—¡Mi padre y sus excursiones! —maldije por enésima vez.
Nos encontrábamos en el camino del acantilado, un camino tortuoso que llevaba a una meseta, tan popular entre los campistas como difícil su acceso.
Pero yo no era ningún campista. Y solo deseaba volver a la ciudad, a la comodidad de mi casa, a los juegos de ordenador. Cualquier cosa menos estar allí.
Y entonces, un grito y un borrón, seguido por un golpe sordo y algo muy parecido a mi padre estampado contra las rocas del fondo.
Sopló el viento y, cabalgándolo, una voz burlona diciendo que ya podía volver a la ciudad.
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fantasmas y presencias, demonios y dolor, muertes; leyendas; suspenso; terror.
Editado: 02.12.2023