Capítulo 42: CRISTAL
Le mandé un mensaje a Abby diciéndole que Luke pasaría a recogerla a la hora acordada. No quería alterarla con lo que acababa de sucederme así que omití comentarle algo al respecto, ya habría otro momento para hacerlo.
Alguna de las dos debía aprobar este trabajo.
Devolví el teléfono de Hareth en su lugar, el mío había quedado completamente destruido.
En ese momento me di cuenta que la dirección que había tomado él no era el camino que nos llevaría a casa.
El ruido de los neumáticos al pasar sobre el asfalto húmedo y el sonido de las limpiaparabrisas eran los único que se podía escuchar en el entorno. Puse el codo en el reposabrazos y coloqué la barbilla entre los dedos, con el pasar de los minutos la lluvia disminuía al igual que mi duda sobre a dónde íbamos.
Sonreí y observé a Hareth, él me devolvió la mirada con una ligera sonrisa ladeada. No pude evitar pensar en lo guapo que se veía a pesar de estar tan empapado como yo, él era poseedor de una belleza inquietante.
Su mano izquierda sostenía el volante mientras que utilizaba la otra para medir los cambios y tocarme cada vez que podía mi pierna.
Aparcó el coche en la orilla de la carretera, sacó la llave del contacto y me miró indicándome con sus ojos marrones claros que ya era hora de salir, me remojé los labios y a penas en ese momento pude sentir un palpitante dolor en mi labio inferior.
«No olvides que te acaban de dar la paliza de tu vida, Rouse» Me hice recordar, en el tono de voz de mi pensamiento había un atisbo de ironía la cual casi me dio gracia.
Hareth al darse cuenta de la mueca de dolor, que no pude evitar hacer, se inclinó hacia mí y con su pulgar rozó mi labio adolorido, apretó su mandíbula y sus ojos quisieron cambiar de color.
—Tranquilo, estoy bien —susurré con calma, alcé la vista hasta la suya, transmitiéndole la paz que ameritaba con urgencia sus perturbados ojos.
«Él no sabía con quién se metía a la hora de enfrentarme, me salvaste, Hareth» lo dije en mis adentros, especialmente para él.
«No del todo» su respuesta me sorprendió, lo había escuchado en la mente tan claro como si lo acabase de pronunciar de sus labios, él se percató de mi reacción y sonrió de lado.
—La lluvia ya cesó, salgamos —mencionó, poniendo distancia entre ambos, abrió la puerta del coche y salió. Yo hice lo mismo y al momento de pisar la tierra me resbalé, no debíamos olvidar que apenas había parado de llover, aunque una ligera llovizna todavía caía como chispitas molestosas.
Una mano me sostuvo con fuerza por la cintura, miré sobre mi hombro a mi salvador y le sonreí agradecida. Con cuidado lo seguí a través del pequeño camino que se había formado en el bosque. La brisa del viento entre los tantos árboles era verdaderamente refrescante, para no tropezarme ni caerme después del aguacero que hubo preferí pisar los pasos de Hareth, los cuales no eran para nada cortos, hasta visualizar el lago a unos metros de nosotros.
Llegamos al muelle, el repiqueteo de mi zapatilla contra la madera hizo que mi mirada bajara hasta ahí hasta llegar al borde, el viento contra mi piel se sintió mucho mejor, el sitio era verdaderamente relajante y el sonido constante de pequeñas olas en el agua hizo que fijara mi vista en él. Las gotas de la llovizna cayendo en el agua me distrajeron de la realidad hasta que de pronto sentí una mano apartarme el pelo hacia un lado de mi cara, exponiendo la parte de atrás de mi cuello en donde segundos después fue depositado un casto beso que me dejó sin aliento.
Todo mi cuerpo reaccionó, quise voltearme pero él me lo impidió al rodearme con sus brazos por detrás, dejé que mi cuerpo se relajara, un suspiro de alivio salió del interior de mis labios y cerré mis ojos por varios segundos.
—Hay que meternos en el agua —su voz fue apenas un susurro cerca de mi oído. No protesté ante lo que dijo, él me liberó de sus brazos y se quitó el pantalón corto, mis ojos bajaron y subieron, no podía controlarlos, bajaban y subían otra vez hasta su rostro. Una sonrisa pícara adornaba el rostro de Hareth, su intensa mirada en mí provocó que un nerviosismo me consumiera. Sentí a mis mejillas calentarse, la cual seguramente se notaba bastante por mi tez tan pálida.
—Disimula mejor que no te afecto, Mia —indicó él, viéndome directamente a los ojos, curvé mis labios en una sonrisa sin poder evitarlo, nuevamente sentí aquel palpitante dolor a un costado de la comisura izquierda. Hareth me vio preocupado—. Déjame ayudarte —ofreció a lo que yo asentí cuando él me señaló la ropa.
Minutos después ya nos encontrábamos por meternos en el agua, pero antes de que yo me dejara caer en el lago Hareth me pidió algo realmente extraño.
—Te quitarías el anillo —su tono fue casual, lo miré sobre mi hombro antes de girarme por completo ante él con una evidente expresión confundida, no sabía a qué se debía aquello.
—¿Por qué?
—Ya lo verás —me aseguró, él dio un paso adelante al mismo tiempo que yo, miré el color rojo del anillo.
No le di muchas vueltas al asunto y deslicé el anillo de mi dedo anular izquierdo, levantando la vista hacia él. Ninguno de los dos dijo nada, ya tenía en mi mano el anillo y luego se lo tendí. Él lo agarró.
—¿Y ahora?—cuestioné, insegura.
—Ahora métete en el agua y lo notarás.
—¿Notar qué? —pregunté, no me respondió solo me señaló el lago.
Le di la espalda y comencé a avanzar con pasos inseguros hasta el borde del muelle, mis pies descalzos estuvieron en la punta y luego de inspirar profundamente, di un pequeño salto dejándome caer en el agua.
El agua estaba fría, pero se podía resistir. A pesar de encontrarme bajo el agua sentí cuando él también se sumergió, emergimos al mismo tiempo, él se encontraba delante de mí y estaba buscando desesperadamente el aire como yo.
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Editado: 12.07.2021