Miedo a las Inyecciones

LAURA

CAPITULO UNICO

Era un día soleado de primavera cuando Laura, una joven de 19 años, finalmente se mudó a su nuevo departamento. Después de meses de búsqueda y preparación, estaba emocionada por comenzar esta nueva etapa de su vida. El lugar estaba vacío, lleno de cajas y muebles desmontados, pero Laura estaba decidida a convertirlo en su propio hogar.

Con energía y entusiasmo, Laura comenzó a desempacar sus pertenencias y acomodarlas en su nuevo espacio. Cada objeto que colocaba en su lugar correcto la acercaba más a sentirse en casa. Mientras organizaba sus libros en la estantería, se dio cuenta de que aún quedaban algunas cajas en el pasillo que necesitaba traer.

Decidida a terminar de una vez por todas con la mudanza, Laura salió de su departamento y se dirigió hacia las cajas restantes. Justo cuando estaba a punto de tomarlas, se encontró con su vecino, un hombre amable que tenía 25 años.

"¡Hola!", saludó Laura con una sonrisa. "Soy Laura, acabo de mudarme aquí. ¿Y tú?"

El vecino devolvió el saludo con una sonrisa cálida. "¡Mucho gusto, Laura! Soy Gabriel. Bienvenida al edificio. Espero que te sientas como en casa aquí".

Laura se sintió aliviada al recibir una bienvenida tan amable. Había escuchado historias de vecinos difíciles, pero Gabriel parecía ser todo lo contrario. Decidieron llevar las cajas juntos y entrar al departamento de Laura, y comenzaron a conversar.

Gabriel le contó a Laura sobre su vida en el edificio y los diferentes vecinos que vivían allí. Había una mezcla de familias, personas mayores y jóvenes profesionales como ellos dos. Laura se sintió emocionada al escuchar sobre la diversidad de personas que vivían en el edificio, y sintió que podría encontrar un lugar para encajar.

......
 


Después de una larga jornada de mudanza, Laura se sentía agotada pero agradecida por la ayuda de Gabriel. Mientras colocaba las últimas cajas en su sala de estar, Gabriel comenzó a contarle más sobre sí mismo.

"Además de ser tu vecino, también soy médico", reveló Gabriel. "He vivido en este edificio durante muchos años y puedo decirte que los vecinos son muy amables y solidarios. Si alguna vez necesitas algo, no dudes en pedir ayuda".

Laura quedó impresionada por la profesión de Gabriel y agradecida por su amabilidad. Saber que tenía a un médico como vecino le daba una sensación de seguridad y tranquilidad. Aunque aún no conocía bien a los demás vecinos, sentía que había encontrado a alguien en quien confiar desde el primer día.

Mientras Gabriel hablaba, Laura notó que él evitaba mencionar algo en particular. Curiosa, decidió preguntarle al respecto. "Gabriel, ¿por qué te negaste a tomar café conmigo? ¿No te gusta o hay alguna otra razón?".

Gabriel sonrió y explicó: "En realidad, no me gusta el café y además sé que puede hacer mal. Como médico, siempre he tratado de cuidar mi salud y evitar ciertos hábitos. Pero no te preocupes, no es nada personal. Aprecio tu invitación".

Laura asintió, comprendiendo la explicación de Gabriel. Aunque estaba un poco confundida por su negativa, decidió que sería mejor dejarlo para otro momento y agradecerle por su ayuda y su recomendación.

Después de colocar la última caja en su lugar, Laura acompañó a Gabriel hasta la puerta. Se despidieron con una sonrisa y Gabriel le recordó: "Si necesitas algo en cualquier momento, no dudes en golpear mi puerta. Estoy aquí para ayudarte".

Laura se sintió reconfortada por las palabras de Gabriel y agradeció su amabilidad una vez más. Cerró la puerta y se quedó en su nuevo departamento, sintiéndose agradecida por haber encontrado a alguien como Gabriel en su vida.

......
 


A medida que pasaba el tiempo, Laura y Gabriel se hicieron amigos cercanos. Gabriel siempre encontraba tiempo para visitar a Laura después de salir del hospital, y ella lo recibía con emoción y alegría. Su amistad creció y se fortaleció con cada encuentro.

Sin embargo, un día Gabriel notó algo extraño al llegar al departamento de Laura. Todas las luces estaban apagadas y la cocina estaba en un completo desorden. Se preguntó cómo podía ser que en solo unas horas el departamento de Laura se hubiera convertido en un caos.

Decidido a averiguar qué estaba sucediendo, Gabriel se dirigió al cuarto de Laura y golpeó la puerta. Desde el otro lado, pudo escuchar la voz de Laura, un tanto apagada, pidiéndole que se fuera y que no la viera en ese estado.

Pero Gabriel hizo caso omiso de su petición y entró al cuarto, sorprendiéndose al ver la escena que tenía frente a sus ojos. Laura estaba en la cama, con un paño en la frente y sus mejillas enrojecidas, probablemente por la fiebre.

Preocupado, Gabriel se acercó a ella y se sentó a su lado, quitándole suavemente el paño de la frente para luego tocar su frente y mejillas. Su preocupación aumentó cuando sintió el calor intenso de la fiebre.

Laura se sintió incómoda por las expresiones de Gabriel, que mostraban una mezcla de preocupación y molestia. Intentó decir algo, pero Gabriel la interrumpió, diciéndole que prepararía una tina de agua fría para bajarle la fiebre, ya que estaba en graves problemas. Antes de que Laura pudiera quejarse, Gabriel le dijo de manera firme: "Señorita, yo que usted me dejaría ayudarla, está en una situación muy grave".

Laura se quedó en silencio, sorprendida por la seriedad en la voz de Gabriel. Aunque no entendía completamente lo que él quería decir, confiaba en su juicio y sabía que él haría todo lo posible para ayudarla.

Gabriel se dirigió rápidamente al baño para preparar la tina de agua fría, consciente de que era necesario bajar la fiebre de Laura. Mientras llenaba la tina, su mente estaba llena de preocupación y frustración por la situación en la que se encontraba su amiga.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.