacia atrás.
Me encontraba en una habitación oscura con una bola de cristal que resaltaba en el medio. Me pare al lado y pase mi mano sobre ella, proyectándose en el bosque.
Brais gritando mi nombre… y Eider llorando…
Mi corazón dio una puntada me acerque hacia la puerta pero una mano se poso en mi hombro paralizándome por completo.
— ¡Suéltame! ¡Ah! —grite para luego desvanecerme en el suelo.
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Editado: 16.08.2022