¡Malditos perros!
─Ya llegueeee ─chillé cerrando la puerta alegremente. Había sacado un diez en matemáticas y eso es todo un acontecimiento, no es que se me den muy bien que digamos, pero de igual forma aprobé.
No obtuve respuesta, pero si el inconfundible y delicioso olor a pastel de chocolate recién horneado. Se me escapa una pequeña sonrisa malvada mientras dejo la mochila en el suelo del salón.
Camino en silencio hacia la cocina, deseando no ser atrapada mientras me robo un trozo de pastel... mierda. Mi madre está en la cocina, meneándose al ritmo de una canción que resuena en la radio mientras revuelve algo.
Quizás no me vea, está de espaldas.
Y si... no, no me verá.
Me acerco cautelosamente al horno donde está el pastel y siento como la baba cae al suelo, y me viene a la cabeza la imagen de mi madre asfixiándome con un trapo por babearle el suelo, cierro los ojos y aspiro el delicioso olor antes de coger un pedazo...
─Auch ─chillo cuando un cucharón impide que mi mano alcance el pastel.
Mi madre me mira como si acabara de robar un banco... o matar un perrito... eh... bueno me mira muy mal, sonrío inocentemente intentando alivianar el ambiente, cosa que no consigo.
─Alice Shakes Leblanck ─comienza a reñirme apuntándome con un cucharón─. ¿Qué te he dicho sobre robar comida?, además tienes las manos sucias.
Ruedo los ojos descaradamente y ella vuelve a golpearme con el cucharón en la cabeza.
─Ve a lavarte las manos y luego bajas a comer ─ordenó, yo solo me sobé el área dolorida de la cabeza. Maldito cucharón.
Atravesé el salón en el momento en que mi padre llegaba a casa del trabajo, hablamos y subí escaleras arriba mientras oí a mi madre gritarle a mi padre que fuera a lavarse las manos antes de tocar la comida, apuesto a que también lo golpeó con el cucharón.
Rodé los ojos irritada. Maldito cucharón.
Nuevo mantra.
Me duché lo más rápido posible, el estómago me pedía a gritos que ingiriera cualquier cosa comestible, pero estaba a punto de comer jabón.
Una vez lista y apurada, bajé las escaleras, pero un terrible mareo me obligó a detenerme a mitad de la misma, se me dificultó respirar y tragar incluso. No podría emitir ningún sonido que alertara a mis padres, quienes estaban en el comedor esperando por mí, tampoco podía moverme porque todo lo que mis ojos "veían" daba vueltas y temía caer por las escaleras.
─¡Alice! ─mágicamente el mareo y todo desaparece tras el grito de mi madre.
Confundida y desorientada bajo las escaleras y me adentro en el comedor.
─Has tardado mucho ─riñe─, esto es lo único que he podido salvar de las garras de tu padre ─me tiende un plato y lo cojo sin emitir ninguna palabra.
Prosigo a comer mientras ellos charlan animadamente sobre cómo les ha ido su día. Lo hacen cada noche al cenar, me gustaría unirme pero comienzo a sentir mareos nuevamente, de inmediato dejo de comer, tratando de evitar arcadas.
─Alice, ¿estás bien? ─pregunta mi madre y noto la preocupación en su voz, ya que el dolor de cabeza es tan fuerte que no puedo levantar la cabeza, cierro los ojos con fuerza. Pareciera como si un asesino serial estuviera atrapado en mi cabeza e intentara salir apuñalándome desde dentro.
Así de mal me siento.
─Alice ─ esta vez no es mi madre, ni mi padre... el tono de voz es tan suave como la de...─, Alice despierta.
Esto es solo una demostración Alice, esta hubiera sido tu vida normal de no ser por...
Tras un fuerte zarandeo abro lo ojos... encontrándome en otro lugar diferente... no es mi casa. Tardo unos segundos en darme cuenta de que estoy en casa de Harry, cuidando a su hermano.
Y todo fue un ¿sueño?, tal vez.
Ambos me miran preocupados, al menos Harry, su hermano solo... observa como de costumbre, es muy difícil saber qué piensa.
─¿Qué pasó? ─cierro los ojos un momento e intento regular mi respiración, a la par disimulo el terrible dolor que se acumula en mi pecho.
Estaba fuera de mí. Ese momento con esas personas me habían dejado descolocada y sintiéndome fuera de mí misma... y esas palabras que escuche antes... esta hubiera sido tu vida normal de no ser por... De no ser ¿por qué o quién?
Estoy demasiado confundida.
─¿Alice?
─Creo que se le fue la olla ─oigo susurrar a Erick.
Cuando me giro hacia ellos veo a Harry mirando a su hermano como si quisiera matarlo ahí mismo y el susodicho solo sonríe sin importarle nada.
─¿Qué ha pasado? ─pregunto nuevamente, mientras me pongo de pie. No tengo la menor idea de cómo llegué al suelo.
Ambos se giran hacia mí al mismo tiempo, a veces dan miedo lo parecido que son en todo... aunque lo nieguen son el reflejo del otro en todo momento.
─La verdad no lo sé, acabo de llegar y te veo en el suelo y a este demonio ─señala a su hermano con un gesto de cabeza el cual está chupando algo que no sé qué es─, escondido en el sótano.
Mi mente trabaja mil por hora para tratar de recordar cómo llegó cada cual a donde mencionó Harry. Tal vez entraron a robar... no, no creó que sean capaces de hacerlo a plena luz del día.
¿Asesinos?, naaa, yo soy un vampiro así que soy el verdadero peligro en carne, hueso y cabello negro.
Me rindo.
─No malgastes tus pocas neuronas nena ─anuncia Erick sin dejar de chupar lo que ahora sé que es una paleta, por Satán tengo hambre─, estábamos jugando a las escondidas y por alguna razón te desmayaste... o te quedaste dormida. Y yo allá bajo en el sótano muriendo de frío, eres una muy mala niñera ─se voltea hacia su hermano─. Deberías despedirla ─y dicho esto se marcha escaleras arriba.
Sonrío, lejos de molestarme o preocuparme. Por mucho que lo niegue sé que le agrado.
Harry rueda los ojos casi al punto de torcerlos definitivamente ─creo que eso no le gustará─ y voltea a verme.
─Es mejor que vayas a casa y descanses ─parece querer decir algo más pero el sonido de su teléfono lo interrumpe─. Mierda... ¿puedes esperar aquí? ─pregunta y asiento al ver que ya cogió la llamada y se dirige escaleras arriba, como de costumbre cada que le suena el teléfono.