—Me puedes decir... ¿Por qué haces esto? Es demasiado estúpido—repite por enésima vez Holland, expectando una respuesta de mi parte mientras yo estoy en los vestidores cambiando mi uniforme por un vestido rosado.
Ni yo mismo entiendo por qué lo estoy haciendo, podría estar escapando de este reto alocado, mintiendo a Danna diciendo que me rechazó o esconderme en el baño hasta que se acabaran las clases pero no... mi lado valiente chilla a gritos que lo haga de una buena vez.
—No sé...
Puedo imaginarme a mi mejor amigo gruñiendo entre dientes por mi respuesta.
—No te molesta...—baja su tono de voz dos octavas—Que tu mejor amiga haya hecho tanto escándalo por esto... es sospechoso.
Lo sé. Sé muy bien que esto no tiene nada que ver con su obsesión con sus chinos, no quiero preguntarle la razón, tal vez es miedo a su respuesta o tal vez es que mi corazón ya ha estado demasiado tiempo ocultando la verdad y quiere saber la respuesta que he estado esperando toda mi vida.
—Nate, no te obligues hacer lo que no quieres—me consuela, la peluca rubia que me dió yace en mis manos, la miro achinando mis ojos... lo hago ¿o no lo hago?
—Pero...—mascullo—Si me dice que sí ... si me dice que sí... voy a ser la persona más feliz en este universo.
—Y si te dice que no... ¿qué vas hacer? ¿llorar en Internet?—me rebate, apoyando su espalda a la puerta del baño.
—Tal vez...—digo triste.
—Nate, amor mío. Si tanto quieres que te rechace, hazlo.
Me cruzo de brazos molesto.
—Dudo que lo haga.
—¿Cómo que no? Ha rechazado a cada uno de los seres que se le han puesto al frente. Primero que nada es un homofóbico de mierda, segundo no soporta los días soleados y tercero apesta en el fútbol.
Frunzo el ceño. Me arreglo la peluca, aliso el vestido con mis manos, me abrocho los tacones y observo el reflejo en el espejo.
Recién he cumplido los dieciséis y mo cara se ve diferente, siento como mi cara de niño ha cambiado tanto hasta un punto de no reconocerme en el espejo. Un completo extraño me sonríe y me guiña el ojo, animándome a lo que estoy punto de hacer.
Cuando salgo, sin querer, abro la puerta con mucha fuerza que Holland acaba en el piso retorciéndose de dolor, me disculpo, este me saca el pajarito.
Mi amigo se soba la cabeza, mirándome feo.
—¿Cómo puedes tratar así a tu futuro esposo?
—Estás loco. Nunca aceptaría casarme con un estúpido.
Holland se lleva una mano a su pecho en sentido dramático.
—¡¿Cómo te atreves?! Te he dado todo y vienes y me suplantas por ese imbécil que ni una pelota puede patear.
Me sonrojo violentamente.
—Si sabe jugar solo que a veces se tropieza y no anota el gol—defiendo a Liam, Holland se burla, aplaudiendo igual que una foca.
—Claro...—dice sarcástico—. Cuando te rechazé ni pienses en venir a mis hermosos brazos. Te empujaré y te quedarás llorando como una nenita solo.
Le sonrío, lanzándole un beso.
—Pendejo.
—Pindiji.
Mi mejor amigo rueda los ojos, me empuja fuera del baño, mientras yo me sigo riendo de su cara al arremedarle y cierra de un golpe la puerta.
—Ay, que violenta.
🍑🍑🍑🍑🍑🍑
Sigo con mi mirada a Liam, no le encuentro por ningún lado, mi espalda suda de los nervios. La peluca me aprieta tanto la cabeza que siento que mi cerebro se está escurriendo por mis orejas.
Mi crush suele siempre estar por los pasillos o sentado en una mesa comiendo con sus amigos. No le encuentro, miro a la mesa, no hay nadie, observo en los pasillos y solo escucho grillos cantar.
Estoy tan ensimismado en mis pensamientos que no me doy cuenta cuando tropiezo con mis propios pies y caigo de culo al suelo.
—Demonios—maldigo, apoyando mis manos al suelo, en un impulso por pararme, pero unas ágiles manos me rodean.
Parpadeo repetidas veces, extrañado de esas manos. Me levanto y cuando estoy a punto de agradecer, me encuentro cara a cara con mi crush, mi BENDITO CRUSH ¡¿qué hago ahora?! ¿gritar? ¿reírme? ¿hablarle como si nada? Ninguna de estas respuestas me parece correcta.
Sus ojos negros me observa, intentando reconocerme, mis ojos lo están comiendo de arriba a abajo, porque está demasiado suculento como para no comersélo de un bocado.
—Me llamo Liam.
Ya lo sé... me sé de memoria tu nombre, tu código postal, la dirección de tu casa, tu casillero, tu cumpleaños, tus materias preferidas, lo que amas, lo que detestas ¡hasta sé tu oscuro pasado!
—Me llamo...—miro a todos lados, buscando algún nombre creíble... mi mirada baja por el basurero, los casilleros, las muchachas que acaban de salir hasta cuando topo con un cuadro—¿Bella?—ese cuadro, está demasiado feo como para ser el de la Bella y la Bestia, hasta la Bestia parece un pollo ¿qué clase de cuadro es ese?
Editado: 24.12.2020