Entramos a la casa. Pensé que la sala estaría llena de cajas, pero tiene unas sillas de playa y un televisor en la pared. Supongo que Henry lo dejo así, para decorar junto a Ángela. Después de todo este será su hogar. Siento que me arañan el tobillo, bajo la vista para encontrarme a Coco que comienza a ladrarme, buscando un poco de mi atención. Me inclino y lo tomo en mis brazos.
- Hola Coco. Alparecer ya me extrañas. - Le acaricio el pelaje y el responde lamiendo mi mano. - No me babees. – Me quejo.
- Te esta besando. - Me corrige Ángela. - No te quejes que su lengua es mucho más pequeña que la de Rey. Él si que te dejaba toda la cara llena de saliva. - Saca la lengua con una expresión de asco. Luego se pone seria. - Es extraño volver a tener a un familiar canino con nosotros. Sé que Rey era tu perro, pero yo lo consideraba yo lo amaba como si fuera mío también. Era un gran amigo.
Ambas suspiramos al recordar a nuestro viejo compañero de juegos.
- Sí, pero a Coco no vendrá ningún villano a matarlo. - Digo firme. – Además, este cachorro es de los niños. Se puede decir que ya eres abuela. - Le digo con una gran sonrisa.
- Soy muy joven para ser abuela. - Estira su mano para tocar el pelaje de Coco. - Es realmente hermoso y tierno. - Me sonríe.
- ¿Eso significa que no me vas a matar? - Le pregunto esperanzada.
- ¿Por darme otra responsabilidad? - Alza una ceja muy sería. Asiento con una sonrisa. - No sé todavía. Eso dependerá de como se porte, de los niños y claro que vengas de ves en cuando para sacarlo.
- Bueno es parte de la familia ahora y es la única forma en la que puedo tener un perro. Carlos es alérgico.
- ¡Oh! - Exclama y una pequeña, pero perfecta o se forma en sus labios.
Los niños aparecen por el pasillo huyendo de su padre, que al ver al vernos deja de perseguir a los niños y se acerca a nosotras. Extiende los brazos para tomar a Hannah, ella esta estirando sus manitas a su padre.
- Mi niña hermosa. - Le dice Henry, al tomar a Hannah en sus brazos y darle un sonoro beso en la mejilla. - Hola cuñada. - Me da un beso en la mejilla y me susurra al oído. - Gracias otra ves por lo de anoche. - Se aleja con una sonrisa descarada.
Siento mis mejillas arder, algo me dice que estaré roja durante todo el tiempo que este aquí.
- Titi. Titi. Titi. Ven para que veas nuestro cuarto. - Gabriela me toma de la mano y me hala por el pasillo principal. Para luego subir al segundo piso hasta llegar a un cuarto con dos camas. Una con un conforte rosa con flores y mariposas, en cambio la otra tiene un conforte con uno verde tipo jungla y dinosaurios. Las paredes son blancas, sin decoraciones por el momento. Hay una gran ventana de cristal al fondo de la habitación. En la parte inferior de ella tiene un sillón pegado a la pared. - Verdad que es muy bonita. - Me dice muy contenta con su cuarto.
- Es hermoso mi niña. - Le digo con una gran sonrisa y ella da saltitos en su sito. Luego corre y se lanza a su cama.
- Es temporal. - Ángela me susurra al oído. La miro con el ceño fruncido. - Los niños tendrán su propio cuarto, pero aun les cuesta separarse. Las pocas veces que se quedan dormidos separados es solo temporal. Más tarde se despiertan y terminan durmiendo en la misma cama. Siempre es así.
- Madlina. - Me llama Gabriel. Lo miro y el me señala a Coco. - Quielo jugal con Coco. - Me dice y yo le se lo paso. Me sonríe y sale corriendo. Gabriela se levanta de la cama y sigue a su hermano.
- Bueno vamos a enseñarte la casa.
Me enseña los cuartos vacíos que luego serán de los niños, el baño y la recamara principal. Bajamos y me enseña el baño, la cocina, la cochera y el patio trasero. La cara de Ángela esta totalmente iluminada, está formando una familia hermosa. Regresamos a la sala y nos sentamos en las sillas de playa, junto a Henry.
- Me gusta verte tan contenta. - Le digo sincera a mi hermana. - Sigue así cuñado. - Le digo a Henry.
- Eso planeo. Yo soy el primero que quiere mantener esa sonrisa activa. - Dice mirando a su esposa que refleja el más puro amor. Siento como se me derrite el corazón, se ven tan lindos juntos. Henry acerca el rostro a Ángela y le da un beso lento, se puede sentir su amor y pasión en el aire.
- Ya no coman frente a los pobres. - Les digo. Ellos se separan y ambos se sonrojan. - Tan rápido se les olvida que tienen visita. Al parecer una noche no les dio para nada. - Les digo burlona.
- Pues no. Nunca podría saciarme de mi esposa. - Me dice Henry completamente descarado. - Me estaba volviendo loco sin mi familia. - Lo entiendo. Bueno, no la parte apasional, pero si la de extrañar a la familia. – ¿De que te quejas? A tu pareja lo tienes todos los días a tu lado. No eres precisamente pobre del tema. - Me acusa Henry y mis mejillas vuelven arder. Yo y mi bocata. Trago saliva.
- Cierto. De hecho, todavía me sorprende que estén juntos después de tantos años. ¿Cuéntame en que momento se enamoraron? Es que aun no me lo creo, siempre me dijiste que lo querías como a un hermano. Lo único que se me ocurre es que hayan tenido sexo. Para que hallan cambiado de la noche a la mañana tus sentimiento. - Me dice Ángela.
¿Ahora que le digo? Esto no es lo mío. Puedo mentirle a un extraño, pero a mi hermana. No creo que pueda.
- Bueno el amor es así. Se transforma y crese con el tiempo. - Claro hablando en sentido literario, no en experiencia. No le estoy mintiendo. Le sonrío con vergüenza.
Ella me sonríe, creo que porque no me ha ido el rojo de la cara. Lo bueno es que ella esta tan enamorada que ve amor en todas partes. Una vez creyó que yo estaba enamorada de uno de los chicos con los que jugaba baloncesto, él mismo que mis sobrinos mojaron.
- Vamos, pero cuéntame detalles de como fue creciendo su amor y como se dieron cuenta de que estaban enamorados. - Okey. Estoy frita, se va a dar cuenta cuando mienta de verdad. No solo distoricionar la realidad.