El camino en coche hacia la casa de Enzo estaba siendo mas tranquilo de lo esperado. Es mas, tal y como me había sacado del baile temia que me desnudara alli mismo.
Escuchabamos musica y hablabamos de Lila y de todo lo que había ocurrido con ambas familias.
—¿Y nunca me dijiste nada? —le cuestiono en relación con la infidelidad de Valeria y Mateo.
—Kate mi padre se acostaba con muchas mujeres y muy variadas. Mi madre lo sabía y yo también, es que ni intentaba ocultarlo dado que se las tiraba todas las semanas a las mismas horas.
—Joder pero era la madre de Lila.
—Y yo no era quien para romper su familia —se defiende y le entiendo.
SI hubiera estado en esa posición me hubiera costado mucho decidirme pero estaba segura de que al final se lo acabaría contando. No pensaba decirselo pero algo en mi interior me decía que si había mantenido ese secreto de su padre era porque una pequeña parte de sus ser todavía le era fiel y no quería joderle la vida.
Le miro concentrado en la carretera y acaricio su cabello hasta bajar a su nuca. Era liberador poder estar con quien quería y actuar como sentía.
Llegamos por fin a su apartamento y me alegro de que no hubiera querido ir a la casa familiar, en la que según contaban los medios y la propia Lila se había convertido en su residencia habitual de nuevo.
Salimos de coche y me coge la mano, entramos por el portal hasta subir a su piso. A ratos intetnaba pellizcarme para que mi cerebro entendiera que aquello no era un sueño y estaba pasando de verdad.
Entramos en el enorme apartamento y su recuerdo me produce algo de inquietud. En ese lugar habían pasado tantas cosas buenas como malas. Miro la varandilla en la que lo tuve por primera vez a punto de besarme y un cosquilleo revolotea por mi estomago.
Nada mas cerrar la puerta Enzo clava me lanza una sonrisa traviesa que me llena de deseo. Le miro y doy dos pasos hacia atras mientras desabrocho la larga cremallera de mi vestido, lo dejo caer y me quedo totalmente desnuda ante él. Sus ojos grises se clavan en mi cuerpo y lo escudriñan de arriba abajo.
Se acerca a mi con calma y me coge la mano. Sube las escaleras hasta la planta de arriba y entramos en la misma habitación en la que le supliqué que aceptara el trato con su padre.
Me lleva hasta una esquina y nos ponemos delante de un enorme espejo, me veo desnuda ante él con Enzo a mis espaldas y es inexplicable como esa imagen me pone a cien.
—Quiero que observes con mucha atención como te ves cuando gimes de placer —susurra en mi oido mientras sus dedos acarician denuevo mi sexo.
Estoy tan humeda que se resbalan con facilidad por mis pliegues hasta mi clitoris y no puedo ocultar el enorme gusto ante aquello.
—Tienes que mirarte si no quieres que pare —me exije.
Aparta por un momento sus dedos y vuelvo a clavar la vista en el espejo. La manera en que vuelve a introducirse me hace gemir y su mirada con la mia en el reflejo me estremece el cuerpo entero.
Enzo combina su movimientocon pequeños besos y mordiscos en mi cuello. Los saca de nuevo y me lleva hasta el borde de la cama. Seguimos practicamente delante del espejo cuando se quita la chaqueta y se agacha frente a mi.
Besa mis labios con rapidez y baja acariciando mis pechos con firmeza. Mordisquea mi pezón y repite la acción con el otro mientras me retuerzo entera. Baja hasta mi ombligo y sigue hasta llegar a mi pubis. Abro las piernas invitandole a comerme y siento un poder inexplicable al verme así.
Enzo no lo duda ni un segundo y hunde su cara en mi entrepierna. Su lengua juega con mis pliegues y agarro su pelo empujandolo todavia mas dentro de mi.
Intento aguantar todo lo que puedo pero la manera en que castiga mi clitoris y la imagen de Enzo entre mis piernas me obligan a correrme gimiendo con fuerza.
—Joder Enzo —gimoteo.
Dejo caer mi espalda sobre la cama mientras mil estrellas giran a mi alrededor.
—No me digas que necesitas un descanso —me provoca y me levanto como un resorte.
No estoy en absoluto cansada ni quiero recuperar el aliento, necesito mas.
Empiezo a desabrochar su camisa mientras nuestras bocas se pegan desesperadas. Se quita el pantalón y los calzoncillos dejandome una imagen para el recuerdo.
Enzo Colloricchio totalmente erecto y desnudo frente a mi.
Paso la lengua por mis labios y lo miro con deseo cosa que le plasma la mejor de las sonrisas en su engreida cara.
—Creo que me gusta lo que veo —añado para aumentar esa sonrisa.
—Creo que ahora es todo tuyo.
Ahora soy yo la que lo situa de cara al espejo y me agacho agarrando con fuerza su miembro y metiendolo en mi boca. Lo lamo con una necesidad inexplicable y siento como se endurece a cada segundo que pasa. Es grande asi que tengo que esforzarme el doble para no dejar ni un rincón de él sin probar.
Me levanto y lo voy empujando hasta la cama obligandolo a sentarse donde segundos atras estaba yo. Me pongo a horcajadas ante él y rodeo su cuello con mis manos. Mis pechos estan a al altura de su boca y no duda en lamer mis pezones nuevamente. Su miembro roza mi sexo obligándolo a hundir la cabeza en mis senos, empapandome por completo.
No siento miedo, ni dudas ni absolutamente nada mas que un deseo que no había sentido jamas.
No me cuesta colocar su miembro erecto en mi orificio y lo introduzco poco a poco. Vuelvo a sentir las punzadas de dolor pero las ignoro introduciendolo mas dentro de mi.
—Dios...Kate...—gime con la voz entrecortada.
De pronto el dolor da paso a un placer absoluto. Enzo esta totalmente dentro de mi y siento como si llenara un vacio que hasta entonces no sabía que sentía. Encajamos tan bien que parece que hayamos estado hecho el uno para el otro toda la vida.
Lo cabalgo con mas fuerza y apoya sus manos en mi cintura levantandome con cada embestida e intensificando el placer por mil.
Hecho la cabeza para atras y me dejó llevar por ese estallido de sentimientos hacia él. Encuentro un ritmo cómodo y sus manos recorren mi espalda, empujándome más hacia el haciendo que nuestros sexos rocen con más intensidad.
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Editado: 02.08.2024