Tres horas más y por fin estábamos de vuelta en Boston el viaje no era largo, sin embargo, estaba cansada mentalmente. Al parecer ninguno estaba con ánimos de hacer nada más que llegar a una cama y lanzarse a dormir.
Habíamos tomado nuestras maletas para comenzar a caminar y buscar un taxi, entonces Theo me indicó que levantara la vista.
A unos pocos metros de nosotros se encontraba Blake viendo en nuestra dirección, con sus manos en los bolsillos del pantalón y su mirada preocupada. Hasta este momento no me había dado cuenta de las ganas que tenía de llorar. Solté la maleta y corrí hasta mi amigo.
Prácticamente me tiré a los brazos de Blake, quién me tomó fuerte en sus brazos levantándome debido a la diferencia de estatura. Puse mi cabeza en el hueco de su cuello y el llanto llegó sin poder evitarlo.
No importaban todas las personas que nos veían en ese minuto, puesto que era bastante extraño que un chico de un metro ochenta y cinco llevara como un koala a una chica que no dejaba de llorar.
Blake nos metió como pudo en su auto y le entregó las llaves a uno de los chicos. Con suerte pude escuchar que Theo hablaba con mi madre y le decía que todos nos quedaríamos en el departamento de Blake ya que teníamos mucho de qué hablar.
La verdad es que no fui consciente del trayecto solamente estaba segura de que no quería separarme de Blake y que necesitaba llorar.
Llorar como loca descontrolada agotaba, cada segundo me sentía más cansada y lo único que quería era dormir.
Sentí algo blando bajo mi cuerpo, al parecer era la cama. Creí que Blake iba a separarse de mi cuerpo así que me aferré más a él. Una vez que noté que no se alejaría me relajé para dormir.
_ Tranquila pequeña, no te dejaré sola. –Besó mi cabeza-
Comencé a abrir los ojos poco a poco, la luz me quemaba los ojos y nadie se molestaba en cerrar las malditas cortinas.
Abrí por completo los ojos y me encontré con esos desafiantes ojos verdes mirándome detalladamente. Blake me dedicó una pequeña sonrisa y quitó el pelo que se me había ido a la cara. Entonces noté que estábamos como enredados, me encontraba aferrada a él, quién me tenía por la cintura y nuestras piernas eran un nudo.
_ Al fin despiertas perezosa.
_ ¿Qué hora es? ¿Cuánto dormí? –Pregunté-
_ Son las tres y media de la tarde, supongo que tienes hambre y los chicos nos dejaron algo de comida.
_ ¿Dónde están? ¿Por qué se fueron? –Volví a preguntar-
_ Estás muy preguntona –Hizo una pausa- Esperaron a que despertaras pero se aburrieron, así que cocinaron, comieron y luego se fueron.
_ No le dije a mi madre que había llegado.
_ Theo habló con ella y le dijo que te quedarías aquí porque íbamos a comentar el viaje, supongo que no hay problema porque ya tienes ropa.
_ Sí…
_ ¿Quieres hablar de lo que pasó? –Preguntó dudoso-
_No tiene sentido darle más importancia a ese tema, pasado pisado, creo que llorar era todo lo que necesitaba ya estoy bien así que no tienes por qué preocuparte más que por mi estómago vacío.
_ Está bien, pero para eso deberías soltarme. -Rió-
_ Ahora que lo recuerdo –Hice una pausa- Nosotros estábamos enojados.
_Tú lo has dicho, estábamos…
_ ¿No te vas a disculpar? –Lo miré incrédula-
_ Está bien –Miró unos segundos hacia el techo y luego volvió la vista hacia mí- Lamento haberme comportado como un idiota, sé que no es una excusa pero estaba pasando por un mal momento.
_ Por algo somos amigos, puedes contarme lo que sea.
_Prefiero no hablar de esto, ¿vamos a comer?
_está bien… -Rodé los ojos-
Los spaghetti con pollo y crema estaban bastante buenos. La tarde pasó tranquila, nos decidimos por ver películas y evitar todo lo relacionado con los temas que a ambos nos incomodaban.