Mi pequeño bosque

Señor y Señora Recherche

Domingo 27 de Setiembre,

10:00 a.m.

Inmediatamente apago el celular y lo pongo contra mi pecho. Veo a Baco y, en efecto, sigue dormido gracias a Dios. Me levanto lentamente, desconecto mi celular y entro al baño, cierro la puerta con cuidado y vuelvo a encender el celular, voy a los mensajes y escribo uno para Karen.

-¡ACEPTÓ! Te veo hoy en el restaurant a las 5:00 p.m. para planear todo y tenerlo listo.

Lo envío e inmediatamente Karen lo lee, los tres puntos suspensivos característicos de que alguien escribe aparecen en la pantalla y recibo su respuesta que emerge desde la parte izquierda inferior de la pantalla.

-Está bien, estaré atenta para cuando llegues.

Apago el celular, lo pongo en el estante de las toallas y empiezo a desvestirme para meterme a la ducha, dejo mi pijama en el cesto de ropa sucia y abro la llave del agua caliente. Meto la mano y siento como el agua helada entumece mis dedos hasta que poco a poco se va calentando; el agua emana vapor, empaña el espejo y sé que es momento de entrar. El agua caliente hace que mi piel fría arda como el demonio, pero me quedo ahí hasta que deja de doler y se convierte en una sensación de comodidad.

Mentalmente empiezo a planificar mi día: terminaré de bañarme y me pondré ropa cómoda, le diré a Baco que saldré a pasear (lo cual sí haré), que luego iré a comprar cosas que faltan en el refrigerador (lo cual no es de todo cierto ya que no falta nada, iré a ver a Karen y luego compraré cosas al azar). Por último, me alistaré para ir a la cena/reunión, le diré a Baco que es cumpleaños de una amiga y así no levantaré sospechas con mi atuendo… tocan a la puerta y salgo de mis pensamientos abruptamente.

-Cariño, ¿puedo entrar? – pregunta Baco con voz ronca.

-Claro – escucho cómo abre la puerta y la cierra sin cuidado -, no escuché cuando te levantaste.

Como respuesta obtengo el sonido de la tapa del escusado levantándose seguido de la orina cayendo al agua creando una especie de eco. Recuerdo cuando nuestra relación iba empezando, no fue un inicio normal, ni siquiera fue romántico; pero nos daba vergüenza hacer cosas tan normales el uno frente al otro, cosas como eructar, echar un gas u orinar… y aquí estamos, veinte años después dejando las inhibiciones de lado.

-¿Tienes planes para hoy? – baja la palanca y como consecuencia la presión del agua disminuye ligeramente durante unos segundos.

-Sí, de hecho – respondo -. Primero iré a pasear un poco, quiero despejarme. Después iré a comprar.

-¿Comprar?, ¿quieres que vaya yo? – su ofrecimiento me parece dulce, algo que pocas veces hace es buscar en qué ayudar activamente. Me siento aún más culpable por mentirle.

-No gracias, cariño. Me vendrá bien para tener algo que hacer.

-Oh… está bien – dice -. Entonces dejo que te bañes – escucho que abre la puerta pero no escucho que se cierre, empiezo a enojarme pensando que ha olvidado cerrarla pero entonces noto su respiración por lo que entiendo que nunca se fue del todo. Pienso que dirá algo más pero no lo hace, solo cierra y se va.

10:20 a.m.

Termino de ponerme la sudadera azul rey con capucha y salgo de la habitación. Al igual que todas las mañanas me quedo en el pasillo viendo el cuarto de Bosco, siempre dejo la puerta cerrada para que nadie lo perturbe, como si él siguiera ahí dormido esperando a que lo despierte…

Doy un paso más por el pasillo y un olor agradable llega hasta mi nariz, es una fragancia un tanto dulce. Hace que mi estómago ruja pues él ya sabe que es comida. Camino casi hipnotizada hacia la cocina y mis ojos no creen lo que ven: Baco está ahí con un paño de cocina sobre su hombro desnudo, el cabello le cae sobre la frente y en su rostro hay una mezcla entre duda y concentración, en su mano derecha tiene una espátula con la que voltea los hot cakes mientras que con la mano izquierda sostiene el mango del sartén en el que los prepara. Voy hacia él y antes de que llegue alza la cabeza y me mira, sonríe un tanto avergonzado.

-Buen día, cariño – dice y llego a su lado, lo abrazo por la espalda poniendo una mano sobre su abdomen y otra sobre su pecho.

-Buen día – respondo y hundo mi rostro entre sus omóplatos.

-Creí que te gustaría no cocinar el día de hoy, y mi repertorio está un poco empolvado así que esto es todo lo que pude preparar – alza el sartén en modo de evidencia.

-Hey, mírame – se voltea hacia mí dejando el sartén vacío en la estufa -. Es perfecto, es más que suficiente y de seguro están deliciosos – me toma el rostro con sus manos tibias y acaricia mi mejilla, se inclina y me besa, pongo mis manos sobe su pecho para eventualmente apartarlo de forma tierna cuando sea momento.

-Ammmm, me da pena pedírtelo pero… ¿podrías hacer el café? – pregunta con una sonrisa avergonzada.

-Claro que sí.

10:25 a.m.

Baco sirve los hot cakes en los platos, hizo tres para cada uno. Los pone sobre la isla junto con los cubiertos y la miel de maple. El café está listo, voy a la alacena por las tazas y la veo: la taza de Bosco, la tomo con manos temblorosas y acaricio el asa.




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