Mi primer y unico amor un amor prohibido 💕
Capítulo 54
Saúl y mi hermano bajan amanecer cada fin de semana, todo marcha de maravilla, resumo mis días con él, solo son de risas, Ana tiene pareja de verdad me alegro por ella, pues se lo merece, de Mauro no volvimos a saber nada, lo último es que está prestando servicio.
La moto la subimos en un carro, quedó demasiado dañada y el arreglo saldrá demasiado costoso, tocó venderla para chatarra, se quedó sin frenos porque se dañó campana trasera al igual que la delantera, gracias al cielo estamos vivos, no fue provocado ni nada de eso, el accidente solo pasó, nosotros lo vemos como la mejor señal de Dios para demostrarle a todos los que no apoyaban y criticaban esta relación para demostrarles que Dios nos tiene para algo muy grande, que nuestro destino es estar juntos.
Después de eso nadie volvió a juzgar nuestra relación. Navidad este año la pasaremos en casa de mis padres, año nuevo en casa de los suyos, nos turnáremos, como ya no tenemos moto, un primo de ambos, Alberto nos prestó la de él, para poder ir a casa de mis suegros, ya que en carro sale mucho mas costoso.
A principio de enero Claudia vino de la ciudad subió a mi casa, me abrazó me dijo que yo estaba muy repuesta que el matrimonio me sentó muy bien, empezó a molestarnos que seguro ya venia en camino su ahijado, me acariciaba el vientre, diciéndome que ahí estaba su ahijado, le dije que siguiera soñando porque ella sabía que yo no podía tener bebés, le dije que la buena vida era la que me tenía así, porque desde que me casé nunca volví a pisar un cafetal, ni a trabajar, él me decía que me tendría como una princesa, ella no es la única que me decía eso, varias personas me dicen lo mismo, que el matrimonio me sentó muy bien, que mis ojos tienen un brillo especial y diferente, yo solo sonreía, cada 8 días salimos juntos al pueblo en el carro que hace el recorrido los fines de semana, ese día recuerdo perfecto que me puse una blusa verde y unos jeans negros, pero me quedaban muy ajustados más de lo normal, no entiendo porqué, creo que estoy subiendo de peso, eso para mi es fatal, el echo es que ese día me entró un antojo de comer pollo asado y no entiendo porqué, le dije que yo quería y él siempre cumplía mis antojos, mi periodo nunca fue regular por eso no me preocupaba cuando tenía un atraso, aparte de eso me cuido desde hace mucho con pastillas, me comí ese pollo juro que me sabía delicioso, pero no aguantaba el jeans en el vientre sentía que me apretaba mucho, me tocó soltarle el botón, Santi empezó a molestarme que eso pasaba por comer tanto, ese día llegué a la casa enferma, porque cuando preparé la comida todo lo devolví, pensamos que solo sería una gripe o un virus, esa noche me agarró el dolor en la cadera derecha, al día siguiente me levanté y lo despaché pues el tenía que ir a trabajar, me levantaba a las 4 de la mañana, yo preparé el desayuno, pero cuando sentí el olor de los aliños salí corriendo al baño, Santi me miró preocupado, en ningún momento contemplamos la idea de un embarazo, solo pensamos que era un virus, al día siguiente amanecí mejor, yo tenía una vecina mi casa quedaba al frente de la de ella, nos llevamos muy bien, ese día, me dijo que algo en mi había cambiado, que mis ojos tenían un aura muy bonita, insinuó que yo estaba embarazada yo solo sonreí, le dije que era imposible, recuerdo ese día como si hubiese sido ayer, mi madre me mandó con Santi unas empanadas que hizo, nosotros cenamos, yo comí de lo que mi madre me mandó y luego en la noche el preparó una merienda, yo también comí un poquito, en cuestión de minutos salí corriendo al baño devolví todo lo que había comido en el día, menos las empanadas, sentí que tocaban la puerta del baño.
—Santi: ¡Amor, estás bien! Deberías ir al hospital, eso no es normal.
