Microcuentos de terror

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Me asomé a la ventana, somnoliento aún, y vi a mi padre en el campanario de la iglesia. Lo vi tomar impulso y lanzarse al vacío. Al asomarme más vi su cuerpo maltrecho. Fui incapaz de gritar, pues no lograba asimilar lo ocurrido.

De pronto se levantó y entró a la iglesia. Entonces me fijé en su ropa antiquísima y exhalé un suspiro de alivio.

No era mi padre, sino el fantasma de un antepasado, que después de siglos seguía quitándose la vida en el aniversario de su muerte.




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