En el pabellón de novicios había tres grandes personajes que no habían sido derrotados durante todo el último año, dando la falsa sensación de que estas posiciones eran seguras y que posiblemente serían los primeros en convertirse en los próximos aprendices de mago de la academia Celestine.
Cada vez que uno de estos tres jóvenes combatía en la arena, cientos de novicios vendrían a observarlos luchar. Las razones eran sencillas: Los duelos eran la principal forma de entretenimiento en el pabellón de novicios y también una gran forma de aprender nuevas formas de combate, al ver pelear entre ellos a aquellos novicios que tenían una rica experiencia en duelos.
En la arena de novicios, la alborotada multitud hablaba sin parar ante el inminente espectáculo que estaba por comenzar:
“¡Por fin puedo ver otro combate de Kendra, la despiadada!”
“¡Shhh! Si te oye llamarle así ni tu madre podrá reconocerte luego.”
“A pesar de que todavía no se anima a desafiar a las dos primeras posiciones, ella ya ha vencido a todos los demás dentro del top 10. Por lo tanto, este podría ser otro combate fácil para ella.”
“¡Te equivocas, su rival de hoy es la excepción!
“De hecho esta vez podría no ser tan simple para ella, ya que su rival es ese nuevo genio demoniaco”
“¿Te refieres al Niño Demoniaco? ¡Esto será interesante!”
“De hecho puede ser un gran combate, después de todo son los dos novicios con peor reputación en la academia.”
“¡Exageras! Puede que este nuevo genio de corta edad no tenga honor en sus ataques, pero aún está lejos del nivel de ferocidad que suele mostrar La Despiadada.”
“Quizás… ¡Pero escuche algo interesante! Parece que la apuesta de este duelo será sumamente alta, y fue el Niño Demoniaco quien la propuso. Además, la orgullosa Kendra decidió aceptar esta gran apuesta.”
La multitud continuaba hablando sin parar hasta que en un instante comenzó a callar gradualmente, debido a la entrada de una joven de mirada feroz, y de silueta perfecta, con cabello salvaje, que se acercaba hacia el centro de la arena con pasos seguros.
“Llegó la hora…” suspiró alguien entre la multitud al ver llegar a Kendra.
En una ventana del pabellón de acólitos, dos cabezas que pasaban desapercibidas se asomaban con sus ojos fijos en la arena.
“Cedric dime la verdad… ¿Qué le ves de bueno al pequeño? ¡Kendra lo pulverizará en cuestión de segundos!” dijo un joven pelirrojo mientras golpeteaba su dedo con impaciencia contra el marco de la ventana.
“Killian, como te digo siempre, necesitas ver las cosas desde otra perspectiva ¡No puedes negar que este niño es interesante! Según la información que recaudé tiene tan solo 7 o 8 años de edad como máximo. Y si realmente es tan fuerte como dicen los rumores, podría sernos muy útil luego para nuestro plan. Él definitivamente podría ser la persona que buscamos” respondió un joven de cabello rubio, cuyos rasgos faciales parecían estar perfectamente tallados. Si la perfección existiera en este mundo, este joven tendría tal cosa en su rostro.
“¿Acaso esta es la razón por la cual hiciste que le pida a Kendra que desafié al niño? preguntó Killian, con impaciencia.
"Eso es cierto, esta fue la verdadera razón. Además, como ya sabes, no puedo pedírselo directamente porque es imposible para mi llevarme bien con ella... Pero estamos todos en el mismo barco y deberíamos trabajar juntos, incluso si esto significa dejar de lado nuestras diferencias. Aunque, si se lo hubiera pedido yo directamente, es probable que ella rechazara de inmediato la idea" comentó Cedric, mientras mostraba una amarga sonrisa en su rostro. Su relación con Kendra siempre había sido terrible debido a que sus personalidades eran demasiado diferentes. Ella era orgullosa y dominante, mientras que él prefería la sutileza y la razón ante todo.
“Mira, está por empezar.” dijo Killian con un destello de emoción.
Estos dos jóvenes eran el primero y el segundo en el ranking de novicios de la academia Celestine.
Káel ingresó a la arena solo para notar que esta vez había mucha gente observando, en sus anteriores peleas nunca había tenido semejante multitud. Incluso cuando derrotó al ex número 9 del ranking de novatos y robó su posición, el número de personas viendo era extremadamente menor al que había hoy. La mayoría de las personas se pondrían nerviosas en una situación así, pero a Káel le importaba un bledo todo esto.
Dejando de lado el hecho de que jamás se sintió intimidado por las grandes multitudes, desde su punto de vista, la gran parte de estos jóvenes, que solían venir a ver los combates en la arena, no eran más que unos vagos e inútiles sin remedio que preferían desperdiciar su tiempo viendo a otros; en lugar de concentrarse en pulir sus propias habilidades o estudiar diligentemente.
Además, esta arena le recordaba un poco a sus tiempos como esclavo en la antigua Roma, cuando se vio obligado a pelear en el Anfiteatro de Capua, junto a grandes personajes de esa época como Spartacus y Crixus. Este lejano y desagradable recuerdo todavía le molestaba un poco. En sus últimas vidas, había logrado alejarse bastante de aquellas trágicas memorias. Pero ahora no podía evitar volver a recordarlos otra vez cada tanto, debido a esta arena de duelos.
Frunciendo el ceño hasta el máximo, el molesto Káel se dirigió hacia el centro de la arena y se puso a escasos pasos de la feroz Kendra.
Finamente se obligó a calmarse, en el fondo sabía que lo que había sucedido en una de sus vidas pasadas no tenía nada que ver con su actual situación.
Por otro lado; si las miradas pudieran matar, Káel ya habría muerto varias veces debido a la feroz expresión de su oponente.
Kendra lo miraba fijamente con sus ojos viciosos. Pero Káel solo le echó un ligero vistazo y siguió con calma como si nada de lo que sucediera a su alrededor fuera de su incumbencia.
Editado: 11.05.2020