Micronovelas, Cuentos y Relatos Preventivos

JULIETAS BAJO EL RÍO 4

CAPÍTULO 4: El Dolor Insoportable.

 

La oscuridad del dolor se aferraba a cada parte de mi ser mientras buscábamos desesperadamente a Julieta. Los días se convirtieron en semanas y las semanas en un tormento interminable. Cada paso que dábamos en la búsqueda de nuestra hija era una herida abierta que sangraba sin cesar.

En medio de mi angustia, una voz interior me susurraba que debía hacer algo más. Tenía que descubrir la verdad, incluso si eso significaba enfrentar mis peores temores. Así que un día, decidí seguir a Robert, nuestro vecino, en un intento desesperado por encontrar alguna pista sobre el paradero de Julieta.

Lo observé desde la distancia, cauteloso y lleno de nerviosismo. Mis manos temblaban mientras mantenía la mirada fija en sus movimientos. Fue entonces cuando vi algo que me hizo contener el aliento. Robert arrojó al río una mochila idéntica a la que Julieta solía llevar consigo. El dolor en mi pecho se intensificó hasta casi resultar insoportable.

Mi corazón se aceleró mientras el pánico y la ira se apoderaban de mí. Sabía en lo más profundo de mi ser que había encontrado una pista crucial. Reuní todas mis fuerzas y, junto con las autoridades, nos adentramos en la búsqueda en lo profundo del río cercano al vecindario.

El agua helada y turbia reflejaba la tristeza que se había apoderado de nuestras vidas. Mi mente se negaba a creer lo que estaba a punto de descubrir. Pero cuando emergió el cuerpo de Julieta, junto con los de dos niñas más, mi mundo se derrumbó.

Las lágrimas se mezclaron con la lluvia que caía sobre mí mientras contemplaba el cuerpo sin vida de mi amada hija. Cada parte de mi ser se retorcía de dolor y rabia. Robert, el vecino en quien nunca confié del todo, había arrebatado lo más valioso de mi vida.

El abismo de la venganza se abrió frente a mí y la furia que ardía en mi interior amenazaba con consumirme. Mis manos se cerraron en torno a un arma que guardaba bajo llave en un armario, listo para tomar justicia por mis propias manos.

Pero Anna, mi amada esposa y compañera en el sufrimiento, se acercó a mí con una mirada llena de tristeza y sabiduría. Sus palabras resonaron en lo más profundo de mi ser, recordándome que la violencia no sería la solución, que debíamos esperar al juicio y permitir que la justicia siguiera su curso.

Aunque mi alma ansiaba desesperadamente venganza, la voz de la razón y el amor por Anna me hicieron retroceder. Nos aferramos el uno al otro, buscando consuelo en medio de nuestra desolación. Nos comprometimos a estar juntos en este difícil camino, luchando por la memoria de Julieta y asegurándonos de que Robert pagara por sus crímenes.

El juicio se acercaba, y el peso de la verdad se cernía sobre nuestras almas destrozadas. Estábamos decididos a enfrentar a Robert, a revelar la oscuridad que habitaba en su corazón al mundo. Sin embargo, también comprendimos que la justicia no nos devolvería a Julieta.

El dolor continuaba siendo insoportable, pero encontramos un rayo de esperanza en la posibilidad de que su muerte no fuera en vano. Nos aferramos a la idea de que su historia serviría como un llamado de atención, despertando conciencias y protegiendo a otras familias de sufrir un destino similar.

La imagen de Julieta, con su sonrisa radiante y su amor por el arte, se convirtió en nuestra motivación para seguir adelante. Juramos que su memoria viviría a través de nosotros, que cada paso que diéramos en este oscuro camino sería en su honor.

El juicio nos esperaba, y con él, la posibilidad de ver a Robert responder por sus crímenes. Sin embargo, también nos enfrentábamos a la difícil tarea de sanar nuestras almas destrozadas. A pesar de la tristeza y el dolor que nos rodeaban, encontramos consuelo en el amor y el apoyo mutuo.

Anna y yo nos apoyábamos el uno al otro, compartiendo lágrimas y recuerdos de nuestra querida Julieta. Juntos, nos levantamos de los escombros de nuestro pasado y nos aferramos a la esperanza de un futuro donde la justicia prevaleciera y ninguna familia tuviera que enfrentar el horror que vivimos.

El camino hacia la sanación sería largo y arduo, pero estábamos decididos a encontrar la paz que tanto anhelábamos. No permitiríamos que el dolor nos consumiera por completo, sino que encontraríamos la fortaleza para seguir adelante, honrando la memoria de Julieta y construyendo un legado de amor y justicia en su nombre.

El capítulo final se acercaba, y con él, la resolución de este sombrío episodio de nuestras vidas. Juntos, enfrentaríamos las últimas batallas, armados con la determinación de hacer justicia y asegurarnos de que el nombre de Julieta nunca sea olvidado.



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En el texto hay: abuso, abuso infantil, trabajo social

Editado: 06.06.2023

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