Microcuentos de terror

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Allí estaban los tres: papá, mamá y mi hermanita. Me sonrieron y yo les sonreí. Me saludaron y yo les respondí. Les pedí que se acercaran, y no se movieron. Les supliqué que me hablaran. En cambio, empezaron a alejarse, a difuminarse como rocío al calor del sol. Les grité que no se marcharan, que no me dejaran. Intenté seguirlos pasillo adelante. Lo último que recuerdo son unas manos sujetándome y una voz: “Aplicadle los sedantes. De nuevo está viendo a su familia muerta”.




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