Tomé aire como si me hubiese estado ahogando y abrí mis ojos, la luz del sol entraba por una ventana y me había cegado por completo.
De pie a mi lado había una mujer y fue en ese momento que tomo mi mano.
Un pasillo… el piso estaba empapado de agua… la mujer vestida con un uniforme de color blanco… la enfermera con la mirada sobre unos papeles… ella sin ver el charco… sangre y la mujer desplomada en el suelo…
Quite mi mano mi cara de espanto por lo que acababa de ver.
—¡Suélteme! —dije al ver que ella seguía con su mano sobre la mía.
Al mirarla a la cara otra vez en mi mente se reproducían esas imágenes. ¿Una caída la había lastimado de aquella forma? ¿O mejor dicho esa caída le iba a provocar algo lamentable?
Quería llorar de la desesperación y los nervios que estaba sintiendo en ese instante. Ella se hizo hacia atrás espantada al ver mi reacción, aparte la sabana a un lado y me levante de la cama.
Quería irme a casa y no volver allí, poco a poco los recuerdos de lo que me había sucedido aparecía.
Debía buscar la salida, nadie me quería allí y por lo menos en la otra realidad pasaba desapercibida.
Empecé a correr por los pasillos, tenía la vestimenta que te ponían en la enfermería, no me importo correr como una desquiciada.
Varios alumnos que pasaban por los pasillos me miraban extrañados solo los ignore.
Me sentía perdida y con mi garganta que poco a poco parecía que se cerraba.
No podía vivir así ya no aguantaba más, las visiones se habían convertido en un peso que ya no soportaba.
Estaba llegando al final de uno de los pasillos pero dos personas se encontraban de pie.
Itaro y Tavia estaban de pie mirando hacia afuera, estaban justo parados en la salida de la casa.
<< Debo irme de aquí >>
Tome aire mientras las lágrimas corrían por mis mejillas. Ellos no iban a obligarme a quedarme allí.
Avance y ellos giraron en mi dirección, Itaro abrió sus ojos sorprendidos y Tavia avanzo hacia mí.
—¡Dacia! ¿Qué sucedió? —ella se acercó a mí y mis piernas empezaron a flaquear.
No pude evitar caer al suelo de rodillas. No podía aguantar ya no me sentía capaz de aguantas.
—¡Me toco y… —grité desesperada llevando mis dos manos a los costados de mi cabeza— vi su futuro!
—¡Tranquila Dacia! —Tavia intento tomarme de las manos, pero aleje mis manos.
—¡No me toques! —grite haciéndome hacia atrás.
—Solo debes calmarte… ver el futuro es una habilidad maravillosa —empecé a negar con mi cabeza al oír a Tavia.
—¡No veo el futuro bueno de nadie solo veo lo malo! ¡sus desgracias! —cubrí mi rostro sin parar de llorar.
Itaro estaba de pie a mi lado y Tavia estaba inclinada en frente mío.
—Puedes manejarlo Dacia… —Itaro hablo a lo que yo más calmada lo mire como si hubiese dicho una estupidez.
—No puedo hacerlo —tome aire tratando de calmarme— nadie me ayuda…
—Nosotros te ayudaremos —dijo Tavia tratando de generar tranquilidad con su tono de voz.
No la mire y solo baje mi cabeza, sentía la energía recorrer mi cuerpo, esa energía que quería salir.
De repente el vidrio que estaba en el techo empezó a trisarse, levante mi cabeza mirando al vidrio que dejaba pasar la luz natural.
—¡Debes calmarte Dacia! —dijo Itaro a lo que yo lo mire.
El y Tavia miraron a nuestro alrededor, las masetas y esculturas, todo estaba vibrando.
—No lo estoy haciendo yo… —dije mirando a Tavia.
Ella me miro y se puso de pie, mirando a su alrededor y una ráfaga de viento apareció. Me puse de pie mirando a todos lados.
<< ¿Qué estaba pasando? >>
—No creo que sea Dacia… aún no sabe canalizar la energía —comento Tavia mirando a Itaro.
Ambos cruzaron miradas y luego me miraron a mí.
—Te ayudaremos en esto pero debes aprender a controlar tus emociones —dijo Itaro con el ceño fruncido.
¿Piensan que yo quise destruir el vidrio sobre nuestras cabezas?
—Solo debemos esperar y no ser impacientes —volví a mirarlo con confusión.
Eso significaba que aún no recibiría ayuda de su parte. La misma mujer de la enfermería apareció con una planilla en sus manos.
—Acompáñala a su cuarto —ordeno Tavia.
Volví a mirarlos pero ellos se alejaron y hablaban entre ellos. Tragué saliva y empecé a caminar dirigiéndome a mi habitación.
—Si te siente mal no dudes en ir a la enfermería —dijo la mujer seriamente sin mirarme a los ojos y anotando en una planilla.
Mire su vestimenta y esos zapatos color negro de tacón bajo. Ella se alejó por el pasillo y una chica venia de la otra dirección.
—Se me cayó el jarrón de agua iré a buscar para que lo limpien —dijo ella mirando a la otra chica que estaba de pie en la puerta.
Me quede allí de pie y trague saliva.
¿Debía ir detrás de la enfermera? Mi corazón empezó a latir con rapidez y mis manos empezaron a sudar.
<< No cambiaras nada >>
Me mordí la uña y aprete mis puños, Sali corriendo por el pasillo otra vez. Y al girar vi justo el momento cuando la enfermera cayó sobre el charco.
Cerré mis ojos y me quedé inmóvil, solo escuchaba los llantos de la mujer.
—¡Ayuda! —exclamo la mujer adolorida.
Un grupo de chicos salió de sus cuartos y vieron a la enfermera, fue donde vi que el agua en el piso se había tornado de color roja.
<< Vidrios… >>
Lleve una mano a mi boca y mis ojos se pusieron llorosos. Una de las chicas me miro fulminándome con la mirada.
—¿Otra vez tu Dacia? ¿Cómo te atreves? —dijo la chica mirándome con odio.
Negue con mi cabeza pero todos los que estaban allí me miraban con esas miradas culposas.
Retrocedí para alejarme de allí y entrar en mi habitación.
¿Creían que la culpable había sido yo?
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Editado: 17.07.2024