Microcuentos de terror

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El pequeño bajó al árbol repleto de miedo y también de esperanza. Había dos grandes obsequios con su nombre, los desenvolvió: una colección de autos y una pista de carrera. Los dejó, decepcionado. Bajaron sus padres y lo encontraron abatido. Prometieron que ellos comprarían el obsequio que Santa no le trajo. 

No lo compraron, pero fue su padre quien gritó horrorizado la buena noticia. El abuelo no bajaba y el desayuno estaba servido. Subió a buscarlo y soltó un alarido al encontrarlo muerto. El niño había pedido a Santa la cabeza del monstruo llamado abuelo, pero aquello también valía.




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