Mi prometida

14. Miedo

El silencio reinaba en la habitación, todos me miraban esperando que dijera algo, pero no tenia absolutamente nada que decir, estaba igual que ellos, sin palabras, esperando que alguien calmara la ansiedad que poco a poco iba creciendo en mí.

—No tienes porque preocuparte, Dennise, yo estoy aquí para cuidarte, nadie va a hacerte daño —hablo suave y tomo una de mis manos.

—Debes estar muy atento Thomas, el rumor se esta expandiendo y ya hay personas buscando gemas, saben que tu tienes una, son muchos los ángeles que quieren dejar su naturaleza y vivir aquí, dejar atrás sus responsabilidades —la seriedad al hablar de Louis me hacía poner más nerviosa, parecía una situación bastante difícil y peligrosa de controlar.

—Amore, es difícil de controlar y muy peligroso para ti, no voy a mentirte —hablo mirándome.

—Muchos ángeles van a querer acercarse y pedirte amablemente que los ayudes, que quites sus alas para que puedan vivir una vida humana sin preocupaciones y al lado de la persona que aman, pero no puedes hacerlo, no puedes concederles su deseo porque tu don no puede ser utilizado por motivos egoístas, si lo hicieras traería graves consecuencias.

—¿Qué consecuencias Axel? —pregunto Thomas.

—Podría morir —todos miraban hacia mi al hablar y Karlee estiro su mano para tomar la mía, que aún tenía libre.

—Por eso esto esta información es tan peligrosa, algunos intentarían obligarte a hacerlo, aunque te negaras —hablo ella suavemente, en sus ojos podía ver lo mal que se sentía por mi en ese momento.

Y es que si, con toda esa nueva información que estaban dándonos, me asuste lo suficiente como para querer llorar en un rincón abrazando mis piernas, en ese instante, mas que nunca, quise tener a mis padres y hermanos conmigo, necesitaba su consuelo y pasar momentos con ellos, que tal vez mas adelante no pudiera, porque si alguien me encontraba e intentaba volverse humano con mi don, podrían pasar cosas muy malas, porque me negaría a hacerlo y tal vez decidieran acabar con mi vida por eso.

—Quiero ir a mi casa —miré a Thomas y las lagrimas empezaron a salir de mis ojos.

—Voy a llevarte a casa —asintió, me rodeo con sus brazos y yo escondí mi rostro en su pecho, odiaba que me vieran llorar, pero no podía contenerme, mi realidad estaba llena de peligros y no podía hacer nada para retroceder el tiempo e intentar cambiar todo esto.

—Solo vinimos a hablar con ustedes de eso, lamento mucho haber arruinado su día, pero era necesario que lo supieran, deben preparase para lo que viene —hablo suave Karlee.

Escuche los pasos de los tres al caminar a la salida y luego la puerta cerrándose, yo seguía pegada a Thomas, llorando sin poder detenerme, ahora no solo debía aprender a manejar habilidades que hasta hace poco desconocía, si no que tenia que cuidar mi espalda de cualquier ángel o demonio que intentara utilizarme para darles la humanidad que tanto desean pero que no pueden tener.

—Limpia tus lagrimas amore, no voy a permitir que nadie se acerque a ti o te haga algo… —me aleje de sus brazos y negué con la cabeza.

—Por favor no prometas cosas que podrías no llegar a cumplir, es mejor prepararnos y hacer lo que mejor podamos, pero no me prometas que nadie va a acercarse —lo miré y él asintió —Ahora, llévame con mi familia, quiero verlos y contarles todo lo que esta pasando, van a tener que estar preparados también por si intentan hacerles algo para lograr algo conmigo.

—Haremos eso —se levantó del sofá y estiro su mano, la tome y me guio hasta la habitación y me hizo sentarme en la cama, fue hasta el baño, mojo una toallita, se acercó de nuevo y empezó a limpiar mis mejillas.

—¿No seria mas seguro para mi familia estar aquí?

—No, es mas seguro que sigan allá en su casa, que parezca que no saben nada de tus habilidades —terminó de limpiar mis mejillas, se acerco y besó mi frente.

—Entonces vamos ahora, necesito verlos.

—Esta bien, vamos al auto —me quede mirándolo y suspire.

—¿No es más rápido si tu vuelas y me cargas? —estaba desesperada por ir con ellos, no quería perder ni un segundo.

—No puedo solo llegar y dejar que todo el mundo en su vecindario nos vea bajando del cielo, tu familia puede saberlo, pero nadie mas debería, así que debemos tomar la ruta humana e ir en un auto.

Ninguno de los dos habló de nuevo, solo caminamos juntos hasta el auto, subimos, y tomamos el camino humano hasta mi casa, me sentía molesta con el por negarme la opción más rápida, pero después de unos minutos en el auto, me sentí mal por molestarme, él tenía razón, teníamos que tomar la ruta humana, no podía exponer su mundo al mío, solamente porque tenia miedo de no poder volver a verlos.

Al llegar a casa, baje del auto y corrí hasta la puerta, toque desesperadamente la puerta hasta que mi padre en medio de su molestia por la forma en que llamaba a la puerta, abrió, en cuanto lo vi, me abalance sobre él y lo abrace, necesitaba hacerlo, porque conocía la historia de como acepto entregarme a un extraño.

—Dennise —murmuro sorprendido, mientras me abrazaba de vuelta.

—Lo siento papá, perdón por cómo te hable el otro día, no entendía nada de lo que estaba pasando, no creía que fuera verdad y me deje llevar por la rabia…

—No importa —me interrumpió —sabía que en algún momento te darías cuenta, lo entiendo, pero entren, no nos quedemos aquí afuera de pie, como tontos.

Y ahí estaba, el papá que siempre tuve, dulce, protector y divertido.

Entramos a la casa, nos sentamos en la sala y esperamos a que mi padre fuera a llamar a mi madre a la cocina para decirle que estaba ahí, solo estaban ellos dos en casa.

—¿Los chicos dónde están? —pregunte cuando ya ambos estaban sentados también en la sala de estar.

—después de que te fuiste, vinieron por sus cosas y se mudaron por completo, al parecer siguen un poco molestos con nosotros por no haberles contado nada de esto antes —dijo mi madre mirándome —¿Cómo haz estado?



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En el texto hay: angeles, romace, destino

Editado: 24.07.2020

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