Mi roto San Valentín

Capítulo 1

La primera fiesta que organicé fue cuando tenía dieciséis. Mis padres no estaban en casa porque fueron a visitar a una tía abuela que estaba muy enferma y me dejaron al cuidado de mi hermano. Él tenía veinte en ese entonces, estaba completamente estresado por la universidad y, en mi opinión, necesitaba una fiesta que lo relajara. Por lo que, con un par de llamadas la fiesta inició en menos de una hora; tuvimos varias precauciones con respecto a los cuartos y las cosas de valor.

 

Siendo tan sólo una adolescente realicé una fiesta digna de recordar. Todos se divirtieron, nadie salió más que borracho y la casa no quedó tan desastrosa porque incluso conseguí que me ayudaran a limpiar. Mis padres ni siquiera notaron que realizamos una fiesta, pero sí que mi hermano se veía un poco más relajado que cuando se fueron. Es que la universidad puede ser muy estresante, pero hay que saber aprovechar ciertos momentos para relajarse y tomar un descanso.

 

Claro que en ese tiempo era muy desorganizada y las fiestas eran algo del azar; no tenía en cuenta nada que podría faltar o sobrar. No me preocupaba por nimiedades. Pero eso con el tiempo ha cambiado bastante. Siendo una mujer con responsabilidades se volvió inevitable no organizar cada detalle y estar pendiente como si fuera la gran fiesta del año, aunque para mí lo era.

 

El tema principal y más urgente era la temática. Aquello era lo que reinaba en la fiesta y lo que me permitía definir otros aspectos de la celebración que eran muy importantes.

 

Puede que aún faltara un mes para San Valentín, pero me gustaba preparar las cosas con tiempo y que luego no tenga que estar completamente atareada con la fiesta y el trabajo. En varias ocasiones fueron fiestas con disfraces de una temática en especial, como de la edad media, de alguna película o programa de televisión. Sin embargo, en esta ocasión, pretendo que las cosas me sean más sencillas. Por lo que seguro que será sobre alguna película.

 

Hace cuatro años que organizo la fiesta de San Valentín, por lo que han sido todas muy diferentes entre sí, claro que con cierto toque de elegancia que es lo que me caracterizó siempre. Pero en este caso, estoy totalmente en blanco respecto a la temática y no dispongo de mucho tiempo, en unos días debería saberlo y preparar todo.

 

Lo bueno es que ya tengo el lugar reservado como todos los años. Así que algo tengo ya preparado. He tenido algunas ideas patéticas desde que caí en cuenta de lo próximo que se encuentra San Valentín. El dinero no es un problema, porque mis invitados aportan algunas cosas y no acabo pagando yo todo el festejo; algo que sin duda me dejaría en la bancarrota. Puede que tenga un buen sueldo, pero no es el suficiente para abarcar la celebración completa.

 

Decido parar en un starbucks para comprar mi desayuno matutino. El ideal para ayudarme a soportar toda la jornada laboral del día de hoy. La fila es larga, pero me permite repasar el informe para esta mañana. Los actores, la película, el tipo de fotografías. Observo el informe del clima en mi Iphone y hago algunas anotaciones en la hoja con respecto a la producción. El día está levemente nublado, por lo que deberemos realizar algunos cambios en consideración para que la iluminación sea más favorable.

 

—¡Ariadne! —llama el chico del pedido.

 

Me acerco aún haciendo algunas anotaciones en una de las hojas que no noto que alguien viene en mi dirección. Choco con esa persona y me contengo al sentir el líquido caliente quemarme la piel. Cierro los ojos y aprieto los labios para no gritar de lo que me está quemando.

 

—¡Lo siento! —Escucho decir a una voz grave.

 

Abro los ojos y me encuentro una mirada apenada color verdosa con manchas marrones. Respiro hondo y decido calmarme para no hacer una escena porque claramente no fue a propósito. Me recompongo y decido tomar mi pedido pasando completamente del hombre que manchó mi ropa, mi informe y mi Iphone.

 

Con una mueca molesta recojo mi frapuccino de caramelo con mis cupcakes antes de dirigirme hacia el auto bastante molesta. Una vez arriba suspiro dejando mis cosas en el asiento del copiloto y mi desayuno en el lugar correspondiente. Me quito mi chaqueta negra, la camisa y tomo una de las servilletas para limpiar toda la sección del pecho que está rojiza por la quemadura. Tengo que dejar de distraerme y mirar por dónde camino, aunque no debería ser la única en hacerlo. Soplo también por el hecho de que me arde como mil demonios y estoy por buscar la ropa de repuesto cuando unos golpes en mi ventanilla me sobresaltan. Giro y me encuentro de cara con el responsable de que mi pecho se vea color tomate.



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En el texto hay: diversion, corazonroto, fiestas

Editado: 12.12.2023

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