Mid [#2 Aberrantes]

Capítulo 2 - Necesito hablar contigo

—¿Cómo haces para llegar siempre tan puntual? —preguntó Twyla observando el reloj y luego a él.

Twyla siempre cargaba su cabello castaño oscuro corto, al alcance de sus hombros. Sus ojos eran enormes y redondos de color rubí, brillaban igual que la piedra de color verde. Su nariz era pequeña y pecosa, era lo que más le atraía de ella además de sus labios gruesos y rosados, casi nunca portaba lápiz labial y si usaba maquillaje era muy poco. Resaltaba su belleza natural.

Cada mañana Alan siempre veía a Twyla, era lo primero que veía al entrar al trabajo y lo primero que lo hacía sentir afable.

—Siempre me levanto temprano —respondió Alan y se encogió de hombros dejando el café encima del mostrador—, esto es para ti, por cierto.

— ¡Oh por Dios! —exclamó ella sosteniendo el vaso de café grande—, ¿Con vainilla y mucha azúcar?

—Como te gusta —respondió Alan y colocó ambas manos en sus bolsillos tratando de lucir relajado. Cosa que no estaba.

Las paredes de la recepción habían sido pintadas de un color rosa pastel, el color elegido por Twyla desde que era una niña. Le daba un tono dulce al lugar con las sillas negras y algunas pinturas de paisajes, excepto por el recuadro detrás de Twyla, que era una frase motivacional «Los errores son dolorosos, pero son la única manera de averiguar quién realmente somos».

—¡Eres el mejor! —agradeció Twyla y dio un sorbo a su café. El humo sobresalía de la copa—, ¿Cómo lograste apañártelas para comprarlo con esa enorme fila que había abajo?

—Tengo contactos —respondió.

—De acuerdo, entonces dile ese contacto que guarde más café de este tipo porque lo amo, realmente está delicioso.

¿Y no me amas a mí? Alan se rio entre dientes.

— ¿Y… qué tal tu cita de anoche? —preguntó él.

—Lo peor —Twyla rodó los ojos y comenzó a teclear en la computadora sin dejar de hablar—. El hombre solamente estaba usando su teléfono celular y siempre que entregaban la comida tomaba una foto ¿Y sabes que es lo peor? Que en su Instagram siempre colocaba «Instafoto» ¿Quién pone eso? O sea, es algo demasiado 2010 —tomó otro sorbo de café.

—Solo tú eliges salir con cualquier hombre por internet —sentenció Alan.

—No era cualquier tipo —defendió Twyla—, me lo presentó una amiga. Y, además, tienes que irte, mi tío, digo, el jefe quiere hablar contigo.

—De acuerdo, no me extrañes.

—Será difícil.

Alan sonrió y vio la puerta donde había una placa escrita «Detective Shawn Brown». Tocó la puerta.

—Adelante —habló un hombre con voz gruesa.

Alan entró al precinto y su oficina era todo lo contrario a lo que era por fuera. Estaba oscuro y unas cortinas color café no permitían que la luz entrara a la habitación. Su escritorio color caoba estaba repleto de papeles y libros regados por doquier. El sofá de cuero estaba siendo usado por Shawn Brown y otro asiento delante de él estaba ocupado por una mujer de 40 años, su cabello era rubio y su piel tostada, parecía afligida al ver a Alan.

—Buenos días, señor —habló Alan y vio al hombre a los ojos—, Twyla me dijo que me necesitaba.

—De hecho, sí —habló él.

Los ojos de Shawn Brown eran idénticos a los de Twyla con respecto al ver que contrastaba, su piel era tostada y su barba frondosa. Sus dientes eran perfectos cuando sonreía, algunas veces, casi nunca, pero su barbilla era su dura como una piedra que intimidaba a los hombres que interroga. Sus brazos eran gruesos y llenos de musculatura, abarcaban toda la manga de la camiseta blanca que cargaba. A pesar de tener 43 años, era más robusto y atractivo que Alan, al menos eso pensaba.

—Twyla me dijo que tienes contactos con los de la cafetería y me gustaría que los usaras para traerme un capuchino —sentenció Shawn Brown.

Alan vio a la señora con desconcierto. Pensaba que quería hablarle de algo más serio como ayudarlo a resolver algo. Volvió su mirada a Shawn Brown, quien continuaba observándolo expectante.

— ¿Y qué esperas? —preguntó Shawn Brown.

—De acuerdo, en camino.

Alan salió de su oficina.

— ¿Te pidió café? —preguntó Twyla con una sonrisa pícara.

—Ya no te haré más favores —respondió Alan abriendo la puerta de cristal.

Twyla se rio entre dientes y Alan usó el ascensor para comprar más café. Corrió a la velocidad de la luz, tomó otra taza de café y dejó el efectivo encima del mostrador, decidió caminar a paso rápido por las escaleras para que no se viera tan sospechosa la velocidad en la que lo había comprado. Llegó de nuevo a su oficina, le entregó el café a Shawn Brown sin dirigirle la mirada a la señora que le contaba sus problemas. Salió y se sentó en una de las sillas de espera frente a Twyla.

—No puede ser que apenas abrieron y ya tiene un cliente —dijo Alan cruzándose de brazos.

—Esa señora lleva tiempo sentada afuera —respondió Twyla tecleando con premura—, parecía que fuera algo importante. Pero no lloraba como si hubiera desaparecido su hijo o algo.

— ¿Ahora estudias a los clientes?




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