—Lo siguiente será una breve descripción de mi vida en la universidad.
Dijo el señor con una sonrisa y cerrando los ojos. Pensó por un momento y luego los volvió a abrirlos para continuar.
—Después de graduarme, estuve pensando a qué universidad asistir… pero después de pensarlo, opté por la Tōdai. La Universidad de Tokio. Viajamos de nuevo a mi ciudad natal.
Después de consultarlo con mis padres, me dirigí a presentar, en la fecha dada, los exámenes de ingreso, los cuales pasé sin problemas, entrando así en la carrera de Literatura junto con la división técnica de idiomas y para aplicarle un poco más, practiqué Elocuencia por mi cuenta. Oh, y… Aparecí nuevamente en la lista de los mejores diez, pero de sexto. Ahí fue donde me di cuenta que habían dos nombres conocidos de otras carreras, donde claramente se leían; Misaki Mana y Takumi Kenjiro. Décimo y Segundo lugar. Educación e Ingeniería, respectivamente.
Justo cuando estaba divagando en la clasificación, sentí un pequeño golpe en la espalda y al voltear vi que eran ellos. Ambos tenían una gran sonrisa, la cual de inmediato me contagiaron.
—Pensé que no los volvería a ver —dije abrazándolos.
Ambos habían cambiado. Mana estaba más alta y había ganado algo de peso, pero seguía manteniendo su joven figura que al contrario de Kenji, quién había ganado mucho más peso, pues se notaba por sus ojos negros hundidos, y que ahora tenía un brillante cabello negro largo hasta casi el cuello, junto con una piel más pálida, como si no hubiese salido de su casa por un muy buen tiempo. Era casi todo lo contrario que en la escuela donde siempre mantenía buena forma, aún para ser alguien con gran cuerpo, y cuidaba su cabellera dentro de las normas de la preparatoria.
—En cuanto supimos que te presentarías para la Tōdai lo conversamos y decidimos presentar también… Y no estamos solos, varios también postularon. Ahora mismo no sé dónde se encuentran, pero no deben estar muy lejos —comentó Kenji vistiendo el antiguo uniforme de la escuela donde estudiábamos juntos. Mana también vestía igual.
—Ustedes son los mejores… —dije emotivo volviéndolos a abrazar. Casi lloraba en realidad.
—No es para tanto… Y no esperes que nos veamos todo el rato, estudiamos diferentes carreras —dijo Mana alejándose con un pequeño empujón.
A los segundos llego, a quien ella llamaba, su novio. No era el mismo de antes, pero no quería preguntar sobre el asunto recién reuniéndonos.
Luego de pasear por la universidad nos fuimos encontrando a los demás, otros cuatro de los diez del grupo que éramos, y conversamos en la cafetería. Nos saludamos, conversamos, reímos de lo que habíamos hecho y otras cosas más antes de volver a separarnos para irnos a los dormitorios de becados, cosa que nos informaron poco después a través de un comunicado vía correo electrónico. Yo estaba muy cansado, me había levantado temprano a repasar y vivíamos lejos por lo que sucedió anteriormente, el traslado, así que decidí irme primero, pero aun así me acompañaron de vuelta.
Teníamos otro día libre, así que salimos de nuevo en la mañana. El mismo tipo de reunión de siempre; desayunamos en un restaurante, fuimos de comprar, almorzamos, fuimos al parque de diversiones hasta la tarde, pues la entrada estaba a mitad de precio y nos volvimos a despedirnos. Mis padres compraron una casa en la ciudad y los ayudé a acomodar sus cosas. Me dejaron un cuarto para mí, por si quería pasar alguno que otro día con ellos. Les dije que pasaría los fines de semana en la casa, y así hice. Al terminar de mover todo decidí estrenar mi cuarto y dormí en él. Al día siguiente, tenía todo preparado para comenzar las clases, y donde el grupo de amigos solo nos veíamos en las mañanas y al salir de clases, lo usual. Y así poco a poco nos fuimos volviendo más cercanos en cuestión de horarios. Veíamos materias juntos, pocas, pero lo hacíamos. Y así continuamos durante bastante tiempo pues ninguno se atrasó.
Ya todo lo demás lo saben. Lo que pasó con Masumi fue en mi cuarto año de carrera. Pero seguía en la universidad, solo que luego me costaba un poco más de tiempo volver a casa para las fechas vacacionales y fines de semana… Solo por ella. Lo bueno es que no pasaba mucho, aun así extrañaba a mis padres de vez en cuando que no podía. No vivía tanto con ellos, pero aún lo hacía, relativamente hablando… los teléfonos celulares ayudaron bastante. Y como hablábamos todos los días e igual iba de visita los fines de semana, me sentía más tranquilo.
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Editado: 02.11.2019