Microcuentos de terror

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Mamá llevaba en cama medio año. El diagnóstico médico era que no tardaría en morir. En casa, la familia pasaba jornadas enteras en ayuno y noches en oración. Yo era el único que no participaba. Me sentaba en el columpio del patio y la vecina me increpaba por mi ateísmo y falta de fe, como si ella tuviera vela en aquel entierro.

Al no funcionar las oraciones me fui al bosque y llamé con fe a aquel en quien creía. Hicimos un trato. Mamá empezó a mejorar esa misma noche. Solo espero que no relacionen su mejoría con la muerte de mi molesta vecina.




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