Microcuentos de terror

135

—¡Hijo mío! —susurró la mujer con emoción.

—¡Mami! Lo siento mucho. No era mi intención defraudarte.

—No has defraudado a nadie.

—Te prometí que comería mis vegetales, que obedecería a papá, que estudiaría mucho, que seguiría mi sueño…

—No sigas. No es tu culpa.

Madre e hijo se fundieron en un abrazo cargado de lágrimas y sentimiento. Que estuviera allí con ella se explicaba de una sola manera: su hijo también había muerto.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.