En el fondo empecé a llenarme de pánico, eran demasiadas casualidades, la ropa no me queda, algunas cosas u olores me dan asco, y los antojos, no saben el miedo que sentí de pensar que pudiera estar embarazada, lavé mi rostro y abrí la puerta, lo miré llena de pánico.
—Diana: Y si… —mis ojos se cristalizaron— ,crees que estoy...— me interrumpió.
—Santi: ¡¡¡sssh!!! —me abrazó—, ni lo digas, eso no puede ser, llevas mucho tiempo con las pastillas, ¿las has tomado correctamente?
—Diana: Sí, siempre me las tomo, solo en una ocasión no me la tomé el día que nos casamos, pero al día siguiente me la tomé —lo abracé—, tengo miedo, tengo todos los síntomas de una mujer embarazada —inhalé—,alguna ropa no me queda, cuando siento el aroma de las comidas crudas siento el estómago revuelto, mira lo que pasó hoy.
—Santi: No, tu no puedes estar embarazada, eso no me lo perdonaría jamás —tomó mi rostro en sus manos, una lágrima se escapó de sus ojos —,yo no quiero que nada te pase, no quiero perderte, me muero.
—Diana: Tenemos que pensar en esa posibilidad —me llevé las manos al vientre—, y si aquí crece una vida —,¿no lo querrías?
—Santi: Mi vida eso no se pregunta, sería el resultado de nuestro amor, un pedacito de ambos, pero no, tú no puedes estar embarazada, seria un riesgo para ti.
Ambos sentíamos miedo de pensar en esa idea, en el fondo yo sentía pánico y me negaba, aunque no quería llorar, porque si de verdad dentro de mí crecía una vida yo no quería que él sintiera que lo rechazamos, decidimos pensar que solo era un virus pasajero, pero esa semana siguieron mis ascos, todo lo que comía lo devolví excepto algunas cosas, de las que me antojaba esas no las devolvía, el pánico se apoderó de los dos, no había una explicación lógica, por eso ese fin de semana decidimos comprar una prueba en la farmacia, los dos estábamos pálidos ese día y caminábamos tomados de la mano como si estuviésemos en un velorio, sabíamos el riego tan grande que yo corría, apenas llegamos a la casa, le dije que haría la prueba esa, no esperaría más, ahí decía que el resultado sale en, unos minutos, recuerdo que entré al baño y él se quedó en la puerta esperando, a mi me temblaba todo, hice todo lo que ahí decía y al instante salieron dos líneas marcadas en color purpura, me quedé paralizada, esas dos líneas eran muy notorias, no sabía como reaccionar, sentí una mezcla de cosas que no puedo explicar, Santi se moría de nervios me tocaba la puerta pero yo no respondía nada, solo abrí con los ojos llenos de lágrimas y le entregué la prueba en total silencio, él la miró y sus ojos se cristalizaron, se llevó las manos a la cabeza, yo seguí caminado, entré a la habitación, aún estaba en shock! No quería llorar, no quería que ese bebé sintiera que yo lo rechazaba, en ningún momento pensé eso, solo era miedo, no quería llorar porque no queria transmitirle esas cosas a ese pedacito de vida que ya crece en mi, Santi también estaba en shock! Entró a los minutos aún con la prueba en la mano, se quedó recostado en el marco de la puerta, cruzamos miradas pero ambos sin pronunciar palabra, una lágrima empezó a rodar por su mejilla, yo seguía con la mirada pérdida no quería llorar.
—Santi: ¡ Esto no puede ser verdad! —se llevó las manos a su cabeza y se inclinó —, estas pruebas no son 100% efectivas, es mejor confirmar con una de sangre.
—Diana: Esas dos líneas purpuras están bien marcadas —inhalé —,¡ como diciendo aquí estoy!
Santi empezó a llorar, se negaba a creerlo, no porque no quisiera el bebé, lo hacía por el miedo que le daba el saber, los riesgos tan grandes, el mismo miedo sentía yo, además de planificar con las pastillas, también llevo casi 7 años tomando medicamento para el dolor de las caderas, sentí terror de imaginar que tanto tiempo con esos medicamentos pueda afectar en algo el bebé, tampoco nos hicimos estudios por el echo de ser primos, como la gente dice que pueden nacer con problemas, eran muchas cosas que me llenaban de miedo, murmuró.
