Su celular comenzó a sonar, lo retiro de su bolsillo trasero y en la pantalla vio el nombre de su padre. Decidió contestar.
—sí padre
—ya desayunaste hija?
—acabo de terminar —mintió.
—perfecto... ¿me puedes hacer un favor?
—el que quieras
—dirigete al centro comercial y comprame unos auriculares, se me acaban de dañar los mios, y no puedo trabajar sin ellos.
—ok padre, voy en seguida.
—Gracias hija. Disculpa la molestia —colgó.
Michelle giró sus ojos en forma de fastidio «será en otra oportunidad». Cuando fue a tomar la perilla para volver a cerrar la puerta esta se cerro sola, antes que michelle pudiera tocarla. Sobresaltada la observo por un segundo y salio prácticamente corriendo del lugar.
En el resto de la mañana no quiso pensar en lo sucedido con la puerta, porque si se detenía a pensarlo bien no era la primera vez que le pasaba algo similar; en diciembre del año pasado cuando se dedicaba a colocar las luces del árbol de navidad aquellas se encendieron con tan solo tocarlas. El mes pasado cuando llegó de la casa de su tia Lorena estaba tan emocionada de ver a su padre que cuando abordo el ascensor subió a la velocidad de la luz sin explicación alguna, fue como si estuviera subiendo pocas escaleras a gran velocidad.
Al caer la tarde bajo hacia la ciudad a comprarles los auriculares a su padre. El camino al centro comercial fue corto (se encontraba a unas cuantas cuadras de su casa). Mientras caminaba no pudo dejar de observar a una pequeña niña acompañada de su madre tomada de la mano, el amor que le trasmitía era puro y verdadero, se veía que aquella mujer seria capaz de dar hasta su vida para proteger aquella pequeña. No podo evitar en pensar en su madre, las cosas serian diferentes si estuviera junto a ella. «¿porque nunca me quiso?». Cabizbaja continuó caminando borrando todo pensamiento triste que pasaba por su cabeza hasta que sintió un leve golpe.
—fíjate por donde caminas —dijo el desconocido frente a ella.
Levantó su mirada y unos ojos marrones penetrantes la examinaban de arriba abajo.
El desconocido frente a ella vestía unos jeans negros, una camisa azul, y sobre esta traía una chaqueta negra de cuero arremangada hasta los codos.
—se te perdió uno igualito a mí —soltó cuando se percato que michelle no le quitaba la mirada de encima.
—lo-lo siento, fue mi-mi culpa —dijo torpemente.
El desconocido sonrió de lado y dijo:
—tengo claro que la culpa fue tuya, deberías de tener mas cuidado por donde caminas y con quien te tropiezas.
—sí, me quedó claro —dijo michelle de mal humor— tengo que tener cuidado cuando camino por las calles, me podría topar con cualquier desubicado. —comenzó a caminar.
Escuchó una carcajada detrás de ella y supuso que era el desconocido y adelanto el paso. «idiota».
—aguarda un momento chica ojos verde —dijo, michelle camino aun mas rápido, no lo quería ver, mucho menos hablar con él luego de que fue tan arrogante, en pocas palabras un completo idiota. Detestaba a las personas como él... quedó completamente helada cuando dejó de sentir sus pies, por mas que los intento mover no pudo, es como si sus pies no fueran parte de su cuerpo estaban completamente tiesos, igual que una roca. Volvió a ver al desconocido que se paraba frente a ella nuevamente y por arte de magia sus pies volvieron a obedecerles.
—¿que fue todo eso? —susurro confundida.
—que fue ¿que? —pregunto sin importancia.
—nada —dijo michelle rápidamente—. Puedes dejar de seguirme, trato de ir al centro comercial.
—todo lo demás puede esperar —sonrió—. Mi nombre es Jack —extendió su mano—. Jack Spinter, un placer conocerte.
Con el ceño fruncido michelle lo observo con la mano extendida por un momento, aun tenia esa sonrisa en el rostro que la sacaba de quicio, gente como él no quisiera encontrar mas nunca en su vida, lo observo olfateando con sumo cuidado y decidió ignorarlo. Lo que falta es que aparte de engreído y arrogante estuviera mal de la cabeza, mientras mas rápido se deshiciera de él mucho mejor.
—soy michelle —le dio un apretón de mano—. Michelle coo...
—huele a bruja —la interrumpió Jack.
—¿como dices? —retiro su mano de un movimiento.
—nada, nada. Lo siento —dijo en voz baja— no escuche bien... tu apellido es?
—¡BRUJA TU ABUELA! —exclamo michelle muy enojada volviendo a caminar como alma que lleva el diablo.
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