Mi último primer beso

Capítulo 28

Volver a Boston en el avión privado de Blake fue un poco extraño, sobre todo porque el ambiente entre Sam y Theo era bastante tenso. Podía ver la tristeza en los ojos de ambos, sin embargo, sabía que un tiempo lejos les haría bien a ambos.

Era sábado y me encontraba desayunando con Blake en una cafetería cercana a mi casa.

_ No quiero estar solo. –Fue lo primero que dijo Blake-

_ ¿A qué te refieres?

_ Estaba acostumbrado a vivir con mi abuelo y cuando volví a Boston no fue tanto el tiempo que estuve solo… El departamento me parece demasiado grande ahora.

_ ¿Qué puedo hacer por ti?

_ ¿No has pensado en independizarte un poco? Sé que no hay nada mejor que vivir con tu madre, pero… ya tienes veinticuatro años, supongo que quieres tu espacio.

_ ¿Qué es lo que quieres exactamente Blake Scott? Habla claro porque sabes que no me gustan los rodeos.

_ Mi departamento es lo bastante grande como para que vivan dos o tres personas, no quiero estar solo así que pensé que sería una muy buena idea que mi mejor amiga se fuese a vivir conmigo.

_ ¿Estás loco? –Digo de inmediato- Mamá moriría de pena…

_ Puedo hablar con ella. –Dice como si fuera lo más normal-

_ No lo sé…

_ El departamento queda a diez minutos de tu trabajo, tendrías tu espacio y yo compañía. Es la mejor idea.

_ ¿Pagaríamos las cuentas a medias?

_ No, pero puedes cocinar a cambio. Sabes que soy un asco en la cocina…

_ No es mala idea… -Digo pensando en voz alta-

_ Por supuesto que no –Ríe-

_ Si tú hablas con mi madre y ella dice que es buena idea me cambio mañana si quieres. –Sonrío al pensar en que mi madre es de esas que no les gusta dejar a sus hijos salir del nido-

_ Perfecto, vamos de inmediato.

Terminando el desayuno, le envío un mensaje a mi madre para decirle que iré con Blake a casa. De inmediato me llama y me da una charla de que no debo ser desconsiderada y que lo invite a almorzar, a lo cual no me niego porque simplemente no debes negarte a nada de lo que diga Malu Hamilton… si quieres seguir con vida.

Al llegar a casa seguimos a mi madre hasta la cocina ya que Blake cree que es la mejor oportunidad para hablarle. Yo me quedo viendo como mi amigo le explica toda la situación a mi madre y no puedo evitar reír a la ver su nerviosismo. Nos quedamos en silencio a la espera de una respuesta, que sé será negativa.

_ ¡Por fin Dios me ha escuchado! –Dice mi madre en español- Ya era hora de que dejaras el nido Sofía y me alegro de que sea con Blake. Si te soy sincera nunca me gusto mucho ese James… ya le decía yo a tu padre que ese muchacho tenía algo raro. ¡Robert! –Grita mamá a papá- Nuestra niña por fin recapacitó y se va a vivir con Blake… Hija –Me habla a mí y yo sigo como estatua- ¿necesitas que te ayude a empacar?

_ ¿Y cuándo te quieres mudar mi niña? –Pregunta papá entrando a la cocina-

_ ¿Pero qué clase de padres son ustedes que echan a su hija del hogar? –Digo un poco molesta-

_ Siempre supimos que tú y Blake eran el uno para el otro… -Comienza a decir mi madre-

_ Mamá, con Blake somos amigos. Esto es para que él no esté solo y yo pueda independizarme un poco. –Aclaro-

_ Si así le dicen ahora… -Mi madre no me cree- Entonces, ¿Cuándo te cambias?

Después de prácticamente rogarles a mis padres que no empacaran mis cosas por su cuenta me decidí a esperar una semana. De esta forma podría ordenar todo, además tendría tiempo para darle un par de vueltas a la situación.

El fin de semana se pasó volando y el temido lunes llegó. Lo primero que hice al llegar a mi lugar de trabajo fue ir junto a mi compañera y agradecerle por el favor, además de agendar los turnos que debía tomar.

Gracias a la eficiencia de mi querida amiga y secretaria tenía todas las horas perfectamente ordenadas.

Cerca de las diez de la mañana me sorprendió ver a James cruzar la puerta de mi consultorio.

_ ¿Podemos hablar? –Pregunta de forma tímida-

_ Siempre y cuando sea de trabajo, tengo quince minutos antes de que llegue mi paciente…

_ ¿Quieres ir a almorzar? –Iba a negarme- Por favor hablemos.

Me quedé pensando unos segundos, se veía cansado y arrepentido. Ese extraño remordimiento que había tenido días atrás se hacía presente de nuevo. Estaba segura de todo lo que le había dicho a Theo, sobre estar sola y pensar las cosas, pero también estaba segura de que nos debíamos una conversación.




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