—Santi: ¡Perdóname! —sollozó—, no quiero que nada malo te pase.
Me levanté y caminé hasta él, lo tomé de las manos, él se levantó y me abrazó.
—Diana: No es tu culpa mi vida.
—Santi: Esperemos la de sangre.
—Diana: Estoy embarazada, es una realidad — tomé su mano la puse en mi vientre —, aquí crece un pedacito tuyo y mío, un pedacito de vida, el resultado de un amor tan grande, crece aquí —una lágrima rodó por mi mejilla.
—Santi: Si mi vida —acarició mi vientre con tanta ternura —,tengo miedo, no quiero que te pase nada.
—Diana: También tengo miedo, pero solo Dios sabe porqué hace las cosas, no quiero que este bebé sienta que lo estamos rechazando, no fue planeado, será un regalo de Dios y es bienvenido ¿no estás feliz?
—Santi: Mi vida claro que estoy feliz, por Dios, es un hijo tuyo y mío, un bebé del amor de mi vida, pero es normal sentir miedo.
—Diana: Es una mezcla de muchas emociones juntas, pero si Dios nos envió un bebé es por algo.
El miedo estaba presente en ambos, por lo que podía pasarme a mí, lloramos juntos, era una mezcla de tantas cosas juntas, miedo, pero una alegría tan grande, aunque no fue planeado por nosotros fue planeado por Dios y será el mejor regalo y el más bonito, lo esperamos con todo el amor del mundo, seguiré adelante con mi embarazo y que sea lo que Dios quiera, solo le pido que mi bebé llegue bien, Santi estaba feliz, él decía que seria una niña hermosa como yo, le dije; si es un niño no lo vas a querer, me dijo no, porque será una hermosa princesa, acariciando mi vientre empezó hablarle, como lo hacia cada noche, cuando llegaba de trabajar.
—Santi: No te conozco, apenas hace horas me enteré que vienes en camino, no sé como serás, bueno sí —sonrió —,serás igual a mamá con unos ojos grandes y hermosos, tendrás una carita angelical, serás una hermosa princesa, una guerrera y lucharas para estar bien —besó mi vientre, una lágrima rodó por su mejilla —, tienes que cuidar a mamá, allá donde estas, para que tú y mamá estén bien.
Quedamos en no decir nada a nadie todavía hasta no tener los resultados de la prueba de sangre, sentí mucho miedo, pero trataba de mantener la calma, solo quería trasmitirle cosas lindas a mi bebé, esa misma semana pedí cita en el hospital, Santi no pudo ir conmigo, llegué y pedí la cita, estaba muy nerviosa pero en el fondo ya sabía que los resultados serian positivos, luego de unos minutos me entregaron los resultados y me felicitaron, me pasaron al consultorio para empezar los controles, hablé con la doctora y le expliqué mi situación, el miedo más grande era por las pastillas que tomaba para el dolor, ella me dijo que no me preocupara que no eran tan fuertes, pero teníamos que esperar a ver si no le afectaba en nada al bebé, le expliqué lo demás y me dijo que mi embarazo era de alto riesgo, que debía tener mucho cuidado, era delicado por el grado de consanguinidad, también me dijo que más adelante tenía que pedir cita con un ginecólogo que certifique que yo no tengo la capacidad de tener un parto normal, que tienen que programarme una semanas antes del parto una cesárea, pero que eso lo veremos cuando tenga unos meses más, me revisó y todo estaba bien, por las cuentas que me hizo tengo dos meses, quiere decir que cuando estuve en año nuevo en casa de mis suegros ya estaba embarazada, quiere decir que en la noche de bodas quedé embarazada, ¿Cómo pasó, si me cuidaba? Eso solo lo sabe Dios, me puso el control en 15 días, ese día Santi bajó a encontrarme hasta la piedra, subimos caminando juntos, le conté todo, la ilusión ya estaba presente en ambos, enamorados de un pequeño bebé que aún no conocemos, pero que nos llena de tanta ilusión, empezamos a planear como darles las noticias a nuestros padres, se que mis padres no lo tomaran de la mejor manera por mi salud.