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La luz volvió cerca de la madrugada cuando nuestras hamburguesas habían desaparecido y habíamos reemplazado a las copas de vino por botellas de cervezas.

-No estás cansada?-preguntó al verme recostada en el sofá abrazando un almohadón.

-La verdad es que no. Es como si toda esa comida y el alcohol me hubiesen dado más energía de la que tenía antes del inconveniente del corte de electricidad.

-Lo entiendo.Me pasa exactamente lo mismo.

Me quedé observándolo en silencio. No quería irme a dormir, y tampoco quería volver a esa rutina en la que no nos dirigíamos casi la palabra. Había encontrado en Caleb una persona con quien conversar hasta de las cosas más absurdas que se me pasaban por mi cabeza , y había llegado al punto de confiar tanto en él que podía contarle hasta mis peores secretos y no me sentiría avergonzada.

-Tengo una idea-dije parándome.

-Que se pasa por esa cabecita de influencer?

-Y si jugamos un juego?

-Qué clase de juego?

-Estoy segura de que deben tener alguno de mesa por aquí. Te gusta el “Monopoly”?

-Era realmente bueno en él-infló su pecho de orgullo.

-Bien entonces es lo que haremos. Jugaremos unas partidas, pero con condiciones.

-Cuáles?

-Si yo gano, tu cocinarás . Y si yo gano, la que cocinará soy yo.

-Eso es una apuesta segura? Como se que no me enveneraras?

-Deberás confiar en mí.

-Es un trato-extendió su mano hacia mí- Una pregunta antes de comenzar.

-Qué?

-Te gustan las condiciones verdad?

-Mi vida gira en torno a ellas. Es como asi como me aseguro de conseguir lo que quiero.De alguna manera o de la otra siempre funciona.

-Entonces veremos si eres tan buena como dices ser.

-Ya lo verás-dije antes de ir a buscar el juego.

Dos horas después y con el sol a nuestras espaldas , estaba admitiendo mi derrota.

-Y asi es como yo, el mejor de todos te llevó a la bancarrota. Estoy listo para reclamar mi premio.

-Qué te gustaría comer?

-Lo que la chef prefiera. Pero quiero que sepa que me gusta el tocino crujiente, los huevos bien revueltos y el jugo fresco, recién exprimido.

Lo miré entrecerrando los ojos.

-No te abuses.

-De ti cariño, nunca.