Owen condujo en su auto hasta un lejano bosque, aun eran las dos de la madrugada todo seguía muy oscuro para su mala suerte.
Estacionó el auto a un metro de distancia de un acantilado y bajo, junto a él los gemelos y por ultimo Michelle con el ánimo por el suelo.
Desde donde estaban se seguía visualizando el tenebroso bosque y tres grandes cuevas al final del camino.
Bajaron el acantilado con ayuda de un conjuro de trasportación de Owen y emprendieron camino a las cuevas. Por alguna razón Michelle tuvo el presentimiento de haber estado en ese lugar antes, pero gracias a su mal ánimo no trato de hacer el más mínimo intento de recordarlo, ni siquiera lo comentó. Siguió con su camino.
Llevaban caminando aproximadamente media hora, todos alerta a lo que podía suceder, cuando de repente apareció un enorme Otag entre los arboles. Todos retrocedieron, muy bien sabían de lo que eran capaz esas creaturas.
—Yo me enfrentaré al Otag, ustedes avancen, prometo alcanzarlo cuando lo derribe —Propuso Owen ya listo para tomar posición para enfrentarlo.
—¿Seguro de que lo lograras Owen?, nunca en mi vida había visto un Otag tan grande, podría jurar que alteraron su genética con pociones oscuras —Soltó Álex.
—Claro que puedo, ahora vayan antes de que las cosas empeoren.
Tras la orden de Owen corrieron hacia delante fuera de la vista de aquella creatura mágica.
Los gemelos y Michelle apresuraron el paso para no seguir encontrando monstruo en el camino pero valió de nada. Veinte minutos de haber caminado apareció ante ellos un gigantesco Orol volando por los cielos, lanzando desde sus pesuñas posimas explotadoras súper potentes, los tres las esquivaban y en un momento de debilidad del Orol lo atacaron derribándolo.
—entre poco se volverá a colocar de pie y comenzara a atacarnos, sigan ustedes yo luego los alcanzo cuando acabe con él.
—¿Estás seguro de lo que vas hacer Alex?, si no lo puedes vencer por favor huyes —le dictaminó Michelle.
—Cuídate hermano, y hazle caso a Michelle si la cosa se pone ruda corre lejos de este lugar.
—SI, si como digan, ahora corran.
Michelle y Alexa corrieron lejos, ya solo se encontraban ellas dos y cada vez estaban más cerca de las cuevas de Úrsula. Voltearon hacia atrás y un nuevo Otag las perseguía, era diferente al anterior este tenía su tamaño natural y un comportamiento más agresivo de lo normal, emprendieron a correr lo más fuerte que pudieron, corrieron tan fuerte que ya no sentían sus pies, se detuvieron al no ver más el Otag siguiéndolos.
—Lo logramos Alexa —rio Michelle—. Lo perdimos.
Iban a tomar asiento para descansar un poco cuando dos Otags aparecieron frente a ellas, quisieron girar para escapar nuevamente y volvieron a ver el Otag que habían dejado detrás.
Ambas se miraron las caras sin saber que hacer hasta que Michelle dijo:
—Adelántate, yo me enfrentaré a ellos pronto te alcanzare.
—No. Yo los enfrentaré, tú ves a salvar el mundo mágico, yo no duraría ni cinco minutos sola dentro de las cuevas de Úrsula, en cambio tú puedes contar con el poder de tu mama si esta allá dentro. Adelántate, corre y sálvanos a todos.
Michelle la abrazó y corrió lejos de allí ignorando a los Otags, salió del bosque y las cuevas de Úrsula se alzaban frente a ella sobre la oscuridad de la noche. Una vez más sintió que estuvo en ese lugar ante, pero nada llego a su cabeza en ese momento, trago grueso y se adentró a la cueva.
Al principio todo estuvo oscuro pero mientras caminaba fueron apareciendo antorchas que lograban darle claridad al pasillo de la cueva.
Michelle continuo caminando por un largo rato, la cueva pareciese no tener fin, estuvo a punto de devolverse cuando escuchó voces, ya el pasillo llegó a su final lo que estaba más adelante suyo era la cueva como tal. Desde donde estaba se visualizaba grande y alumbrada, se acercó un poco más y se escondió detrás de una gran piedra.
—Apenas llegue Michelle le pondremos fin a todo esto —escuchó la fuerte voz de Eduard.
—Deja a la joven Cooper fuera de esto. Solo me necesitas a mí para hacer lo que tienes que hacer —dijo la profesora Runo.
—Dejarla libre y que se convierta más adelante en una amenaza, No, olvídalo, si mi señora la ve aquí cuando regrese a la normalidad se pondrá muy contenta con mi labor. Y tal vez me premie por eso.
—Tu señora no tiene por qué enterarse de que Michelle vendrá, hagamos un trato, si dejas ir a Michelle cuando llegue te prometo que no pondré resistencia cuando me utilices como conducto de revivencia, en cambio si no lo haces me resistiré hasta mi último aliento.
—Te resistas o no terminaras siendo el conductor para devolver a mi señora, y Michelle bueno, ella también pasará a la historia como lo harás tú.
Michelle volvió a asomarse un poco para ver con más claridad el resto de la cueva, y no tan alejados en donde estaba Eduard con la profesora Relis se encontraba una estatua de piedra, se trataba de una mujer quien luce desesperada y alterada, al frente de ella se encuentra una pila de huesos como si aquello fuera un cadáver. Pequeñas ideas llegaron a su cabeza pero ninguna con claridad. Siguió observando el lugar y ya no había nada más. No estaba la señora de la cual hablaban, eso a Michelle la empujo a salir y enfrentar a Eduard para entregarlo a las autoridades antes de que llegara la dichosa señora y echara todo a perder. De esa manera salvaba el reino mágico y tal vez ellos de recompensa la ayudaran con la búsqueda de su madre.
—Quieto allí donde estas Eduard, o te juro que te lanzo un conjuro aniquilador —salió Michelle de su escondite apuntando al profesor con su dedo índice quien ya comenzó a desprender rayos de luces rojos —suelta a la profesora Relis, entrégate y nadie saldrá herido.
—Eres puntual Michelle—Eduard la volteo a verla—. Ahora cállate y observa la majestuosidad que ocurrirá ante tus ojos, veras ante ti el renacer de una inminencia de elemental.