Le llevó menos de un segundo tomar aquella vertiginosa decisión, la emoción revolvió su estómago, pero esto cambiaría su vida por completo, le daría sentido, le daría un propósito.
Se acercó a la banda tras bambalinas, no llevaba ni sus lentes, la mascarilla o la capucha puesta, era la primera vez que se mostraba sin ocultar su rostro en público y de cierta forma se sentía extraño, pero después de esto no había vuelta atrás.
Dante le reconoció de inmediato, es difícil olvidar aquellos ojos azul profundo que tiene el demonio, además de que ahora su alma le pertenecía, y esta no tardó en estremecerse algo asustada al sentirle cerca ¿Anticipación por su llegada? Aun así, el chico le sonrió amistoso, ignorando aquella sensación.
— Viniste— El pelirrojo se alegra de verlo— ¿Qué tal te pareció el show?
Estaba por responder, cuando el chico guapo, como el demonio le denominó al no saber su nombre, les interrumpió.
— ¿Quién es él? — Preguntó, cauteloso, el chico de cabellos castaños, mientras cargaba los tambores de la batería. Al parecer también era fuerte.
— Es… un primo lejano— Dante lo presentó indeciso. No podía decirles la verdad, confesarles que hizo un trato con un demonio para que les fuera mejor, sería descabellado.
— Una familiar de Dante es un amigo nuestro— La única chica de la banda se acercó y de forma amistosa lo saludó de un apretón de manos— Soy Diana Kenway, y el desconfiado de allá es mi hermano Markus ¿Tú eres?
— Keid Corvus— Se presentó, no había usado aquel nombre desde hace mucho tiempo, se sentía extraño, pero solo llamarse “Corvus” sería sospechoso y llamaría la atención. Aunque por mero orgullo conservó su seudónimo demoniaco como apellido.
— Lindo nombre— Ella lo elogió.
Parecía amistosa, quizás por eso a Dante le gustaba. Información que archivaría para después.
— ¿Y qué te trae por aquí? — Diana preguntó.
— Keid vino a vernos tocar— El pelirrojo respondió por él.
— ¿En serio? ¿Y qué tal?
— Bien, parecen tener talento, lástima que se desperdicie en bares— Fue sincero y directo.
— Esa situación cambió, esta es nuestra última noche aquí— Dante responde ante aquello, feliz— Una discográfica está interesada en nuestra música, y nos ofrecieron grabar un disco en sus estudios la próxima semana.
Al parecer los frutos de aquel contrato comenzaban a asomarse. Sus contactos se habían movido rápido.
— Aunque aún nos falta un vocalista, debemos encontrarlo antes de que eso suceda— Diana explicó el problema— De casualidad ¿No conoces a alguien con buena voz que quiera hacer una audición?
— De hecho… yo canto y escribo letras de canciones, si lo desean, me gustaría hacer la prueba— Propuso.
No esperaba que el tema saliera a colación tan rápido, pero no desaprovecho su oportunidad.
— ¿En serio? — La chica sonrió ante la idea.
Aunque, Dante por otro lado, se quedó de piedra, algo que no pasó desapercibido para su compañero Markus.
— Keid… — El pelirrojo le llamó nervioso— ¿Podemos hablar? A solas…
— Claro, “primo”— El demonio sonrió, antes de que el chico tomara su brazo y lo jalara hacia fuera del bar.
En el exterior, el aire frío golpeó su rostro y revolvió sus cabellos negros, aquella experiencia no fue nada desagradable, su verdadero hogar era en exceso cálido, y de vez en cuando, era bueno variar.
— ¡¿Se puede saber en qué estás pensando?! — Dante exclamó al verse alejado de su banda, sin importarle llamar la atención de los demás al parecer.
— Baja la voz, si no quieres armar una escena— El demonio le advirtió, al notar cómo los transeúntes del lugar los observaban.
Las miradas intrusas nunca eran buenas para el negocio. Reprimió el gruñido en su garganta como instinto para alejar a los chismosos.
— ¿Esto es parte del contrato? Debí poner más atención a las cláusulas, yo… — Dante llevó ambas manos a su cabeza, parecía que comenzaría a hiperventilar.
— Tranquilo— Él trató de calmarlo, no quería lidiar con un humano desmayado, sería muy inconveniente— No es parte del contrato, digamos que solo siento curiosidad por el mundo humano, específicamente por tu música y la de tus compañeros, y quiero ser parte de ello— Explicó como si no fuera la gran cosa.
— Pero tú eres un demonio, no puedes ser parte de la banda…
— Okey, ahora ¿Eres racista con los de mi especie? — El pelinegro alzó una ceja.
— ¡No! ¡No quise! Sabes a lo que me refiero. Eres un demonio.
— Hace unos días ni sabías que existía ¿Qué te preocupa?
— Yo…
— No me llevaré las almas de tus compañeros si eso piensas— Le aclaró— Además creo que dejaré el negocio por un tiempo. Es más, hasta te tengo una propuesta que puede interesarte— Le guiñó el ojo.
— Bien, pero me sigue gustándome Diana.
— No me refiero a eso, idiota— Él bufó, este chico podía llegar a exasperante, además de que el beso del contrato parecía haberlo afectado— Y para aclarar, no eres de mi tipo en lo absoluto, así que ¿Quieres oír la propuesta o no?
— Bien, te escucho— Dante asintió, ya más calmado.
— Romperé nuestro contrato, pero tranquilo, eso es bueno, conservarás tu alma y a cambio aún seguiré trabajando para cumplir tu deseo, tu banda será reconocida.
— ¿Así nada más? ¿Solo vas a ayudarme y ya? ¿Gratis?
— Nada es gratis en esta vida, novato, primera lección que debes aprender— El demonio golpeó la frente del contrario con sus dedos.
— Auch— Este se quejó.
— A cambio quiero ser parte de esto, me aceptarán como su vocalista y seré parte de la banda.
— No puedo garantizar eso, la decisión de incluir a un nuevo miembro se realiza de manera democrática, los tres votamos.
— Créeme, tus compañeros me aceptarán de inmediato al escucharme, mi voz es… especial— Sonrió.
— Entonces ¿Es solo eso? Quieres ser parte de mi banda.