La luz blanca estaba sobre mi rostro y mi vista trataba de adaptarse a la luz.
Observe todo a mi alrededor hasta que me percate que estaba sobre una camilla.
<< ¿Otra vez en la enfermería? >>
Pero me sorprendí al ver a alguien con la cabeza recostada sobre mi brazo.
Una sonrisa apareció en mi rostro y fue cuando recordé lo que había sucedido.
Brais quería saber sobre su futuro y yo no había visto nada algo que me parecía extraño. Pose mi mano sobre su cabeza acariciando su cabellera dorada.
¿Cómo podía tener el pelo tan brillante y suave?
—Despertaste… —quite mi mano rápidamente.
Mis mejillas ardían y mire hacia otro lugar.
—Lo bueno es que estas bien —volví a mirarlo y el sonreía— estabas conmigo al menos nadie podrá decir nada.
Volví a mirarlo y levanté una ceja confundida por lo que acababa de decir.
—¿De que estas hablando? —pregunte extrañada.
—Nada es mejor que mantengas tu mente en otro lado —dijo el dándose la vuelta.
¿Mantener mi mente en otro lado? ¿A qué se refería? Y lo principal de todo era porque había llegado allí.
El se hizo hacia atrás pero tome una de sus manos, su mirada se dirigió a nuestras manos y luego a mi rostro.
—¿Qué sucedió? —parpadee varias veces.
—Vaya ahora que sabes que conmigo no puedes ver nada ¿me tocaras? —dijo entre risas.
Me sonrojé ante su comentario y solté su mano, para luego sentarme en la camilla. Tenía puesta la misma ropa así que no hubo necesidad de ponerme esos camisones absurdos.
—¡Dacia! —exclamaron de repente— ¡Despertaste pareciera que fue una eternidad!
Eider entro a la habitación y se acercó a mí con los brazos abiertos. No pude impedir aquel abrazo.
Eider en el baño de nuestra habitación… golpeándose contra la puerta.
—¡Eider! —dije separándola de mi sutilmente.
—Lo siento —dijo apartándose y mirándome con una sonrisa.
Le sonreí de la misma manera y la miré directo a los ojos.
—Ten cuidado cuando salgas de bañarte —ella me miro sorprendida.
—¿Qué me va a suceder? —pregunto asustada.
Solo reímos ante la situación, lo había permitido sin siquiera pensarlo demasiado.
<< Un pequeño avance >>
—La profesora Merila quiere verte —dijo Brais interrumpiendo en nuestro momento.
Miré a Brais y asentí, me sorprendió su actitud y al parecer no era la única sorprendida.
Salimos los tres de enfermería caminando por los pasillos que estaban más desolados que lo habitual.
—No hay nadie —dije al ver la ausencia de personas.
Eider me miro y sonrío, su sonrisa no era la de siempre esta lucia algo menos feliz.
—Sucedieron algunas cosas… —dijo Eider mirando hacia el frente.
Brais carraspeo y miro a mi amiga que solo puso sus ojos en blanco.
—Pero nada alarmante supongo que la profesora Merila —ella no termino porque Brais la interrumpió.
—¿Hablas demasiado no te parece? —mire a Brais que miraba con seriedad a Eider.
Me reí ante la situación ya que sabía que Eider era una persona demasiado expresiva.
Llegamos al salón de la profesora Merila y ella ya estaba de pie esperándome, al verme sonrío y se acercó a mí.
—¿Te encuentras bien querida? —pregunto observando mi rostro.
Yo asentí y miré a mis dos acompañantes.
—Gracias queridos tengan cuidado —dijo dando una pequeña mirada a nuestro alrededor.
Entre al despacho de Merila, otra vez el olor a libros mezclado con fragancia a jazmín.
Tome asiento en el sofá y mire el pequeño trompito que había sobre la mesita.
Lo tome entre mis manos para observarlo.
—Es un amuleto ¿Precioso verdad? —pregunto ella al ver el objeto entre mis manos— gira lento porque tienes energía algo débil.
Mire al pequeño trompo transparente que dentro de el tenia como arena, y giraba lentamente sobre la palma de mi mano.
Lo observe por unos minutos y a mi mente vino el momento con Brais.
—Descubrí que no puedo ver el futuro de Brais… —dije sin despegar la mirada del objeto— ¿Qué significa eso?
Merila se sentó en frente mío y se acomodó los lentes.
—Quizás hay una explicación pero en estos momentos ni tu ni yo sabemos el por qué…
—¿Morirá? —dije hablando casi en murmullo.
Sentí una extraña sensación de tan solo pensar en eso.
—No digas eso Dacia… en estos momentos espero que todos estemos a salvo —mire a Merila extrañada.
—¿A qué te refieres?
—No lo sé no eres la única con preguntas y pocas respuestas —mire el amuleto una vez más— a veces confiamos en personas que ni siquiera tienen idea de lo que hacen.
A mi mente vinieron dos personas Tavia e Itaro ambos eran los encargados de la escuela Fiimburg pero ambos generaban intriga.
—¿Puedo proyectar mis visiones verdad? —dije recordando a Eider.
—Claro que si y también tienes el poder te transformar aquellos que quieres que vean.
—¿Cómo un falso recuerdo?
—¿Por qué le mentirías a alguien? ¿Acaso piensas engañar a las personas? —negué con mi cabeza y la miré a los ojos.
Hice silencio y me puse de pie para asomarme hacia el balcón.
Otra vez el presentimiento extraño y mi recuerdo de las luces rojas brillantes observándome desde la oscuridad del bosque.
—Terminé en la enfermería… porque sentí como si me hubiesen llevado mi energía ¿Qué significa eso? —hice una pausa y me volví al sofá— ¿Brais hizo eso?
Merila dejo a un lado su anotador con la pluma y no me miro a los ojos.
Parecía dudosa y nerviosa como si estuviese pensando que decir.
—Brais no tiene esa habilidad y no pienso que el utilizaría tal habilidad para hacer el mal.
—¿Hubo otras personas como yo? —ella me miro y sonrío débilmente.
—Es tan sorprendente lo que ocurre contigo Dacia y por eso mismo debes tener cuidado… no te dejes llevar por las emociones.
Estaba a punto de decirle sobre lo que había visto pero solo hice silencio.
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Editado: 17.07.2024