Siendo que aún era temporada de lluvia, todos iban con paraguas o impermeables, por si les tocaba ir a casa durante el tiempo en que se encontraba lloviendo. Por este tiempo se podía ver charcos de agua y, aunque tampoco se quedaba atrás, lodo. Por tal motivo era que llevaban botas y sus zapatos por aparte.
El camino hacia el campo para hacer física, se miraba de un verde claro vivo. Al ser que llovió durante la noche, este se encontraba mojado. Para todos los parecía la mejor manera de iniciar las clases, ya que podías encontrar por ahí algún charco de agua y salpicar un poco o saltar en él. Pero, como debían de resistir primero los ejercicios de la clase, no podían perder esta oportunidad. Todos, sin decir nada y haciendo lo que la maestra les decía, lograron hacer que ella les diera un tiempo para que jugaran un rato.
Todos empezaron a ir por el campo para poder ver algún sapo o, en el caso de Nebu y sus amigos, charcos para saltar. A ellos no les importaba el mojar sus tenis, ya que se habían preparada de antemano al traer zapatos de repuestos si mojaban los que llevaban. El césped mojado, dejaba ver un cierto brillo al ser iluminado por el sol. Por alguna razón, el cielo despejado hacia que todo se viera tan tranquilo y el frio viento anunciaba que era posible el ir a divertirse y jugar todo lo que quisieran sin temor a que la lluvia los tomara de sorpresa en ese momento.
El grupo de Nebu se dividieron para encontrar más rápido algún charco de agua. Mientras ellos buscaban, Nohemí, que se encontraba riendo con sus amigas, vio como Nebu caminaba cuidadosamente y estaba concentrado en lo que buscaba. Sin dejar pasar la oportunidad de ir a molestar un poco con él, se despidió de sus amigas con el pretexto de querer ir a dar un paseo. Ellas, sin decir nada en contra del pretexto de Nohemí, sólo dijeron "suerte", a lo que ella contesto "gracias". Pero, esto no sería bueno para Nebu, ya que él no quería tratar con ella en ese momento. Lo que le interesaba era encontrar el charco de agua y no dejar pasar la oportunidad de poder saltar y salpicar en él. Pero, debido a su profunda concentración, era inevitable lo que venía a continuación.
Nohemí, con una gran sonrisa en el rostro se acercó despacio a Nebu. Y, sin hacer ruido, lo siguió por detrás viendo lo que hacía. Nebu, que no se había dado cuenta, seguía en su búsqueda con la mayor atención posible. Pero, al encontrar un charco al fin, sonrió de alegría y se dispuso a gritar para avisarle a Pedro y Fernando de su hallazgo. Pero, al voltear, Nohemí le dijo – hola, ¿qué haces? – Nebu, debido al susto, resbalo y se cayó.
Nohemí, con una pequeña risa, le extendió la mano para ayudarlo a levantarse. Nebu, tomando su mano, hizo la mirada hacia un lado mientras decía "gracias". Después de haberse levantado, él miró a Pedro y Fernando que pasaban cerca de ellos y grito, mientras les levantaba la mano en señal de que lo había encontrado – Oigan, por aquí –. Ellos al ver a Nebu, estaban a punto de dirigirse hacia allá, cuando vieron que se encontraba junto con Nohemí. Por lo que sólo le levantaron el dedo pulgar en señal de "bien hecho" y continuaron caminando.
Nebu, un poco curioso por lo que ellos lo habían ignorado, no podía hacer nada. Entonces, con un suspiro, pensó – No puedo creer que se hallan ido. Así no podré divertirme – luego dijo – Además, no es divertido si se hace sólo – Nohemí, inclinando un poco la cabeza ante lo que Nebu decía, dijo - ¿qué es exactamente lo que estabas haciendo? – Nebu – tan sólo quería jugar un poco en este charco pero, bueno, no creo que lo entiendas – Nohemí, saltando en el charco, salpico un poco de agua hacia Nebu, quien dijo - ¡Ah! – luego la miró – ¿Qué crees que haces? – Nohemí – no es obvio. Saltando en el charco – Nebu – esto no se quedara así – sin pensarlo él también salto en le charco salpicando un poco de agua a Nohemí. De esta manera los dos comenzaron a saltar y salpicarse en el charco hasta que la clase término.
Después, una vez regresaron a la clase, Nebu se cambió sus zapatos y la playera. Pero, al darse cuenta de que Nohemí continuaba con la misma blusa, se acercó a ella para preguntarle el motivo por el cuál no se había cambiado. Nohemí, diciendo que había olvidado traer ropa para cambiarse, sonrió y dijo "no te preocupes, no es tan malo quedarme así sólo por hoy". Nebu, recordando que traía otra playera, fue rápidamente a su asiento y, sacándolo, se lo dio a Nohemí diciendo – no es bueno quedarse así. Te puedes enfermar y no quiero que eso pase por mi culpa – Nohemí, viendo el rostro avergonzado de Nebu, respondió – gracias – y se dirigió a cambiarse.
Siendo que ya todo parecía estar bien, las clases comenzaban a pasar. Sin previo aviso, las gotas de la lluvia comenzaron a caer. Nebu, que le comenzaba dar sueño el oírlas, no dejaba de ver por la ventana. En la ventana se veía como en cada momento era un poco más fuerte. Sin saber si prestar atención sería mejor en lugar de ver un cielo gris y un poco oscuro, era una decisión que no lograba prestar atención en lo más mínimo. Al fin y al cabo, lo que Nebu deseaba en ese momento era regresar a su casa y poder tomar algo caliente. Los pensamientos de Nebu comenzaban a cada vez a dejarse llevar y empezó a imaginarse como estaría en este momento si ya estuviera en su casa. De seguro debe de estar caliente estar dentro de su cuarto tomando un poco de chocolate o un poco de café.
Y, sin sentir, las clases comenzaban a terminar. En un momento, en la que el maestro no llego durante su periodo, Nebu se miraba muy tranquilo y sumergido en sus pensamientos. En aquella meditación no cabía ni una pizca de distracción. A pesar del ruido que comenzaba a escucharse en la clase, él no se dejaba llevar nada más que en su dulces pensamientos. Sus amigos, al tratar de hablarle y ver que estaba tan atento en lo que sea que estuviera mirando, lo dejaron y fueron a sus lugares a platicar.