Últimos capítulos.
-¿Que demonio estás haciendo? -Michelle empujo el cuerpo de Axel alejándolo del suyo.
-No es obvio, lo que hacen todos los novios.
-Ni se te ocurra volver a intentarlo, nuestro noviazgo es solo y simplemente por conveniencia, nada más. Apena acaben estos quince días todo volverá a la normalidad, tu por tu lado y yo por el mío.
-Y mientras eso ocurre... ¿qué? -Axel se volvió acercar a Michelle, esta vez algo más alejado por la mirada amenazante de la cual era víctima.
-Te mantienes a raya -dijo Michelle dedicándole una última mirada de enojo. Se giró y siguió su camino entrándose al departamento.
El ascensor la dejo frente la puerta, la abrió, observó todas las luces ya apagadas, cerró la puerta tras ella y se fue directo a su habitación. Se cambió la incómoda ropa que llevaba puesta por una piyama rosa.
Se tiró en su cama.
Un extraño ruido llamó su atención.
Volteo a todas las direcciones y no observó nada.
Se volvió a recostar sobre su almohada.
Otra vez el ruido.
Michelle se coloco de pie.
Examino todo el cuarto y siguió si observar nada extraño. Por un momento pensó en la habitación prohibida y descartó enseguida la idea cuando esta vez sintió el sonido debajo de la cama.
A paso lento se acercó, una vez frente a ella volvió a escuchar el extraño ruido. Poco a poco se fue agachando hasta que logró ver la oscura vista que allí había. No observó nada raro, algunos zapatos, el libro de la marca de la luna, el gran sabio y uno que otro calcetín.
Ya decidida a colocarse de pie el gran sabio comenzó a alumbrar y a brincar chocando con la cama y el suelo haciendo el mismo sonido que estaba buscando.
Observó el libro hasta que se detuvo y con manos temblorosas lo tomó, cuando volvió a iluminarse lo tiro sobre la cama. Ya no provocaba ningún ruido porque al brincar no chocaba con nada y el colchón amortiguaba el sonido.
Michelle no tenía ni las mas mínima idea de que hacer, no sabía porque el gran sabio estaba brillando y brincando cuando nunca antes lo había hecho. Tuvo la idea de llamar a los gemelos pero dudo, ya era tarde y no quiso despertarlos. Al amanecer tenían una prueba que presentar y lo mejor es que descansen.
El gran sabio se detuvo sobre la cama.
No volvió a iluminarse ni a brincar por un largo rato. Michelle aprovechó el momento de tomarlo y averiguar que sucedía y sin pensarlo se sentó en la cama con el libro entre sus piernas.
Trago grueso, y sin andar con rodeos abrió el libro.
Se sorprendió.
No había nada. Las páginas del libro estaban en blanco, o mejor dicho amarillentas que daba la clara idea de que la antigüedad fue la madre del gran sabio.
Siguió pasando página por página y ni siquiera una mancha se asomó.
-Qué extraño, no hay nada.
Siguió avanzando y avanzando y el resultado fue el mismo.
Encontró inútil ver las casi cuatro mil páginas del libro si todas iban a estar en blanco. No había nada, ni siquiera una firma del autor, que lo único que hizo fue pegar hojas tras hojas como si en algún futuro fuese a escribir un diario.
De la nada todas las paginas comenzaron a revolotear removiendo el cabello de Michelle por el viento que expulsaban.
Se detuvieron.
Precisamente en el medio.
Seguían en blanco
En un segundo las páginas que marcaban el hilo del centro del libro se dibujaron dos manos, una derecha y una izquierda en cada lado y ambas con los dedos respectivamente separados.
Michelle dudo. Pero la idea fue clara.
Tenía que colocar ambas manos sobre las figuras que aparecieron en el libro.
Poco a poco coloco una y luego la otra, cuando ya estaban completamente en el libro ambas manos encajaron perfectamente en las dos figuras.
Se percató que las palmas de sus manos eran adsorbidas por el libro. Las trato de retirar y no lo logro, ambas están pegadas sobre las figuras que habían aparecido y de repente su mirada se nublo, fue lo último que sintió antes de perder el conocimiento.
***
Abrió sus ojos y se vio en un lugar desconocido. Temblorosa inspeccionó el sitio donde se encontraba, era un bosque, y no solo eso, tres sombras se encontraban junto a ella.
Era ajena a su cuerpo, no tenía control de su ser, solo observaba como avanzaba entre las profundidades del bosque junto a las tres sombras siguiéndola, al parecer eran acompañantes.
Michelle siguió avanzando y mientras más caminaba más figuras aterradoras se cruzaba frente a ella, ningunas la detuvieron, cuando sucedía una de las sombras que la acompañaban se le enfrentaban dejando una a una detrás del camino.
Al final del bosque estuvo sola, ya no había nadie que la acompañara, los había dejados a todos atrás, una cueva se alzaba sobre ella. Sus pensamientos pedían a grito dar la vuelta pero su cuerpo siguió avanzando hasta entrar a la oscura cueva, si no le importó la oscuridad de la noche mucho menos le importará la oscuridad la de la cueva.
Decidió luchar con su mismo cuerpo para impedirle seguir avanzando, pareció inútil al principio pero luego no fue así, su cabeza hizo conexión con su cuerpo y todo empeoro.
Todo paso muy rápido.
Fin de la cueva.
Dos sombras.
Gritos.
Dolor
Lagrimas
Morgan.
Destello de rayos.
Explosión.
Oscuridad.
Silencio.
***
Sobresaltada abrió los ojos, nuevamente en su habitación. Quito las manos del libros y ya las figuras que allí estaban desaparecieron.
Cerró el libro y lo tiró al suelo.
-Fue una pesadilla -susurro, aun trataba de controlar su acelerada respiración.
A la mañana siguiente se levantó tarde, le costó dormir luego del acontecimiento con el gran sabio. Rápidamente se ducho, desayuno y salió como una bala hacia academia, por suerte contaba con el asesor mágico que la dejo justo en planta baja de lordfawer.
Rezando por no encontrar a Axel subió hasta los casilleros, guardó su mochila y saco su celular para marcarle a los gemelos.