Se que están ahí afuera, que están por todas partes.
No debo hacer ningún ruido, debo guardar silencio o notara mi presencia. Sabrán que estoy aquí, escondido en esta pequeña cabaña.
Si me escuchan derribaran la puerta, entraran y deboraran mi piel como fieras salvajes. Pues eso es lo que son: animales salvajes, fieras corrompidas que se han levantado de la muerte para azotar y devorar con sus pestilentes dientes tierra y los pocos que quedamos en ella.