Habíamos ido de acampada, mi gemelo y yo, el día que perdió la vida en un accidente.
Las primeras semanas fui víctima del desasosiego y del temor. Mi esposa lo achacaba al profundo vínculo que nos unía y me consolaba diciéndome que se encontraba en lugar mejor, que al menos no había dejado una esposa ni hijos que sufrieran su pérdida. También los niños fueron un encanto.
Al final, acepté la muerte de mi hermano y me reconcilié con la nueva realidad, más dichosa.
Nunca sospecharon que fui yo quien provocó el fatal accidente. Mejor aún, mi esposa nunca sospechó que en realidad quien murió fue su esposo.
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fantasmas y presencias, demonios y dolor, muertes; leyendas; suspenso; terror.
Editado: 02.12.2023