Aire. Necesito aire.
Mi cabeza no estaba jugando, estaba rodando como un trompo y realmente me costaba respirar. No pude verle la cara a quién sea que me abrazo ya que estaba mentalmente concentrada en cómo se respiraba.
—Dame un momento, Juls —dijo alguien. Sentí que me arrastraban hacia el extremo del escenario y luego me zarandeaban—. ¡Khalanie! —Exclamó ese alguien. Ahí mi cerebro decidió descongelarse y fue cuando observé a la figura de mi hermana—. Oh, ahí estás —intenté con todas mis fuerzas señalar el centro del escenario—. Lo sé, sé que es gigante. Ahora necesito que fijes tu mirada en mí y respires conmigo —los ojos verdes de mi hermana estaban calmados y fijos en mí. Me concentré en centrarme en ellos e hice lo que me pidió—. Eso, así, respira.
No es la gran cosa, papá enfrentó cosas mayores. Puedo hacerlo, pensé con mucha dificultad.
—Gracias —le dije casi que atragantándome a mi gemela luego de unos minutos.
Mi hermana me sonrió.
—Estarás bien, princesa —rió al decirme el apodo de Juls e Ethan—. Es normal que estés nerviosa, Lanie, pero tienes que dejarlo ir.
—Concéntrate en mí, si quieres —salió mi papá detrás de ella. Casi me pongo a llorar. Él debió haberlo adivinado porque me envolvió en un abrazo tranquilizante—. Cuando vuelvas a entrar en pánico, concéntrate en mí, hija —me susurró en mi oído, dándome cosquillas.
—Eres el mejor —respondí, con mi cabeza aún metida en su pecho.
—Sabes que puedes con esto, Lanie —me separó de él y me dio una sonrisa—. Puedes con todo.
—Es una mierda no ser la favorita —suspiró mi hermana, haciendo que centrara mi vista en ella. Rodé los ojos—. ¿Qué?
—Por eso es que eres actriz —repliqué, dándole mi mejor sonrisa.
—Amo mi trabajo —se encogió de hombros.
Mi papá sacudió su cabeza exasperado pero nos apretujó en un corto, pero gigante abrazo de oso.
—Estoy orgulloso de todos ustedes —dijo cuándo nos soltó.
—Nosotras estamos orgullosas de ti, papi —respondió Alana conteniendo las lágrimas. Asentí a lo que ella dijo.
—¡Bueno, hola! —Saludó Ethan a mi espalda. Me volteé para encararlo. Él soltó un silbido—. Están deslumbrantes las dos.
Y ahí se me encendió el foco. Saqué mi celular de mi cartera, lo desbloqueé y apreté el icono de la cámara. Se lo tendí a Ethan y, tomando a mi papá y a mi hermana, nos posicionamos para sonreírle a la cámara.
—¡Yo también quiero! —Corrió un Jules a nuestro encuentro, desde el escenario—. ¡Yo la tomo! Pon tu trasero atrás, Ethan —replicó él, sacándole el celular de las manos y poniendo la cámara frontal—. Todos digan ¡jodido cabrón hijo de puta! —Mi familia estalló en risas al momento en que Jules soltó eso.
Mi hermano mayor me regresó el celular con la foto en la pantalla.
—¡Salió perfecta! —Chillé de alegría—. Eres un genio, Juls.
Jules se echó a reír.
—Es un placer escuchar eso salir de tu boca, princesa —contestó—. Y, aunque quisiera que me lo repitieras, tenemos una prueba de sonido pendiente.
Suspirando, le di un abrazo a papá y a mi hermana, y guardé mi celular en la cartera para luego salir disparada al escenario seguida de mis hermanos.
Los muchachos junto con Bree y cuatro personas nos estaban esperado. La banda, cada uno en sus respectivos instrumentos; Ashton en su preciada batería, jugando con sus baquetas, Noah clavado en su guitarra y Austin haciendo melodías con su bajo, salieron de sus instrumentos para darme la bienvenida en otro abrazo de oso.
—Antes de que te digan cualquier idiotez, hermanita —empezó a hablar Ethan cuando todos me soltaron—. Ellos son nuestras voces de respaldo —señaló a las cuatro personas que yo no conocía—. Bueno, chicos, preséntense.
Ellos asintieron con sonrisitas.
—Troy —se presentó el primero. Era un moreno bastante alto, con gafas de sol y una sonrisa espectacular.
—Melody —siguió una chica un poco más alta que Bree, rubia de tez pálida.
—Eda —murmuró otra chica muy bajito.
Para ser sincera, estaba vestida increíble. Tenía esos clásicos ojos azules oscuros, cabellera rojiza y estaba, creía yo, en su metro sesenta y cinco.
—Y Sam —terminó el chico delgado, igual de moreno que Troy, bastante alto y bastante flaco.
—Oh, pareces una raíz de cebollín —solté sin querer.
Abrí los ojos como platos y tapé mi boca inmediatamente cuando eso salió de ella.
Los chicos estallaron de la risa.
—Puede que me lo digan a menudo —rió Sam.
—¡Lo siento, lo siento! —Me disculpé rápidamente— A veces suelto las cosas sin pensar. Lo lamento.
Sam sacudió la cabeza, restándole importancia.
—Oh, chica, no te preocupes —señaló a la banda—, cuando andas con ellos casi seis años, lo que tú acabas de decir es lo más dulce que he escuchado.
Abrí mi boca, e indignadamente vagué a los rostros de los chicos.
—Ustedes son unos completos asnos —dije.
Ellos se rieron más.
—Tranquila, chica —dijo Sam, de buen humor.
—Un placer conocerlos a todos, chicos —les sonreí, dejándolo pasar y condenándome mentalmente por no tener un filtro mental—. Siempre me encantan como armonizan juntos.
Ellos me sonrieron antes de volver a sus puestos.
—Déjame decirte que estas increíblemente sexy —silbó Austin dándome una mirada penetrante, cambiando de tema.
—Está maravillosa —acordó Bree.
—Si fueses mi novia...—comenzó un Noah sonriente, tomando mi mano.
—Pero no lo es —cortó Jules—. Aleja tus malditas manos de mi hermana, Noah, o juro por Dios que te estampo la guitarra en la cabeza.
Noah estalló en risas y sin importarle lo que hubiese dicho Juls, besó mi mano.
—Oh, oh, Noah —canturreó mi mejor amiga, riéndose mientras señalaba a mi hermano mayor.
—Noah...—advirtió Juls dándole una mirada asesina—. Es una segunda advertencia, amigo. Quita. Tus. Malditas. Manos. De. Mi. Hermana.
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Editado: 20.01.2024