- Bueno niños nos vamos. - Digo saliendo apresurada de los vestidores. Me siento totalmente nerviosa.
- ¿Vienes con nosotlos gato? - Pregunta Gabriel.
- Sí.
- Yo voy contigo. - Dice Gabriel.
- No yo me voy con él. - Discute Gabriela.
- Que decida gato. - Dice Gabriel.
- Nada de que gato decide. Todos se van en mi coche y no hay tema de discusión. - Les digo firme.
- Vamos titi por favor. - Me suplica Gabriela.
- Gabriela. Cuando me refiero a todos. Significa que tu gato estará en el coche con nosotros. - Les digo.
- No sabía que iría con ustedes. - Dice Torres.
- Sí.
- Saben que su tía es muy mandona. - Le dice Torres a los niños.
- Lo sabemos. - Dicen al unisonó con un tono perezoso.
- Gracias por el apoyo. - Les digo con sarcasmo a los Gabs. Ellos me sonríen inocentes. - Recuérdenme lo mandona que soy la próxima vez que necesiten mi ayuda. - Les doy una sonrisa cómplice.
- ¡Te amamos! - Dicen al unisonó con una emoción exagerada.
- Son un par de vendidos. - Les digo con burla. - Vámonos.
Caminamos todos al auto. Acomodo a Hannah en su asiento, mientras que los Gabs se sientan. Voy a conducir, pero Torres está parado frente la puerta abierta del conductor.
- Permiso. - Le digo amablemente.
- No. Esta vez yo conduzco.
- Titi no deja que nadie más conduzca. - Sonrío satisfecha con la respuesta de Gabriela.
- Menos con mis sobrinos. - Añado. - Muévete.
Me extiende la mano.
- Las llaves. - Me pide firme.
Saco las llaves y las agito. Trata de tomarlas, pero las alejo. Se acerca para tomar las llaves. Paso las llaves de mi mano izquierda a la derecha por mi espalda. Con un movimiento rápido le jalo por la camisa. Por el impulso que tuvo al tratar de tomar las llaves se va de boca. Al pasarme de lado le doy una patada en el trasero con mi pierna izquierda. Esto hace que se enderece y no caiga. Torres esta confundido por lo ocurrido. Lo que yo aprovecho para sentarme en el área del conductor.
Enciendo el auto y bajo el cristal.
- ¿Vienes príncipe o te quedas? - Me sonríe de lado.
Rodea el auto, se sienta en su lugar y se abrocha el cinturón.
- Peldiste. - Le dice Gabriel.
Todos nos reímos. Torres solo sonríe mientras todos nos carcajeamos. Pongo música para los niños y emprendemos la marcha. Me pongo a reflexionar por el camino y siento como mis mejillas vuelven a arder. ¿Cómo le permití llegar tan lejos? No. Eso no es lo más importante. ¿Cómo me deje llevar así? Pedí completamente la noción del tiempo, hasta que mis sobrinos estaban en la otra habitación. No me siento capas de volver a mirare a los ojos, pues me siento totalmente avergonzada.
- Amy. Amy. - Torres me llama y me toca el hombro haciendome regresar a la realidad.
- ¿Qué ocurre? - Pregunto despistada.
- Te pasaste hace dos luces. - Me dice Torres. Me fijo en el área y tiene razón. Mi cuerpo estaba conduciendo solo sin un rumbo fijo. - Vez era mejor que yo condujera.
No le contesto, sino que tan pronto puedo doy vuelta en U. Llegamos al lugar y antes de que me baje los niños ya están afuera del auto.
- ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! - Dicen los Gabs muy emocionados al unisonó.
- Cálmense o piensan dejar a su hermanita en el coche. - Les digo y ellos se calman un poco.
Saco el coche. Tomo a una Hannah muy despierta y activa. La pongo en el coche y veo que Torres le agarra una mano a cada uno de los niños, pero no le miro a los ojos.
- Vamos. – Les digo cuando ya está todo listo. Al entrar nos ponen un numero a los 5. Me fijo que puedo ver la chorrera desde la fila en donde cambio el dinero por monedas de juego. - Gabs vallan a la chorrera mientras nosotros hacemos la fila.
- ¡Sí! - Dicen al unisonó y corren hasta el tobogán.
Los veo jugar. No solo para estar segura que esten bien, sino para evitar ver a Torres. Torres pone una mano en mi hombro izquierdo y yo me tenso. Ahora si tengo una reacción normal con él. Es mi reacción cada vez que un hombre me toca, aunque sea un toque leve. Claro con la excepción de Carlos.
- ¿Qué te ocurre? - Me susurra al oído. Bajo la cabeza avergonzada, sin saber que contestar. Al no contestarle, me vuelve a susurrar. - ¿Es por lo de hace rato? - No contesto. Me toma del mentón alzándolo lentamente para que le mire a los ojos. - No me ignores por favor. Yo no me arrepiento de lo que pasó, pero sé que no era la circunstancias, lugar, ni el momento adecuado. Solo me deje llevar, pero te aseguro que me intención no fue ofenderte. - Veo en sus ojos que es sincero.
Me retuerzo los dedos con nerviosismo. Le contesto lo más sincera que puedo.
- Lo entiendo completamente, pero eso no me quita la vergüenza que siento. No sé como me deje llevar así. No fue tu culpa, yo no te detuve. Yo también me deje llevar. Me siento muy avergonzada por eso y a la vez sorprendida de haber llegado tan lejos. - Le explicó.
Pone su otra mano en mi otra mejilla y me sonríe.
- Es increíble lo determinada y fuerte que puedes ser, pero al mismo tiempo tímida. No sientas vergüenza no hicimos nada malo. Te prometo controlar mejor mis impulsos o por lo menos ir más despacio. - Asiento.
Inclina su rostro para besarme, pero al no poder mover la cabeza pongo mi mano en sus labios para evitar que me bese. Abre grandemente los ojos, puedo ver su preocupación, pero antes de que se aleje lo tomo del cuello y le doy un fuerte abrazo.
Le doy un beso en la mejilla, me acerco a su oído para susurrarle.
- No pongas esa cara que a mí también me gustaría besarte, pero no solo estamos en público, sino que la mayoría es menor de edad. Si de por si me siento avergonzada no me quiero sentir peor.
- Claro gatita. - Me susurra al oído. Se le escapa una leve risita.
- Siguiente. - Nos llama la cajera y nos separamos.
Me regala una gran sonrisa la cual correspondo. Le entrego el dinero a la chica con un cupón para tener más monedas. Le pido que me de tres vasos para dividir las monedas. Me los entrega los tres vasos, pero solo en uno están las monedas. Me coloco a un lado para no detener la fila y dividir las monedas.