Mi querido tulipán ( Bilogía Familia #1) (2015)

CAPÍTULO 27

Estaba cayendo el sol cuando Alma y Melissa regresaron a casa. Ambas se sorprendieron cuando encontraron la cena hecha y a Alina y Yahir charlando alegremente.

—¡Ya era hora! Pensé que vosotras seríais más rápidas que la tortuga—bromeó la joven—Hemos preparado la cena, por las molestias causadas.

—¡Ains que tonta eres! Cómo si yo no hubiera causado molestias en vuestra casa. Dejémoslo en empate técnico—se asomó a la cocina—¿Qué habéis preparado?

Stamppot—respondió  Yahir que aún seguía en la cocina—Y para el postre—abrió el frigorífico y dentro había unos pastelillos de chocolate—Alguien te mandó chocolate belga y decidimos hacer algo con él.

—No sabía que se os daba tan bien la cocina—no pudo evitar coger un pastelillo—¡Qué bueno está esto!

—Alma—llegó Alina hasta la cocina—¿Qué te parece el menú?

—Tiene todo una pinta estupenda. ¡Qué callaíto os lo teníais! No sabía que cocinarais.

—¿Yo cocinar?—Alina reía a carcajadas—¡Si no sé hacer ni un huevo frito!—le dio una palmadita en el pecho a su hermano—Lo ha hecho él solito ¡Ya ves, es un campeón en todo!

—¡No es para tanto!—añadió el aludido—Es una exagerada, son cosas sencillas—se ruborizó un poco.

—¿Puedo probar el Stamppot? –él asintió y Alma lo probó—Creo que si algún día no te va bien en eso de las motos, deberías plantearte lo de ser chef. ¿Te has puesto rojo?—se acercó a su cara—¡Que fuerte! No tienes por qué, está todo de lujo.

—¿Qué pasa con la cena?—se escuchó gritar a Melissa desde el salón.

—¡Ya va, impaciente!—se volvió hacia el piloto—Vamos, te ayudo.

La cena estaba buenísima, en eso todas coincidieron. Una vez que terminaron de cenar, Melissa se fue a dormir y Alma a recoger los platos sucios y lavarlos, estaba en la cocina cuando puerta del piso se abrió, era Andy que como siempre subía a dar las buenas noches a las chicas. Ambos hombres se miraron muy serios, pero Yahir entendió que era la felicidad de su hermana y se limitó a saludarle, cosa que la pareja agradeció. Se sentía un poco incómodo, era más que evidente que no tenía que estar ahí, se dirigió hasta la cocina donde Alma había terminado de limpiar casi todo.

—Sé lo que vas a decir y ni se te ocurra decirles ni pío—le advirtió.

—Yo no les he dicho nada, pero tampoco me iba a quedar allí. Tres son multitud por si no lo sabías—sacó su móvil para mirar la hora—Es hora de que me vaya, es un poco tarde.

—¿No hablarás en serio verdad?—cogió una espumadera y la alzó en su dirección—Te quedas aquí y punto, donde caben tres, caben cuatro. Eso sí, te toca el sofá porque empiezo a tener overbooking.

—La verdad es que me haces un gran favor, mi idea era quedarme en un banco del parque hasta que amanezca.

—¡Qué dramático!—los dos sonrieron—Yo quería pedirte perdón por lo de esta tarde, me pasé bastante contigo, me dejé llevar por la arpía que llevo dentro, lo siento.

—Yo siento lo que te dije, estaba cometiendo una injusticia contra mi hermana. Has hecho lo que tenías que hacer, sé lo importante que es para ti, y tú para ella. Estuvo insistiendo en venir desde que te fuiste, pero la convencí que no era el momento.

—No, desde luego que no lo era—se sentó en la encimera—Sé que no hice bien en irme sin avisar, pero en esos instantes era incapaz de razonar, huí como una cobarde, huí como Marta cuando me abandonó. De casta le viene al galgo supongo—una sonrisa triste apareció en su rostro.

—Estábamos desesperados, no sabíamos dónde estabas ¿Cómo lo conseguiste? Ni siquiera entiendes el inglés.

—No fue tan complicado. Sabía perfectamente cómo llegar hasta la estación de autobuses, llegué hasta la taquilla y me limité a decir «To Ámsterdam»  Después cogí un taxi y dije «To airport» y milagrosamente me entendió y me llevó. Y en el aeropuerto pues «Next flight to Madrid, please» Y lo demás lo dejé a la suerte—se dio cuenta de que Yahir estaba luchando por no reírse, sin éxito—¿Por qué te ríes? Fueron momentos dramáticos.

—Lo sé, pero es que es gracioso, no me lo imagino—ahora reía más abiertamente y Alma no tuvo más remedio que unirse a él—Lo que no sé es como acertaste a decir esas frases.

—Muy fácil, los traductores de los móviles son muy útiles ¿Sabes? Eso sí, igual la pronunciación era un churro, pero oye aquí estoy, no debí de hacerlo tan mal—cogió un pastelillo de los que habían sobrado y se lo metió en la boca.

—¿Volverás?—preguntó repentinamente.

—¿¡Qué!?—a punto estuvo de atragantarse con el pastelillo—No lo creo, a mí no se me ha perdido nada por allí.

—Algún día tendrás que hablar con Marta, creo que deberías escucharla, se siente fatal por lo que pasó hace años y por lo de ahora.

—No quiero saber nada de esa señora. Si te molesta lo siento, pero no puedo sentarme con ella como si nada hubiera pasado y decirle «mamá» Yo no la estaba buscando, simplemente me la encontré.

—¿Por qué me da la sensación de que no eres tan dura como aparentas?




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