Mia
A Edward no le molestaba retirarnos del instituto, pero ahora que él no estaba otro había sustituido su labor.
Abby recientemente se había marchado con los primos Mayer, Brenda y Anthony. Me preocupaba que se quedara sola en el lago, ese lugar podría ser muy bonito y todo pero se encontraba en una zona bastante desprotegida. No quise dejar que se fuera sola, casi la acompañé pero un mensaje de Neisan Collins me obligó a desistir. Más bien, Abby me convenció que aceptara la propuesta de los hermanos Collins y la dejara ir sola.
Por eso nos habíamos separado.
—¿Me esperarías unos minutos? —le dije a la persona que había venido a buscarme—. Necesito volver dentro porque había quedado con unos compañeros, no puedo suspenderlo… —retrocedí denotando cierto apuro en mi expresión facial—. ¡Regreso pronto!
No escuché respuesta alguna, pero aquello no impidió que atravesara rápidamente el establecimiento hasta salir al campus. Conocía la zona de las residencias pero indudablemente me perdía al momento de reconocer mi lugar de destino. Por suerte, Neisan Collins estaba aguardando por mí al aire libre. Lo distinguí y me apresuré en alcanzarlo.
Él se encontraba solo, vestía casualmente de negro y al momento de mirarme consiguió desatar en mí un sentimiento reconfortante y cálido. Neisan se veía relajado, era el más expresivo de sus hermanos junto a Selene. Pero eso no le quitaba esa aura de misterio y peligro que caracterizaba a los vampiros, también ese aire seductor.
Pero nada de ello me afectaba a mí. Lo único que me importaba era esa sonrisa genuina que había esbozado ni más me miró.
—Hola —saludé a distancia, no sabía muy bien cómo actuar. El nerviosismo recorrió mi cuerpo advirtiéndome de esta incomoda sensación. «Fuera nervios».
—Hola, ¿damos un paseo? —giró el rostro en dirección a una línea vertical de árboles que comenzaba a pocos metros de nosotros. Asentí dándole a conocer mi consentimiento y emprendimos marcha en un silencio un poco denso.
Miré un poco más allá, nuestro trayecto terminaba en la ruta despejada que dirigía a todo Milford. Pasando este camino, comenzaba un interminable bosque.
—¿Cómo te sientes en este nuevo mundo? —se interesó Neisan.
—Al principio, bastante extraña pero cuando me explicaron lo que sucedía lo tomé con mucha calma. No me sentía extraña, me sentí en casa.
—Es porque aquí perteneces —me afirmó—. El mundo humano rige con muchas reglas, hay que andar con cuidado por ahí y por eso te ves obligado a actuar como ellos. Aquí puedes ser tú mismo a mayor parte del tiempo, tampoco podemos ser libres todo el rato porque debemos conservar el equilibrio entre nuestros mundos y esto se consigue aparentando ser como ellos, no mostrándonos amenazantes porque a pesar de que los humanos sean simples mortales… a la hora de combatir son letales.
—Ellos también son peligrosos —estuve de acuerdo—. De mi experiencia, algunas personas son tan monstruosas, le temen a lo desconocido, excluyen lo extraño pero finalmente, ellos son los monstruos.
—¿Qué te pasó? —Neisan detectó cierto rencor cargado en mis palabras—. Si quieres, puedes contarme…
Quisiera, pero no podía.
—Como bien dijiste, me sentía extraña en el mundo humano y prefería mantener las distancias solo por ese motivo, me tomaban por rara. Eran tan odiosas… —no pude evitar expresar.
—¿De dónde dijiste que venías? —me preguntó de la nada. Apreté las cejas en su dirección, pensativa por la expresión misteriosa que adquirió su semblante.
—Creo que nunca te lo dije.
—Dímelo ahora —simplificó con sencillez.
—Rusia.
—Perfecto, ahora necesito la ciudad y lugar de residencia de todas esas odiosas —tentó. Inmediatamente me eché a reír por el tono que empleó.
—¿Bromeas?
—¿Crees que estoy jugando? —dijo muy serio.
—Sí —respondí, dubitativa tras calmar mi estado.
—Nuestra familia es muy protectora, Rouse, no admitimos alguna falta a uno de nosotros, más por la posición que ocupamos.
Neisan echó un vistazo a nuestro alrededor, vigilando con ojos cuidadosos a los que podrían estarnos acechando.
—Yo no podré pertenecer a tu familia teniendo la condición que tengo.
—Crucemos —Neisan me demostró en su expresión que pronto reabriríamos este tema. Lo seguí y pasamos la calle, el soplo del viento me estremeció, pero no tuve miedo. Me adentré en el bosque junto a él, caminamos pocos minutos hasta que nos encontramos con los demás Collins.
—Pregunta, Rouse —me habló Selene, acercándose con su teléfono celular a mano—. ¿No sabes usar tus poderes?
—¿Cuándo te refieres a poderes? ¿Exactamente a cuál?
—Como a esa velocidad vampírica que te traslada de un lugar a otro en cuestión de segundos —detalló—. Perdón, siempre me pongo muy ansiosa cuando la gente me hace esperar, no estoy acostumbrada —esbozó una sonrisa de disculpa.
—Si tengo el poder que dices, no sé usarlo —respondí con cierta pena.
—Lo tienes —interfirió Chase, lo miré, él se encontraba junto a Marisa, ambos hermanos siempre tan serios y reservados—, no sabes cómo activarla. En realidad siento que tienes suspendida todas tus habilidades, tu aura es muy débil. No hay fuerza.
—Pienso lo mismo —lo apoyó Marisa—, pero creo más que no lo tiene suspendida, sino oculta. El anillo de Edén es un perfecto camuflaje.
—Eleonor se volvió muy tramposa usándolo, esa maldita —expresó por lo bajo Chase.
—¿Y creen que si me lo saco ahora, mis habilidades se activaran? —les pregunté, interpretando que así sería.
—No —me respondió Marisa, sin moverse de su lugar, solo gesticulando elegantemente con sus manos al hablar—, tu deberías poder manejarte con el anillo puesto. Pero si lo que Chase dice resultara cierto, solo tu madre podría sacarnos de esta duda.
—¿Qué mis habilidades están suspendidas? Estoy segura que sí porque estoy igual que antes, no me siento diferente.
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Editado: 12.07.2021