Llevo horas en la cama dando vueltas a mi cabeza. Ginebra piensa que necesito un aliciente que me ayude a atravesar todo este engorro de la boda de Gabriel. Yo estoy de acuerdo y sé que el dinero no va a ser suficiente motivación. No sé si estoy preparada para ver al chico que me nublaba el juicio hace a penas un año cruzando el pasillo para casarse con otra. ¿A caso alguien estaría preparado para eso? Es cómo si me poner una tableta de chocolate delante de mis ojos, pero con leche si so no cuenta, y me dices que no me lo coma. Solo si estuviera pasando por una gastroenteritis aguda sería capaz de rechazar el chocolate. Y a veces es que ni eso. Hasta cargándome viva me como el puto chocolate y después lloro mientras me retuerzo de dolor por no poder digerirlo. Así soy yo y ese es el efecto que Gabriel produce en mi. No puedo digerirlo.
Lena me golpea con un cojín en la cara mientras reímos como niñas. Llevamos al menos una hora en la cama y ninguna de las dos hemos sido capaces de dormir. Es lo que siempre hemos tenido en común. La fea costumbre de meditarlo todo a la hora de dormir. Los problemas me quitan el sueño, como diría mi madre, no tienes la mente en paz… como si pudiera escucharla. Y es cierto . Hace días que no tengo la mente en paz. Y no la tengo porque una desagradable sensación me envuelve por completo. Empiezo a barajar la idea de que quizás, solo quizás, me haya equivocado en absolutamente todas las decisiones que he tomado en mí miserablemente existencia. Y creedme, no hay nada nada peor que ver que te has equivocado y lo has echado todo a perder.
Lena se pone boca arriba mientras resopla. Se toma unos minutos de silencio. Sé que ni ella misma tiene clara la respuesta a mi pregunta. Ni yo sería capaz de responderme ahora mismo.
Porque no te das cuenta de lo fácil que lo tienes todo en la vida hasta que la cosa se pone sería. Eso es lo que me pasó a mi , encerrada en mi burbuja perfecta , hasta que me atreví a sacar un pie a la realidad. Y la realidad me dio de frente. A Lena le había pasado algo más o menos parecido. Y siempre es el corazón el que se empeña en complicarlo todo.-
Lena rompe a reír y me contagia su risa así que en segundos parece que un cerdo anda suelto por la habitación. Odio que mi risa me traicione de esa manera pero tuve que acostumbrarme a vivir con ella.
Le cojo la cabeza de forma dramática mientras le pregunto con más énfasis del normal. Ella sigue partiéndose el pecho a mi costa y yo disfruto viéndola feliz. Pobre Lena… ha pasado tanto.. En realidad las dos hemos pasado demasiado en el ultimo año. Hemos renunciado a mucho para estar ahora donde estamos. En una habitación desconocida , en una casa desconocida riéndonos como locas. Pensar en eso me ha hecho darme cuenta de que no se oye ni un solo ronquido de Gin y eso, hacedme caso, es raro.
Mierda, Lena y yo siempre usamos esa frase cuando queremos que la otra responda algo comprometido sobre lo que no queremos hablar. Si pronuncio las palabras pregunta seria en una misma frase tienes que contestarme sí o sí. Son las normas. Así que pongo mis ojos en blanco y hago un gesto de derrota con las manos para indicarle que pregunte.
He puesto cara de estreñida y gesticulo como una neurótica que no hubiera tomado su medicación y Lena me conoce. Así que es obvio que me he puesto nerviosa y es obvio que no sé qué contestar. No hay que sumar demasiado para darte cuenta de la respuesta.
Lena se levanta mientras camina nerviosa por la habitación. Sabía que entraría en histeria. Siempre lo hace. Yo me mantengo tranquila en la cama. He trabajado mucho con mis sentimientos y ahora se controlarlos mucho mejor (estoy mintiendo) .