Hace una semana nos mudamos con mis papás a una casa bastante vieja y aislada de mi ciudad. La casa consiste en 4 habitaciones, 1 cocina, 1 baño en cada habitación y 1 comedor. En mi habitación venía incluido un ropero muy viejo.
Esta noche yo no podía dormir ya que tenía un trabajo de Biología para hacer, entonces a eso de las 4 de la madrugada me levanté de la silla y dejé mi bolígrafo en el escritorio para buscar una taza de café. Antes de salir del cuarto escucho que arañan una puerta así que al volver mi mirada atrás veo que el ropero se movió notablemente. Yo lo miré raro pero no le di bola y seguí mi camino a la cocina.
Al volver a mi habitación con la taza de café en mano veo al ropero en su lugar pero una nota está al lado de este. Dejo la taza sobre el escritorio y agarro la nota, que dice:
"Hola, Martina.
Soy el antiguo dueño de la casa. Te quiero informar que mi hijo está encerrado detrás del ropero. Si este ropero se movió es porque el está libre y por lo tanto debes estar leyendo esta carta pero por favor no vayas a pedirle ayuda a tus papás ya que el ahora debe de estar en su cuarto asesinándolos porque el debería de estar en un psiquiátrico, pero yo no quería que el este rodeado de medicamentos.
PD: Se te acabó el tiempo leyendo esta carta, lo siento."
Antes de lo pueda pensar me tapan la boca y en el reflejo veo a un chico con unas ojeras muy grandes, pelo negro al igual que sus ojos y mucho más alto que yo.
—Si te callas te dejaré vivir detrás de esa puerta pero te aseguro que no será nada lindo...
N/A:Espero les haya gustado este nuevo relato, si es así voten y nos vemos en el siguiente relato♥
F.S