Mi Refugio

Los Condenados

- Ahora me entiendes ¿verdad?, noches interminables de silencio, nada, absolutamente nada. A cualquiera volvería loco esta situación.

- Eres un maldito imbécil…

- Por lo menos no pasaré esto solo.

- Maldito idiota – Dijo entre dientes.

Ya habían pasado varias semanas desde que Joan cayó a la nada, sus cabellos cambiaron a un aspecto gris, su piel empezaba a secarse y el azul de sus ojos se desvanecía junto con sus esperanzas de escapar.

- ¿Qué es esto? ¿Por qué no simplemente morimos? Llevamos días sin comer ni beber, ni siquiera escucho el sonido del viento, solo siento que algo golpea mi piel con furia.

- No necesitas comer, ¿Acaso no lo entiendes? Solo somos tu y yo en este lugar, nada más. Podría decirte que lo que sientes es el viento, pero eso no existe aquí. Pronto perderás la visión, pues tampoco la necesitarás.

- ¿Nunca has intentado escapar? Debe haber algo más…

- Nada, ya lo intenté, cuando caíste escuché de nuevo el ruido del exterior… Hace tiempo que no escuchaba “algo”.

- Espera, ¿Cuánto tiempo llevas aquí?

- No lo sé, perdí la noción del tiempo, no sé si pasan horas, minutos o segundos…

- ¿No había nadie cuando llegaste?

- No vi a nadie cuando llegué, si es que eso preguntas.

- Eso no responde lo que te dije.

- No lo sé, pudieron haber sido alucinaciones o imágenes en mi cabeza mientras trataba de conciliar el sueño después de tanto cansancio.

- No quiero quedarme aquí.

- ¿Qué hiciste para que te envíen aquí?

- …

- Oh… Entonces si es grave…

- Solo cállate.

- Aparte de mi voz no hay nada que puedas escuchar, ver u oler, mucho menos saborear.

- …

Nada es lo que encuentras cuando buscas lo imposible, una ilusión andante, no tiene fin, esa búsqueda es en vano.

- ¿Cuál es tu nombre?

- Oh vaya… Por fin pasó la era de hielo.

- Solo… Dime tu nombre…

- Agar…

- No es un nombre común.

- Tampoco es como si me gustara decirlo, bueno ahora sí, pero prefiero ese nombre.

- Pero me gusta, debo haberlo oído antes.

- Quien sabe…

- ¿Por qué sigues cuerdo? Yo no aguanto estar acá. De solo pensar que pasaré una eternidad aquí me da nauseas.

- Lo estaba, pero cuando caíste, supe que por lo menos no estaré solo. Ya sabes, una pena entre 2 es menos atroz.

- En serio no puedo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo…

- Sabes que no tengo nada que decirte, no hay salida, no hay descanso, no hay nada, no hay esperanzas.

- No puedo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo.

- Cállate…

- No puedo… No siento hambre… No puedo ver más allá… Mi visión se pierde… ¿Acaso no puedo siquiera llorar? ¿QUE CLASE DE LUGAR ES ESTE?

- Pareces muy desesperado… ¿Qué hiciste? ¿Por qué te enviaron aquí?

- …

- ¿Otra vez te vas a callar? Será mejor que pienses que soy la única cosa que veras para siempre.

- No quería hacerlo, solo estuve allí cuando pasó todo…

- ¿Qué pasó?

- …

Joan empezó a sollozar… Sin derramar ni una sola lágrima. Su corazón le pedía llorar, sus ojos explotaban por dentro mientras su cuerpo no respondía, no podía desahogarse… Nada.

- ¿Qué hiciste?

- Yo no hice nada… Te lo juro…

- Algo debiste hacer, ellos no dan este castigo a menos que sea algo grave.

- Yo no hice nada, la encontré tirada en el suelo, había mucha sangre, mucha sangre, su cuello estaba cortado a la mitad, no sabía que hacer solo la cargué y la llevé a la puerta, todos se equivocan, yo no hice nada.

- ¿Estás seguro?

- No sé qué me pasó, solo quiero volver.

- No creo que eso pasé.

Joan tenía 30 años, nació y creció en una familia destruida por la violencia, tuvo muchos problemas en las calles, vivió lo que muchos llaman una vida de mierda, se obsesionó con una mujer que vio en la calle, Verónica, y la acoso hasta el cansancio. Verónica vivía con su pareja en un apartamento corriente. Un día Joan la encontró sola e irrumpió en su casa, bastó solo un golpe para dormirla, la le degolló en frente de las cámaras de seguridad golpeándola para “reanimarla”. La policía llego en minutos, cuando Joan escuchó a la policía cargo el cuerpo y lo llevó hasta la puerta y salió sonriendo. Al tirar el cuerpo frente a todo el público a su alrededor el solo dijo: “¿No es esto hermoso?”. Días después salieron a la luz 47 víctimas con cortes similares a las de Verónica, al mostrárselas a Joan él explicaba con una sonrisa detalle a detalle como él las había asesinado.

No sintió arrepentimiento.

La sentencia fue innegable, “a la nada” promulgo el juez, lugar donde van a parar los criminales más temidos, una realidad dentro del espacio entre espacios, del cual no se puede escapar, ni morir. “La nada” fue apodada puesto que no encuentras más que tu propia existencia.

Agar fue el nombre de la persona que fue condenada por primera vez a la Nada, su delito fue asesinar a sus 4 hijas con sus manos mientras las grababa para después masturbarse viendo el video una y otra vez.

Aún existen destinos peores que la muerte. Solo que aún no los hemos descubierto.

Chezco Ojeda



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En el texto hay: amor, accidente, deshamor

Editado: 12.04.2021

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