Capítulo 06.
Portland-Oregón EE.UU/ Jueves, 29-08-2013.
No sé dónde está Nate, Natalia dice que no llegó a dormir cuando lo fui a buscarlo, la única opción es que este con los CD por lo que estoy aquí frente a la casa de Diego con las cejas arrugadas y molesta por la preocupación que Nate le hace sentir a Natalia, a quien veo cada vez más frágil.
Toco el timbre y es André quien sale, me mira y su expresión de fastidio no la paso por largo, siento lo mismo amigo castaño.
—Abre —ordeno, arquea una ceja.
—No —responde burlón.
—André abre, vengo por Nathaniel —cruzo mis brazos sobre mi pecho, sonrío con cinismo.
—Nate no está aquí —miente con descaro.
—Claro —digo con sarcasmo — ¿Y dónde se supone que está si no es aquí?
—Con Maya —lo miro con aburrimiento al escuchar el nombre femenino.
—Abre que voy a llamar a Diego para que me abra él porqué eres tan idiota e inútil que no sabes abrir una jodida puerta —su mueca de burla desaparece, me mira con furia, abre la puerta de la reja, sonrío con victoria pasando por su lado, intenta chocar su hombro con el mío, pero lo esquivo a tiempo dejándolo con ganas de fastidiar.
Entro a la casa dando grandes pasos furiosos, veo a todos jugando videojuegos con pizza y cervezas, están en calzoncillos. ¿Por qué siempre están en calzoncillos?
André entras detrás mío y se quita su camiseta y pantalón de pijama, no había notado su vestimenta. Tengo frente a mí a los 5 chicos más codiciados del instituto en ropa interior frente a mí, cualquiera se sentiría afortunada por ver sus cuerpos, yo me siento exasperada, lo me agradan.
—¿Quién era André? —pregunta Nate con la boca llena de pizza y la vista fija en la pantalla, ni siquiera voltea.
—¡Nathaniel Rodrigo Hall! —chillo, se sobresalta y voltea a verme con horror al notar mi enojo.
—Hola mejor amiga —canturrea con una sonrisita, sus ojos verdes brillan de desconcierto. —¿A qué se debe tanto enojo, azulada?
Ignoro el apodo y me acerco a la mesita de centro, tomo el control remoto y apago el televisor, sus quejas llegan en susurros, pero las ignoro.
—¡Azul! —Nathaniel es el único que se atreve a quejarse en mi cara.
Me quito mi zapato y se lo arrojo a su cabeza, se hace a un lado, pero no es lo suficientemente rápido pues mi zapato cae en su frente, su cara de indignación es digna de portada de revisa, lleva su mano a su frente mientras se queja, me mira con confusión.
—Fui a tu casa a buscar y encontré a Natalia muerta de la preocupación por no saber dónde estaba su hijo idiota —arruga las cejas, recojo mi zapato del piso y miro con furia a los CD que intentan no reír con todas sus fuerzas, los apunto con mi zapato, su cara de burla desaparece al instante, vuelvo a mirar a mi idiota amigo.
—Yo le dije que estaba acá —arqueo una ceja sin creerle —bueno le dije a Fabio que le escribiera —voltea hacia el pelirrojo que tiene una sonrisita culpable, el desconcierto del castaño se borra siendo remplazado por enojo— ¿no le escribiste?
—¡Me olvidé! —se defiende, digno. Lo apunto con mi zapato, borra su sonrisita, asiento ante su sabia decisión.
—¡Fabio, mamá va a matarme! —se queja el castaño mirando a su amigo con fastidio.
Rodando los ojos tomo mi teléfono y le envío un texto a Natalia.
Azul: Está en casa de Diego, ahorita lo arrastra a casa.
Natalia: Gracias Azul, me quedo tranquila.
Vuelvo a mirar al castaño que me mira con una sonrisita culpable aun con su mano en su frente.
—Tu irresponsabilidad a veces me sorprende de formas que no son buenas, Nathaniel —reprocho poniéndome mi zapato.
Frunce los labios, toma mi mano y me lleva a la cocina.
—Qué bueno que se la llevó —escucho a André, gruño y estoy por quitarme mi zapato para volver y darle un buen zapatazo por idiota, pero el castaño me detiene.
—Ignóralo —aconseja Nate — ¿Comiste? —no me deja responder cuando ya está sacando un tazón que llena con cereal.
—Nate... —le pone leche al cereal y deja el tazón frente a mí.
—Come —ordena, arqueo una ceja —me he dado cuenta que has bajado de peso, así que come —abro y cierro mi boca sin saber que decir —come —vuelve a repetir dejando una cuchara en el tazón, lo miro sin saber que explicación darle, rueda los ojos tomando una cucharada, la alza y la lleva a mi boca — ¿Tengo que ayudarte a que mastiques? —pregunta, divertido.
Niego recibiendo la cuchara.
Mierda, me dejó sin palabras. Suspiro, frustrada comenzando a comer sin muchas ganas bajo su mirada verdosa.
—Realmente pensé que Fabio le había escrito, lamento haber hecho que vinieras hasta acá —dice a mi espalda, se acerca hasta que su pecho está pegado a mi espalda, me abraza apoyando su barbilla en mi cabeza y sus manos en mi estómago, me relajo en sus brazos —desde ahora voy a avisarle a mamá yo mismo para que no se preocupe —distingo un poco de culpa en su voz —me visto y nos vamos. Come todo —asiento con la boca llena de cereales y leche.
Besa mi cabeza antes de soltarme, aunque se haya ido aun siendo su cuerpo apoyado sobre el mío, mi cabello aplastado bajo su barbilla, el calor de sus manos en mi estómago y mi corazón sigue errático ante su contacto, sonrío dándome cuenta lo mucho que extrañaba sus abrazos.
Recuerdo el motivo de mi visita a su casa, termino el cereal y mi estomago me agradece recibir algo solito y no solo agua o café, suspiro. Nate vuelve y con su brazo sobre mis hombros me guía a la salida, no me molesto en despedirme de los CD, sé que no les agrada mi presencia.
—¿Para qué fuiste a mi casa? —pregunta, caminamos al pequeño estacionamiento que tiene la casa de Diego, subo al coche de Nate y este se queja.