Por otra parte, como ya era costumbre, estaban Christian y Jack juntos hablando animadamente y haciéndose bromas constantes.
Ellos ya no ocultaban algunas acciones y muchas veces se agarraban de las mejillas, o Jack pasaba su brazo alrededor de los hombros de Christian para sentir más cerca al menor. Por otra parte, Chim Chim a veces posaba la cabeza en el regazo de su hyung cuándo venía de la Universidad agotado.
—¡Hey Chris! —Se quejó Jack cuando el menor se negaba rotundamente en darle una probada de sus Mochis. Nunca había probado unos y realmente tenían muy buena pinta. Y la satisfacción del rostro de Christian cada vez que los probaba, hacía desear aún más ese dulce.
—No te pienso dar, son míos —Sacó la lengua y río con burla—. Además, ¿para qué quieres más Mochis si ya tienes dos? Duh —dijo como si fuera obvia su lógica.
—¿Dos?
—Por supuesto. Tienes a Mochi, el elefantito precioso y adorable y después tienes a Mochi, tu hermoso, genial, todopoderoso, rey de la selva, Christian.
Jake al escuchar tal comparación, no pudo evitar reír fuertemente, tanto que se tuvo que agarrar la panza ya que le dolía de reír. Nunca había escuchado tal ocurrencia de nadie.
—¿Todopoderoso? ¿Rey de la selva? —Volvió a reír mostrando sus brillantes, preciosos y únicos dientes—. Lo único que puedes a-aspirar tú es ser el rey de los Gnomos —intentó decir, ya que se le dificultaba de reír tanto.
—¡Oye! —hizo un puchero indignado—. ¡Tampoco soy tan bajito! —se cruzó de brazos esperando una disculpa de Jake.
Al ver que no recibía nada de su acompañante, sólo risas, utilizó su estrategia, diciendo:
—Y yo que te iba a dar un poco de Mochi...
—Ya, ya paro —rió sutilmente—. No eres tan bajito. Sí, lo que tú digas —revoloteó el pelo del rubio con una amplia sonrisa—. Pero, ¿sabes qué eres?
—¿Qué soy? —recordó otros momentos y antes de que Jakie dijera algo, él siguió hablando—. Espera, no lo digas. ¿Un enano? ¿Un bebé? ¿Dolly?
Jungkook, al escuchar lo último, sonrió tiernamente. Dolly era un escarabajo de su infancia que tenía mucho cariño. Chris no lo sabía y pensó que era el dinosaurio animado de la televisión.
—No, bobo —hizo una leve pausa—. Eres mi Mochi, un precioso y adorable Mochi. Tierno y suave como uno.
Jake miraba fijamente aquellos ojos marrones intensos que lo llevaban a otro mundo. Hacía sentirse seguro y provocaba sensaciones maravillosas por todo su cuerpo: unas sensaciones que jamás creyó que pudiera experimentar.
No sabía que estaba pasando en su estómago, pero tenía una necesidad inmensa de tocar la piel suave de Christian, de sentir su tacto en sus dedos. Así que, en un acto involuntario, llevó una mano a la mejilla de su compañero y con su dedo pulgar acarició el lugar, que como era de esperar, se encontraba sedoso y de un tono carmesí que hacía a ChimChim aún más hermoso.
Christian, en cambio, no entendía muy bien los actos que hacía el mayor, pero una felicidad inmensa se apoderaba por todo su interior, cubriéndolo de una calidez abrumadora; al igual que también crecían sus nervios. Aquellos ojos que no apartaban la mirada de él, penetrantes y sutiles al mismo tiempo, lo confundían de sobremanera. No sabía qué hacer, ni decir. Pero lo que sí sabía era que amaba el tacto de Jake.
“¿Tal vez es amor? ¿Me gustas, Jake?” —se preguntó.
Chris, al tener miles de pensamientos, no se dio cuenta cuando pasó, pero su mano estaba posada encima de la de Jake que se encontraba en su rostro, mientras tenía una sonrisa boba plantada en todo su rostro. El roce del mayor era cálido y embriagante.
Los gritos de fondo de los niños fueron disipándose para crear un aura tan especial, tan íntima, que era imposible explicarlo con palabras. Solo estaban él y el mayor, unidos, juntos.
Con tan solo pensar que puede tener un amigo tan genial, una persona a su lado en quién confiar, en contar sus momentos buenos, malos, sus preocupaciones y hazañas, hacía sentirse aún más reconfortado a Chris. Nunca tuvo un amigo que tuviera tanto afín como lo tenía Jack con él.
ChimChim no puede imaginar una vida sin amor. Para él, es algo indispensable, pero nunca se había enamorado, ni se había sentido atraído de esta manera hacia ninguna persona. Él solo admiraba a la vida, a la naturaleza, al tiempo transcurrir con asombro. Veía el amor de los demás: iniciar, transcurrir y finalizar; pero nunca había sido protagonista de este sentimiento. Y sinceramente, este sentimiento era hermoso.
Aunque aún se siente algo abrumado y confundido de lo que siente realmente, no duda en absoluto que "hay algo", algo único en Jeon que hace que él se sienta querido.
Si él estaba enamorado, podía dar amor y felicidad a los demás, ¿verdad? Y eso, hacía un comportamiento aún más eufórico en el corazón del rubio. Podía ver a Jake feliz, podía enseñarle lo que es el amor, podían volver a vivir: juntos. Podía demostrar a Jungkook que el amor puede ser muy bello, como lo es él.
—Jake... —es lo único que pudo pronunciar, aunque quisiera decir mil cosas al pelirrojo. Los ojos del mayor, al escuchar la voz de Christian, se volvieron brillantes y expectantes. Estaba deseoso de que dijera algo—. Quiero ser tu Mochi —soltó al fin Christian, cubierto en un aura de puro nervio. En cualquier momento, esta situación iba a asfixiarlo. No quedaba duda.
Aunque tal vez Jake no supiera exactamente lo que quería decir Chris con “ser su Mochi”, sabía que era una gran confesión, con muchos sentimientos de por medio.
Jeon, ante eso, no dijo nada. Solo seguía acariciando la mejilla de Christian, hasta que sonrió y sin previo aviso, abrazó con todas sus fuerzas al menor. Aunque Christian tardó en reaccionar, también lo envolvió en sus brazos, sintiendo su aroma tan peculiar entre vainilla y estiércol. Tal vez no fuera el mejor olor del mundo, pero en ese instante, para Min, era un olor tan rico, tan único, tan Jake, que no pudo evitar cerrar los ojos y apoyar su mentón en el hombro de su compañero oliendo aquel aroma.
Los corazones de ambos estaban acelerados, a punto de ser expulsados de sus pechos, bailando una danza sin orden ninguno.
Jake empezó a acariciar el cabello de Christian y tras coger todo el aire que pudo, intentó articular alguna palabra.
Nada podía arruinar este momento. O tal vez sí.
—No puedes ser mi Mochi, porque... —Jake iba a seguir hablando, cuando de repente un grito agudo se hizo presente y seguidamente, un gran escándalo inundó el aura tan hermosa que habían creado Christian y Jake.
—¡Está ardiendo! ¡Ayuda, por favor! —Aquella voz era irreconocible, era su compañera Shi Lee.
Alarmado, Jungkook miró en dirección de dónde provenía los gritos. Al ver aquella imagen, todo a su alrededor pasó a cámara lenta.
“No puede ser” —articuló Jake en su mente, incrédulo a lo que sucedía.
—¡Mochi! —Gritó, paralizado en su sitio.