Mi pasado... me obligo a cambiar

Despertar.

Abrí los ojos y estaba dentro de mi habitación en la granja, voltee a mirar a todos lados realmente confundido por lo que había sucedido y algo desorientado me levante de la cama, salí del cuarto dándome cuenta que en verdad era mi casa y baje los escalones; en el piso inferior estaba mi madre alistando el desayuno de todos con esa característica sonrisa de siempre, por lo ensimismada que estaba con todo aquello no se fijó que estaba justo detrás de ella, o al menos no hasta que choco conmigo.

  • ¡Ay! – Exclamo con fuerza. – No te había visto. ¿Qué haces despierto a esta hora?, hasta ahora nunca ha habido un solo día que me hayas ganado a levantarte antes de que yo te hable.

Ni siquiera pude responderle, mis ojos comenzaron a lagrimear en una alta cantidad y mis brazos me obligaron a abrazarla.

  • ¿Qué sucede? – Dijo esa cariñosa voz, alejándome un poco con sus brazos para mirarme a los ojos. - ¿Ha sucedido algo?
  • Habías muerto… - Dije sin poder ver bien, por las lágrimas.
  • ¿Muerto? – Agregó ella confundida. - ¿De qué hablas? Seguramente has tenido una pesadilla mi niño… - Su voz sonaba realmente agradable y tranquilizante, me abrazo con fuerza y después me pidió que fuera por mi hermana para desayunar.

Sin poder dejar de mirarla camine en reversa por las escaleras subiendo los escalones completamente de espalda; al llegar al piso de arriba la escena se tornó completamente oscura, fue como si alguien hubiera tomado toda la luz y se la hubiera robado. Noté que mis ojos estaban cerrados y poco a poco los fui abriendo, mi cuerpo comenzó a sentir el movimiento de aquel horrible barco y sin poder sostenerme, caí de la hamaca, estando a quizás medio metro del suelo, mi cuerpo estaba parcialmente curado, no tenía cicatrices en ningún lugar pero en algunos otros sitios tenia aun los músculos completamente visibles por la falta de piel a causa de los golpes del capitán, anteriormente. Por la desesperación comencé a gritar y retorcerme, mordí la tela de la hamaca y también mordí mi ropa por el coraje que tenía, comencé a golpear el suelo hasta el grado donde mis nudillos quedaron descarapelados y el hueso podía ser parcialmente visible.

  • Ya basta. – Dijo una ronca voz a la orilla del cuarto. – Algunos duermen de día, otros duermen de noche.

No dijo algo más, y aunque lo hubiera hecho, no me importo en lo más mínimo, seguí realmente molesto golpeando todo, gritando y mordiendo cosas, claro que debí haber esperado que aquella persona no estuviera dispuesta a esperar a que me tranquilizara, por lo que decidió mejor venir a calmarme por si misma… Se levantó de su cama y se acercó a mí, con la luz pude ver a una persona realmente grande de tez oscura y labios gruesos con una mirada penetrante y un ceño fruncido, me atrevo a asegurar que era el tipo más alto de todos pues parecía medir más de dos metros de alto, siendo apenas capaz de caminar dentro de esta habitación, con una sola mano tomo toda mi cabeza me levanto y camino hacia la puerta, al abrirla me lanzo con facilidad y después cerro esa puerta sin decir una sola palabra… Esta acción me calmo un poco, pero aún me sentía molesto por todo lo que aconteció; comencé a caminar por el interior del barco yendo algunos metros más adelante donde se veía la salida hacia la cubierta del barco, apenas asomar la cabeza los sonidos comenzaron a llegar a mí, gritos eufóricos de todos, azotes de los altos mandos sobre aquellos que no hacían su trabajo y algún que otro murmuro maldiciéndoles, voltee a ver hacia la cima justo donde el silbido de Güilé se había escuchado ayer, y le vi sentado en los barrotes horizontales que sostenían las velas mirando hacia la popa del barco, supongo que sintió mi mirada y volteo a verme, al entrar en contacto conmigo asintió la cabeza y después desapareció, sin decir algo o bajar de donde estaba.

  • Ven aquí. – Dijo otra voz desconocida dirigiéndose evidentemente a mí. – Quiero todo esto reluciente para cuando regrese; el capitán nos ha dado permiso de jugar contigo tanto como queramos, después de todo, tal parece que no puedes morir. Entonces si yo fuera tú, me preocuparía porque este lugar este hermoso.
  • No tengo un trapo o cubeta con que limpiar… - Dije yo sin poder mirarle a los ojos, pues me sentía algo atemorizado.
  • ¡Jajaja! – comenzó a reír aquel sujeto con fuerza. - ¡Claro que los tiene! – Dijo una vez más y se agacho a mi altura tomando mis manos. – Aquí están tus trapos.

Todos quienes escucharon esa estupidez comenzaron a reír a carcajadas, pero su risa se acabó pronto pues como dejaron sus actividades los oficiales de cubierta les golpearon a todos para que se apuraran y yo a falta de opciones empecé a tallar con mis palmas el piso cercano al centro del barco que fue por donde salí; todo estaba realmente sucio y no solo eso sino astillado también, frotar con mis manos la madera era muy doloroso y no planeaba intentar quitar con la uña la suciedad… La única buena noticia es que, parece ser que ninguno de ellos puede herirme, excepto el capitán del barco y parece ser que también aplica para los oficiales, pues ellos han estado maltratando a los demás tripulantes sin piedad… 5 minutos después de haberse ido el oficial regreso a donde estaba y mirando el evidente escaso avance que había tenido comenzó a gritarme.

  • ¡Dije que esto tendría que estar limpio para cuando volviera! – No podía ser más evidente que lo único que quería era fastidiarme…
  • No tengo algo con que limpiar, y estas manchas parecen estar impregnadas en la madera… Es imposible quitarlas. – Respondí con seguridad para defender mi “falta”

Esta vez el oficial no dijo una sola palabra, en cambio tomo de su cintura un palo de madera de quizás 40 centímetros de largo y lo hizo hacia arriba, apenas verlo comencé a tallar con fuerza la madera rasgándome las palmas, me queje del dolor y apenas hacerlo aquel sujeto sonrió.

  • Hay una regla en este barco. – Su voz cambio, y ahora parecía estar realmente feliz. – Todo aquel que se queje de dolor, recibirá aún más castigo y con mucha mayor intensidad.



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En el texto hay: batallas, barcos, batalla interna

Editado: 22.11.2020

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