Mi Querida Amanda

PROLOGO

 

 

—No regreses con él, Amalia, por favor es lo único que te pido, tienes mi apoyo como siempre hermana, solo no vuelvas con él

 

—Tranquila Amelia, no lo haré, aunque lo amo no es bueno o sano para mí, ni para mi bebé—Acariciando su vientre de cinco meses.

 

 

—Lo siento, tenemos que intubarla e inducirle al coma si quiere que la bebé se salve— Su corazón se partió en dos, su hermana menor, por la que había visto desde que su madre murió hacía ya diez años, hoy estaba casi sin vida y sin el brillo en los ojos que iluminaba cualquier habitación.

 

—Hermanita, te dije, aléjate de él, no lo vuelvas a ver, te dije ¿Por qué Amalia? ¿Qué hacías en el auto con él? No me dejes tú también—Sin evitar arrodillarse al pie de la cama de su hermana con su mano sobre el vientre de esta sin dejar de llorar como si le estuvieran arrancando el alma, cuando de pronto sintió como algo se movía era su pequeña sobrina como diciendo tía no me abandones sálvame, que luchaba por su vida también, era como si fuera el interruptor que la regresaba a la realidad una donde debía tomar una decisión.

 

—Señorita, el tiempo es vital en este tipo de situaciones, debe tomar decisión, desconectamos a su hermana o la inducimos al coma para que el feto sobreviva.

 

—¡No es un feto, es mi sobrina! Pero Haga lo que tenga que hacer doctor y salve a lo único que me quedara de mi hermana es mi querida Amanda. —Aun con el corazón sangrando de dolor, aun con el temblor en sus manos firmo la autorización, aquella simple firma era la sentencia de muerte, de quien siempre iba a ser su hermanita, maldecía el día que le contó que había conocido al chico maravilloso sin prever que él sería su muerte.

 

 

—Hermana, si lo vieras es tan guapo, sus enigmáticos ojos azules, su cabello rubio, esa incipiente barba que tiene, es como un Dios griego, no puedo creer que me invitara un café y conversara conmigo horas de horas, es como si lo conociera de toda la vida.

 

—Amelia se quiere presentar contigo, sabe que eres mi única familia y yo también quiero que lo conozcas, te juro hermanita que cuando lo conozcas te vas a dar cuenta por qué me enamore de él, pero es mío, solo mío, tranquila hermana solo es broma, pero si lo amo mucho, nunca pensé que me pudiera enamorar así de él y él dice que tampoco así de mí.

 

—Él es su hermano Alejandro el que está en el lado izquierdo de la fotografía, son muy parecidos, pero mi novio es mucho más guapo.

 

—Voy a llegar tarde hermana, tengo tarea que hacer de la universidad.

 

—Esta ropa es nueva, no quiero mostrar tanto Amelia, los hombres me miran como un pedazo de carne y no quiero que mi lindo novio se ande peleando con todo el mundo porque no saben respetar a las novias ajenas.

 

—Déjame en paz Amelia, estoy bien, deja de preocuparte tanto por mí, ya tengo veinte años y creo que se te olvido.

 

—No quería seguir estudiando, eso es todo, no Amelia, nadie me convenció de que no lo hiciera.

 

—Esto no es nada, me golpeé bajando las escaleras.

 

—Los lentes son porque me entro algo al ojo y están irritados.

 

—¡Estás loca, él no me golpea!

 

—Lo siento Amelia, tienes razón, no es sano para mí ni para nadie, no sé en qué momento cambio tanto.

 

—No puedo denunciarlo, hermana, es que yo ¡Estoy embarazada! Te juro que no sé qué hacer, hermana ayúdame por favor, solo te tengo a ti y mi bebé, prométeme que no me vas a dejar sola nunca, te juro que no lo volveré a ver, por mi bebé te juro que no lo volveré a ver.

 

—Perdóname, necesito hablar con él por última vez, te juro que luego de eso nunca lo veré no importa si es el padre de mi hija, no lo volveré a ver después de hoy, no soy capaz de verte a la cara por eso escribí la nota, sé lo que me dirás, que una mujer no debe aguantar, golpes, malos tratos y abusos como los que he sufrido gracias a él, sé que me metió a un mundo que me transformo por completo, pero mi bebé me da fuerzas para cambiar y ser la misma de antes, volver a ser tu hermanita, pero por mi bebé tengo que ponerle un fin a todo esto y decirle que se aleje para siempre.

 

 

—Todos los días luego de trabajar viene a ver a su hermana, pobre me da tanta pena, eso de saber que en cuanto nazca su sobrina morirá su hermana, es muy duro, no sé cómo aguanta tanto, el maldito estaba huyendo de alguien cuando su auto termino en un barranco. Eso lo supe por las noticias de hace unas semanas. —Siendo reprendidas por la jefa de enfermeras, la vida de los pacientes no debería ser cuestión de cuchicheo, aunque sea de dominio público, empezó a reclamar.

 

—Buscamos a los familiares de la paciente Amalia Fernández ¿Dónde se encuentran? —Eran dos hombres vestidos de negro como sacados de una película.

 

—Soy yo, mi nombre es Amelia Fernández, soy la única familia que mi hermana y mi sobrina tienen ¿Qué quieren conmigo? — Sin dejar la taza de café que acababa de sacar de la máquina expendedora.

 

—Esta es una orden del juez para realizarle una amniocentesis al feto— Ella quedó sorprendida, anonadada, definitivamente tenía que ser una confusión o una broma de mal gusto, pensaba ella, se llevó una mano al pecho sin poder creer lo que le estaban leyendo, tenía los datos de su hermana hasta el tiempo de gestación, no podía permitirlo, nadie iba a tocar ni una célula a su sobrina y mucho menos hacerle algún examen que la ponga en riesgo.



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En el texto hay: perdon, amor, odio

Editado: 06.07.2023

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